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Se acabó el recreo

Por Miguel Gómez Martínez - 05 de Mayo 2016

Las últimas semanas han sido un respiro para el Gobierno, y sobre todo para el equipo económico. El repunte del precio del petróleo ha traído una caída de la tasa de cambio. El mejor predictor del precio del dólar es el comportamiento del WTI.

Las últimas semanas han sido un respiro para el Gobierno, y sobre todo para el equipo económico. El repunte del precio del petróleo ha traído una caída de la tasa de cambio. El mejor predictor del precio del dólar es el comportamiento del WTI.   Hay dudas en los expertos sobre la sostenibilidad del alza del crudo. La llegada del verano en el hemisferio norte y las flojas noticias del comportamiento de la economía mundial han llevado a la Reserva Federal de Estados Unidos a optar por la prudencia y postergar, una vez más, la tan anunciada subida de las tasas de interés.

Pero el recreo fue corto. La semana anterior hubo dos noticias negativas. La primera es el aumento de la tasa de desempleo en marzo, que se situó en 10,1 %, con un incremento del 1,2 % con respecto a marzo del 2015. La segunda es el fuerte empujón al alza que la junta del Banco de la República le dio a la tasa de interés, con un aumento de 50 puntos básicos, situándola en 7 %. En 7 meses, desde septiembre del 2015, la tasa de referencia ha subido un impresionante 47 %, pasando de 4,75 % a su nivel actual.

Volvimos al desempleo de 2 dígitos, lo que confirma que el mercado del trabajo sigue sin poder romper, de forma permanente, el nivel del 10 % que ha sido una de las características de la economía colombiana en las últimas décadas. El aumento de la tasa de participación confirma la preocupación creciente de muchos compatriotas que perciben el deterioro de la situación económica y buscan un ingreso adicional para apoyar lo que ya tienen. Pero el sector productivo, expectante por la reforma tributaria que se anuncia, preocupado por el tema de la paz y ansioso por las consecuencias de la política antiinflacionaria, ha entrado en un letargo propio de las fases de crecimiento lento de la economía. La posibilidad de que se creen nuevos empleos es limitada a los sectores que se ven beneficiados por la devaluación como el turismo.

El tema de la inflación sigue siendo una poderosa amenaza contra el equilibrio de las finanzas públicas y la estabilidad financiera en el mediano plazo. El mayor costo financiero para el Gobierno y para los empresarios terminará por confirmar las frágiles condiciones de crecimiento. Hasta ahora, la cartera de crédito no muestra un deterioro significativo. A pesar de ello, las agencias de riesgo han rebajado la calificación y las perspectivas de las emisiones internacionales de los grandes bancos colombianos.

Sorprendido por el impacto de la transmisión de la devaluación a los precios internos, el Emisor tienen que romper las expectativas inflacionarias que son el fundamento de su estrategia monetaria. Subirá la tasa hasta que tenga la certeza de que se ha roto la inercia inflacionaria. El costo en crecimiento es, en este escenario, una preocupación secundaria.

A pesar del discurso del Gobierno, siempre complaciente, Colombia no escapa a la delicada coyuntura mundial. Los problemas internos son complejos, y cada día preocupan más a los que tienen que enfrentar los costos de los errores de política económica y el deseo del Gobierno de desconocer lo que se avecina.   Publiado en Portafolio el 4 de mayo