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Los colombianos, doblemente víctimas

Por Marta Lucía Ramírez - 24 de Noviembre 2017

Los colombianos somos doblemente víctimas: por un lado, nos han dejado en una época en la que el criminal se convierte en el referente moral y divide a la sociedad y, por otro, un gobierno negligente que nos deja un panorama económico desolador.

Antes de la reforma tributaria presentada en 2016 y en lugar de medidas nocivas como el aumento del IVA a los colombianos, el Gobierno ha debido priorizar la reducción del gasto, especialmente, la excesiva burocracia. No obstante, la constante ha sido el despilfarro para aumentar el número de puestos para poder cumplirles a los politiqueros y sus respectivas cuotas. En vez de pensar en un Estado fuerte y eficiente que se encargue de solucionar los problemas reales de las personas –máxime en una crisis social y económica tan grave-, el Gobierno prefirió convertir el Estado en un elefante burocrático que pudiera satisfacer los apetitos de la mal llamada “Unidad Nacional”.   Pese a que el Gobierno de Juan Manuel Santos lanzó hace un par de años un “plan de austeridad”, parece haberse quedado en el papel, porque solo los gastos de funcionamiento del Estado representan una cuarta parte de los impuestos que pagan los colombianos: de cada 100 pesos que paga un ciudadano en impuestos, cerca de 25 se destinan a pagar salarios de funcionarios.   Hay que decirlo claramente: quien asume el costo del derroche es el ciudadano común y corriente, el que trabaja todo el día para llevar el alimento a su familia y termina pagando, vía impuestos, la vanidad y cortoplacismo del gobierno. Incluso más, esto asfixia a la clase media y emprendedora que decide crear empresa con cargas tributarias inmanejables y sin ninguna seguridad jurídica.   Una cifra reveladora en este sentido es que, según un estudio realizado por Confecámaras el año pasado, la tasa de supervivencia de nuevos emprendimientos es de apenas 29,7 %. Por ejemplo, de las 232 mil 344 empresas que se registraron en 2011, actualmente solo operan 68 mil 309.   Colombia necesita volver a ser un país atractivo para la inversión y creación de empresa, que son finalmente los grandes motores de empleo. Sin embargo, lo que tenemos es un escenario de empresas saliendo del país por cuenta de la inestabilidad tributaria, jurídica y política que atravesamos. Debemos buscar la construcción de condiciones que permitan el surgimiento de nuevas empresas y empresarios, todo lo contrario al panorama actual: las Farc envalentonadas amenazando a todos los empresarios con llevarlos ante la JEP, como señaló hace unos días el guerrillero Carlos Antonio Lozada.   Como decía Gonzalo Restrepo, presidente de la Fundación Éxito, “no es lógico que se les pida ayuda a los empresarios mientras se pide que se les persiga”. Los empresarios son pieza central en el país y hoy tienen más incertidumbre que certezas, especialmente con el surgimiento de candidatos con el peligroso discurso populista que los sataniza.   Necesitamos un gobierno fuerte, que nos devuelva la confianza de retomar el camino del desarrollo. Quienes terminan asumiendo la mayor carga con la crisis económica que atravesamos son las clases menos favorecidas, generando fuga de capitales y de cerebros que podrían estar al servicio de los colombianos. Terminamos todos los ciudadanos convertidos en víctimas de un gobierno indolente y derrochón.   El Colombiano, Noviembre 23 de 2017.