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La ceguera del príncipe

Por Iván Duque Márquez - 17 de Marzo 2017

Por donde se miren las cifras económicas sobresale una gestión mediocre y se ve la afectación de la clase media y los menos favorecidos.

Por donde se miren las cifras económicas sobresale una gestión mediocre y se ve la afectación de la clase media y los menos favorecidos.

Hace 2 días el presidente de la República despidió de su cargo al vicepresidente para que pueda iniciar su candidatura hacia el continuismo en la Casa de Nariño. En un evento lleno de propaganda, condecoraciones y parafernalia estatal, quedó en evidencia el refrán que sostiene que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.   En su discurso, contrario a la evidencia, el Jefe de Estado se dedicó a hablar de los “grandes logros” de su Gobierno y a defender su gestión en materia económica. Pareciera que en la mente del presidente la realidad no tuviera un espacio privilegiado y más bien, ha caído en la práctica del aislacionismo, que tanto afecta a los gobernantes en sus estertores.   ¿Qué omitió el Presidente? Para empezar, se le olvido que en el año 2016 tuvimos el peor crecimiento trimestral y semestral del PIB desde año 2009.   Adicionalmente, omitió decir que el sector agropecuario durante el año pasado presentó los peores indicadores de crecimiento trimestral desde el año 2010.   Si se examina lo que ocurre con el sector industrial, nos encontramos con que, sin los productos de refinación, el sector se encuentra consumido en una carrera de obstáculos, donde la carga tributaria asfixia la generación de empleo formal y la mediocridad de crecimiento domina el devenir.   A estos elementos del entorno negativo de nuestra economía hay que agregarles que llevamos 2 años con la inflación por encima del rango meta del Banco de la República, y un déficit de cuenta corriente que no deja de preocupar a las calificadoras de riesgo.    El presidente tampoco mencionó que la confianza del consumidor cerró en el 2016 con su peor momento desde el año 2009 y las exportaciones siguen sin levantar cabeza, empezando por las manufactureras, que fueron vendidas como la gran apuesta comercial ante el ciclo de devaluación de los últimos tres años.   En medio de tanta presentación, teleprompters y anuncios cargados de soberbia, tampoco se habló de la Inversión Extranjera Directa. Pareciera que en los altos círculos del poder tampoco se quiere reconocer que frente al 2015, durante el año pasado se vivió una preocupante disminución del 23 por ciento.    Si nos detenemos en la realidad de la deuda pública, se omitió reconocer que entre el periodo 2010- 2015 el endeudamiento del país aumentó en un 70 %, superando la barrera del 40 % del PIB.   Por donde se miren las cifras económicas, sobresale una gestión mediocre y se ve la afectación de la clase media y los hogares menos favorecidos. Basta con solo recordar que las 2 últimas reformas tributarias han encarecido el costo de vida en momentos donde la inflación consumió el aumento del salario mínimo.    Entre la fanfarria, los elogios, la hipocresía, la falsa cordialidad, la conveniencia y el cinismo con el que transcurrió la despedida de su deseado heredero, el presidente de la República demostró lo lejos que se encuentra de la situación real de los colombianos, aunque puede ser que apenas ahora se enteró.   Portafolio, Bogotá, 15 de marzo de 2017