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Con la antorcha en la mano

Por CONtexto ganadero - 26 de Enero 2015

No me deslumbró el discurso inaugural del presidente Obama (2009). Algo en su lenguaje corporal me hizo intuir sus falencias como líder para orientar el cambio profundo que implicaba que un hombre de raza negra llegara, por primera vez, a regir los destinos de la mayor potencia mundial de la historia.

No me deslumbró el discurso inaugural del presidente Obama (2009). Algo en su lenguaje corporal me hizo intuir sus falencias como líder para orientar el cambio profundo que implicaba que un hombre de raza negra llegara, por primera vez, a regir los destinos de la mayor potencia mundial de la historia. En el ejercicio de su cargo, Obama, dio muestras de vacilaciones como si no estuviera convencido de sus propias decisiones.

No trasmitía certeza, que es virtud esencial de los grandes dirigentes. La atracción por su figura, a que dio lugar su épica campaña electoral, fue cediendo terreno tanto en el exterior como entre sus compatriotas. Esa fue una de las causas de la derrota reciente que le dio a los republicanos mayoría en ambas cámaras. Gran proeza del viejo partido, al que creíamos vencido luego del ascenso de Obama al poder. Tamaña recuperación comprueba que la constancia en los valores siempre rendirá sus frutos a pesar de los avatares propios de la arena política.

Asimismo, la reacción de Obama ante la adversidad electoral ha sido la de un león herido. Cuando se pretendía arrinconado, retomó la antorcha de sus convicciones y se ha consagrado a dirigir y perfilar el futuro de su patria y su rol en el mundo. En honor al origen de la Nación, firmó órdenes ejecutivas a favor de los inmigrantes y, cancelando “una estrategia que no funcionó en 50 años”, abrió as relaciones diplomáticas con Cuba.

Ahora bien, el último discurso de Obama sobre el Estado de la Unión fue admirable tanto por el contenido como por el gesto histórico de proponer superar las “falsas controversias” y señalar los caminos de un pueblo a que le corresponde afianzar su democracia paradigmática y defenderla de los asaltos criminales del terrorismo que ha golpeado los centros vitales de la civilización occidental.

Como su país debe dar ejemplo de equidad, el presidente, señaló logros y fijó propósitos. En primer lugar, cumplió lo anunciado hace dos años en el mismo escenario: “Estamos libres de los grilletes del petróleo extranjero” por lo que cada familia ahorrará 750 dólares anuales en las bombas de gasolina. Libres de ese yugo, la economía norteamericana ha creado 11 millones de nuevos empleos. La reforma en salud ha permitido que 10 millones más de ciudadanos tengan seguro médico. También, batallará para que 43 millones de trabajadores obtengan licencia remunerada por enfermedad y maternidad. Al lado de un plan de infraestructura bipartidista presentó, a lo Kennedy, la carrera por el espacio y murallas tecnológicas contra los ciberataques. Cuando convoca a la unidad, está respetando el poder de los partidos en Norteamérica ¿será capaz, de cambiar la visión recortada de los políticos en Washington?

La obligación de la política debe ser resolver las necesidades de los ciudadanos por encima de las disputas del poder. Obama, haciendo gala de un liderazgo inteligente, quiere estar a la altura de la misión que le corresponde a la tierra de libertad en la historia contemporánea.