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No solo de subsidios vive el agro

Por - 22 de Agosto 2016

La principal crítica del sector agrícola colombiano al TLC con Estados Unidos es que se trata de una competencia inequitativa, debido a los subsidios que reciben los agricultores en ese país.

La principal crítica del sector agrícola colombiano al TLC con Estados Unidos es que se trata de una competencia inequitativa, debido a los subsidios que reciben los agricultores en ese país.   Aunque esto es cierto y existe un sinnúmero de instrumentos que combina incentivos, cofinanciación, tasas preferenciales y programas de apoyo a las exportaciones, también los es que se trata de una agricultura que evoluciona permanentemente, en la que los agricultores están 100 % metidos en su negocio.

Tuve la oportunidad de recorrer un paisaje agrícola por cientos de kilómetros de cultivos transitorios como algodón, arroz, soya, maíz y sorgo de varios estados del sur de EE. UU, y de ponerme al día sobre su funcionamiento. Reconociendo grandes diferencias, hay elementos comunes que nuestro agro debería seguir.

La gran mayoría de explotaciones siguen siendo familiares. Los agricultores, que cada vez son menos, trabajan los predios con sus familiares y arriendan otros por periodos largos, y así lograr las economías de escala que necesitan para ser rentables.

Lo que siembran obedece a una combinación de señales de precios del mercado, diversificación del riesgo de precios y destrezas que tienen sobre el manejo agronómico. Las labores son mecanizadas. Las decisiones sobre las compras de maquinaria y equipo, por su alto costo relativo, son centrales en el negocio y son analizadas para que la productividad adicional que se pretende lograr, amortice las inversiones.

El asistente técnico, al que llaman crop consultant, es una persona clave del negocio, con quien se establecen relaciones de confianza a largo plazo. Reta sistemáticamente a los agricultores con quienes trabaja para que innoven en prácticas y productos, y no los deje el bus. 

La relación entre gremios, universidades estatales, el servicio de investigación agrícola de Usda (homólogo de Corpoica) y la empresa privada es muy cercana. Los productores son determinantes en priorizar y definir la financiación de investigaciones particulares que buscan resolver problemas y aprovechar oportunidades que mejoren su competitividad. El sector privado es fuerte en los temas genéticos y trabaja con agricultores líderes en la validación y ajuste de nuevas variedades en sus fincas, promoviendo así la adopción temprana de las mismas.

Hay cada vez mayor conciencia en los temas de sostenibilidad. Los productores sacrifican siembras comerciales y establecen cultivos de cobertura de especies como nabos y centenos, que recuperan la fertilidad de los suelos y su capacidad para retener agua. El uso de bioproductos cada vez es mayor.

Un tema crítico es la variabilidad climática, que está llevando a muchos agricultores, que trabajaban sin riego, a incorporar estos sistemas. El agua para riego es el recurso más escaso para la producción, y sus costos, según su disponibilidad relativa, pueden variar entre 27 dólares para irrigar una lámina de 100 milímetros por hectárea, hasta 300 dólares.   Por esta razón, su uso se restringe a momentos críticos del cultivo en los que fallan las lluvias, y se vienen adoptando nuevas tecnologías para medir la humedad a distintas profundidades de suelo, lo que permite tomar mejores decisiones, así como modelos más eficientes de riego, como el de goteo subterráneo.

La agricultura colombiana está lejos de estos estándares. Quedarnos en el cuento de los subsidios y no reconocer y comenzar a resolver nuestras grandes falencias en productividad solo nos conducirá a incrementar las brechas y llevar a nuestro agro a su ocaso.   Publicado en Portafolio el jueves 18 de agosto de 2016.