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La impostura de la séptima papeleta

Por Eduardo Mackenzie - 22 de Enero 2015

El senador Roy Barreras, gran manitú del partido santista, pretende que el inmenso anhelo de los colombianos a favor de una paz con justicia y con democracia pluralista se convierta, gracias a una hábil manipulación electorera, en una declaración a favor de las opacas negociaciones de La Habana entre las Farc y Santos las cuales pretenden llevar el país al monopartidismo castrista.

El senador Roy Barreras, gran manitú del partido santista, pretende que el inmenso anhelo de los colombianos a favor de una paz con justicia y con democracia pluralista se convierta, gracias a una hábil manipulación electorera, en una declaración a favor de las opacas negociaciones de La Habana entre las Farc y Santos las cuales pretenden llevar el país al monopartidismo castrista.

El astuto copresidente del Partido de La U, le dijo hoy a Blu Radio (1) que la consulta popular a través de la séptima papeleta solo tendría una pregunta: “¿Está usted de acuerdo con el proceso de paz, sí o no?”.

Y, para los que no lo han entendido todavía, agregó: “Los colombianos pueden decir sí o no a la paz, no hay que temerle a que los colombianos en octubre se manifiesten claramente”.

El senador confunde deliberadamente 2 conceptos diferentes, la paz a secas, con el extraño proceso de La Habana. Lo uno no es lo mismo que lo otro. La paz es una cosa. Lo que las Farc cocinan en La Habana es otra. Barreras prepara esa tremenda trampa pues su objetivo es que los colombianos avalen a ciegas una operación obscura cuyos contenidos y lineamientos desconocen por completo.

¿O es que alguien sabe en Colombia, fuera de Santos y Timochenko, qué es lo que realmente se está pactando y se pactará en La Habana? Solo una punta del iceberg se ha podido ver, y esa punta es horrible. Los 3 documentos entregados por el presidente Santos a la prensa, en junio de 2014, anuncian que las Farc y Santos quieren que Colombia se trague 3 enormes e inmundas culebras: el fin de la actividad agropecuaria libre; el fin de la libertad de expresión y de opinión; el fin de la represión del narcotráfico.

¿Eso es lo que el senador Barreras quiere que los colombianos aprueben como un gran paso hacia la paz, o como la paz misma? De aquí a octubre, esos mismos actores van a pactar otras cosas, no menos graves. Entre ellas el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas, el derrumbe de su doctrina militar, la impunidad para los crímenes y atrocidades cometidas por las Farc y la apertura de todas las instancias de elección popular a los jefes amnistiados de las Farc.

Barreras quiere que eso sea visto por el electorado como “la paz” y como “el proceso de paz”. Barreras les pide a todos que voten sí a eso. ¿Si no es una manipulación miserable de la buena voluntad ciudadana qué es eso?

El líder valluno afirma que aunque no se haya firmado la paz entre el Gobierno de Santos y las Farc en octubre de 2015, el santismo buscará “integrar la votación de la ‘papeleta por la paz’ para demostrar que los colombianos apoyan los diálogos”. Es lo que Barreras llama un “anticipo de la expresión de los colombianos en favor de la paz”.

Todos los sociólogos, todos los politólogos y todas las encuestas lo dicen: los colombianos apoyamos la paz pero no apoyamos los diálogos en Cuba. Hay una alta tasa de desconfianza respecto de lo que se está fraguando en Cuba contra Colombia. Entre los colombianos hay un inmenso malestar por ese asunto de las actividades de Santos y las Farc en La Habana, a espaldas de todo el mundo. Esa sabia diferenciación que hace la opinión pública colombiana, según todas las fuentes y todos los análisis serios, el señor Barreras quiere abolirla con un violento manotazo electorero.

Eso es lo que el presidente Santos llama “consultar a los colombianos”. Sin embargo, veremos que, en realidad, lo de “consultar a los colombianos” es tan solo una promesa vana para apaciguar a los más crédulos.

El doctor Barreras estima, en efecto, que el presidente Juan Manuel Santos no necesita consultar a los colombianos: “Los presidentes de Colombia no necesitan ningún mecanismo legal ni vinculante para firmar la paz, la ley los autoriza y acabamos de refrendar esta ley en Colombia, pero el presidente Santos ha tenido la voluntad y la decisión de consultar a los colombianos”, dice.

Barreras en eso respalda la posición del fiscal General, Eduardo Montealegre. Este pretende que el referendo no es necesario, pues bastaría con la aprobación que le dé a esos “acuerdos” el presidente de la República. Humberto de la Calle jura, por el contrario, que sí habrá un referendo el 28 de octubre próximo, pues para la legitimidad de ese proceso no basta con la aprobación de Santos.

Montealegre cree que la Ley de Orden Público “le permite al presidente hacer negociaciones en un proceso de paz y que el desarrollo del marco de la justicia transicional va a depender de una ley estatutaria”. El fiscal general se confunde o trata de confundir al hacer como si ignorara que la citada ley trata de negociaciones puntuales de un proceso de paz, pero no cubre, ni orienta, ni prescribe qué hacer ante el alcance que ha adquirido la negociación de La Habana: un cambio de Constitución, una redefinición de las instituciones sociales y políticas del país. Luego un referendo libremente preparado con todas las garantías para las diferentes vertientes de la opinión sería indispensable.

“Lo que dijo el fiscal hoy es una impertinencia. Le tocó salir a De La Calle a desmentirlo”, respondió Héctor Riveros, un analista de La Silla Vacía. Y agregó: “Lo que hace Montealegre no le ayuda ni a los negociadores ni al Gobierno con la opinión pública porque es una posición a tal punto exagerada que claramente pone al Gobierno en aprietos”.

Estamos pues ante una disputa en la cúspide del Estado y dentro del bando santista en general. Lo que los divide es decidir cuál es la forma más fácil para alcanzar el objetivo supremo de ellos. Los unos quieren comprometer el voto de los colombianos, los otros piensan que es mejor no consultar a los colombianos, pues estos pueden votar en contra de esa entrega del país a las Farc (a Cuba, para ser más exactos).  Está visto que sacar adelante esa inmensa traición a Colombia no es fácil y que las dudas morales y políticas son fuertes hasta en la misma cumbre de ese montaje contra el sistema democrático colombiano.

(1).-  Ver http://www.bluradio.com/#!88317/apoya-el-proceso-de-paz-si-o-no-unica-pregunta-que-tendria-septima-papeleta