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Confusión moral

Por Miguel Gómez Martínez - 18 de Mayo 2018

Consternación causó la decisión del episcopado católico de recibir en una de sus sedes al terrorista y narcotraficante Santrich. La Iglesia invoca que lo hizo por razones humanitarias pues la vida del acusado estaba en peligro por la huelga de hambre que, a manera de chantaje, éste había iniciado para presionar su liberación.

La Iglesia se equivoca cuando hace paralelos que no aplican. Santrich no es viajero inocente que fue robado, golpeado y abandonado en un camino para ser rescatado por el buen samaritano. Santrich es un criminal, narcotraficante y reincidente.   Es además un hombre que se vanagloria de haber hecho sufrir a cientos de miles de inocentes. Es un delincuente contra el que pesan graves acusaciones y pruebas por estar traficando con un producto que intoxica jóvenes y destruye vidas.   En este caso la Iglesia no está jugando el papel de ser misericordioso que se apiada del débil, del oprimido y del perseguido injustamente.   La Iglesia colombiana confirma, una vez más, el grave estado de confusión moral en la que se encuentra por su irracional apoyo a Juan Manuel Santos.   Para ayudarle a un gobierno corrupto e inmoral, cuyo proceso de paz los colombianos rechazamos y que hace agua por todos los costados, decidieron lanzarle un salvavidas y contribuir con el esfuerzo de toda la mamertada nacional e internacional para garantizar la impunidad de los líderes guerrilleros.   Está apoyando a este gobierno que, desde el ministerio de educación ha impuesto un enfoque relativista en los asuntos morales, que promueve el aborto y ha dado suficientes demostraciones de su afán por descristianizar nuestra sociedad.   La Iglesia apoya a las Farc que se creen por encima de la ley y la moral y que, a la fecha, siguen sin mostrar el menor arrepentimiento por los infinitos sufrimientos que le hicieron pasar a cientos de miles de sus compatriotas, la mayoría de ellos fieles de la Iglesia católica.   Pero sobretodo el episcopado se equivocó de causa. Hay tantos casos en esta sociedad donde los débiles son injustamente perseguidos; tantos pobres olvidados por este estado corrupto; tantas injusticias insoportables donde quisiéramos ver la intervención misericordiosa de la Iglesia del amor y donde no hace presencia. Se escogió la peor causa y el peor ejemplo para confundir a una feligresía que no entiende y no respalda un actuar incoherente.   Para quienes somos creyentes, este es un triste momento en el que nos damos cuenta de la cómo la grave confusión moral y ética de esta sociedad también ha llegado a los más altos niveles de la jerarquía.   Publicado en Kienyke 15 de mayo del 2018