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Así sobrevive un ganadero a las dificultades del sector

Por - 18 de Septiembre 2017


Invierno de hace 4 años destruyó las vías de acceso al municipio, el mión de los pastos agotó las gramíneas, especialmente a las brachiarias decumbes. Un año y medio después aparece la fiebre aftosa y castigan su zona con la cuarentena sin merecerlo, hecho que le ha ocasionado grandes problemas económicos a él y al municipio en general.   Julián Gutiérrez, es un productor de bovinos que lleva la ganadería en la sangre. Su padre se dedicó más de 30 años a la producción pecuaria, y él, lleva algo más de 35, pero su producción ha sido afectada en repetidas ocasiones por factores externos. El último episodio fuerte es la cuarentena sanitaria, que ya cumple 70 días, ocasionada por la presencia de la fiebre aftosa en el municipio, enfermedad que apareció en dos veredas muy separadas del centro urbano en cerca de tres horas. Las autoridades sanitarias han prohibido el comercio de leche y de los animales y lleva ese largo lapso de tiempo en el que los ingresos se han afectado sustancialmente.   Aunque el conocimiento de su negocio y del sector de la ganadería bovina es una de sus fortalezas, esto no ha sido suficiente para prever las situaciones que se le salen de sus manos, pero que afectan seriamente su negocio.   Esta es la historia   Su pasión por dicha actividad se puede decir que nació con él. Desde niño apoyaba a su padre en las labores de la finca y basta escucharlo hablar del sector para percibir su sabiduría y experiencia.   Su padre se dedicó a la ganadería de cría y de doble propósito, cuya base fue el ganado cebú con cruces de razas criollas, que le permitía producir leche.  Su predio se llamaba Gibraltar el cual tenía una extensión cercana a las 300 hectáreas con una explotación basada en el libre pastoreo.   Entonces un suceso trágico sucedió en su familia, fallece su hermano, quien dos años antes se había encargado de la finca debido a la vejez de su padre. Ante dicha situación, Julián a los 29 años, se encarga del negocio.   En ese momento, ante la inexistencia de carreteras, para llegar a las finca se gastaba cerca de 4 horas del casco urbano, al cual tenía que llegar a caballo. Posteriormente, con el aporte de varios ganaderos de la región pudo continuar con una vía de penetración y de esta manera la carretera pasó por su finca. “La Alcaldía les prestaba la máquina para ir abriendo la vía y los beneficiados y ganaderos aportaban el combustible y la alimentación de los operarios, aunque algunas veces también tuvieron necesidad de pagarles el salario al operario”, señaló.   Luego al morir su padre, la finca fue vendida dentro del proceso de sucesión con sus 5 hermanas.   Pero ahí no podía quedar su pasión por la ganadería y al poco tiempo –en 1987– compró una finca más cerca de Yacopí, Cundinamarca, a la que llamó ʻDoña Estherʻ en honor a su madre y otra que bautizó ʻDon Pachoʻ en honor a su padre.   Cruce bos Taurus con cebú   Al vender la finca paterna y adquirir estas otras dos, con una extensión cercana a las 80 hectáreas, el fin de la explotación cambio. Se dedicó más a la producción de leche. Si bien ya tenía cruces de ganado Bos Tauros (principalmente Holstein), adquirió toros con mejor genética de esta última raza, aunque conservando la base Bos Indicus (Cebú), para mantener la mayor resistencia frente a las enfermedades más comunes que existen en el trópico medio nacional   Su esquema de producción se basa en pastoreo tradicional con rotación de potreros, con pastos brachiaria becumbes que le permite en ordeño manual con 15 vacas producir entre 60 y 120 litros de leche al día. Utiliza sales de la marca Somex y Nutrys para el hato, y actualmente suministra concentrado a los terneros para mejorar la calidad corporal.   Ordeña de manera manual pero tiene su equipo para hacerlo de forma mecánica.   El litro de leche se lo pagan a $800 y lo vende a las queseras. “Hay 3 queserías en el casco urbano de Yacopí y 4 en su entorno rural”. Sostiene que el precio es estable, le compran toda la producción sin problemas.     El peor golpe   Dice que la ganadería tiene muchos altibajos. Por ejemplo, el fuerte invierno que vivió dicha zona hace 4 años, en vez de mejorarle la producción, como usualmente sucede en invierno con los pastos, le ocasionó grandes pérdidas.   A pesar de ser una región con una geografía quebrada, el exceso de agua anegó los potreros, los ganados perdieron peso y la producción de carne y leche fue seriamente afectada. Adicionalmente la plaga del mión de los pastos aparece recurrentemente y acaba con las praderas. “Su control es difícil y costoso, si se utilizan venenos para combatir al cucarrón que lo produce, es necesario dejar el potrero sin utilizar hasta que pase el efecto del mismo”, dijo Gutiérrez.   “Una de las principales opciones para superar este problema fue cambiar de variedad de pasto, por otro. Un ejemplo es el Toledo, que es más resistente a los efectos de este cucarrón chupador”, recomendó.   “Al mismo tiempo las extensas lluvias ocasionaron derrumbes y destruyeron la única carretera sin que las autoridades hicieran algo para reconstruirla”, añadió.     Mejoramiento genético   El  mejoramiento genético no ha sido fácil. Le ha demostrado que la adquisición de ejemplares de alta producción lechera no es factible cuando son animales adultos, pues las razas Bos taurus, tienen poca resistencia a las enfermedades propias del trópico medio y bajo, como por ejemplo las ranillas, la anaplasmosis y la babisiliosis. Este ganadero manifestó que tuvo una muy mala experiencia cuando adquirió animales grandes, los cuales la mayoría se le murieron al tratar de adaptarlos en su finca. “solo quedaron vivos los que tenían menos de 6 meses”, señaló.   La mejor opción para su adaptabilidad es la compra de bovinos de pocos días, porque les es más fácil adquirir resistencia a las enfermedades y si se mueren el costo no es tan alto, como lo son cuando son adultos.   Según Gutiérrez hace un año y medio el tiempo ha estado bueno porque hay verano.   Actualmente desteta entre los 8 y los 10 meses de edad. Las terneras las lleva al predio Don Pacho, donde las levanta y selecciona y los machos los saca del predio.   Yacopí, zona estigmatizada   “Yacopí, es un municipio netamente ganadero, la gente vive principalmente de esta actividad. Es uno de los más grandes de Cundinamarca. Tiene dos grandes secciones geográficas. La alta, donde está el casco urbano, que tiene su principal comercio con el centro del país, la otra es la baja, cuyo comercio se realiza hacia el Magdalena medio, con La Dorada y Puerto Salgar”, aseguró.   Los ganados gordos producidos se venden para el consumo de las poblaciones cercanas al municipio, también para Zipaquirá y Bogotá. Otra opción es la venta hacia la región de La Dorada, pero la vía a través de Caparrapí es muy mala y actualmente tiene la banca destruida.      “Yacopí es cercana a Bogotá. A pesar de su riqueza ha sido muy estigmatizada por la violencia pasada, sin embargo, en los últimos años es un municipio que no ha presentado problemas de orden público”, informó.   Una falencia es la ausencia de comunicaciones adecuadas, la carretera que conduce a Bogotá vía Pacho, si bien fue pavimentada, la ausencia de mantenimiento la tiene en muy malas condiciones. De acuerdo con Gutiérrez esto impide el progreso en los municipios.   Por esa razón sus tierras son las más baratas de Colombia. “Aún es posible adquirirlas a un valor entre 2 y 3 millones la hectárea”, puntualizó el ganadero.   Aparece la aftosa   “En medio de todas esas condiciones regulares se produce la aparición de la fiebre aftosa, con un foco que se descubrió en una vereda que está ubicada a 3 horas del casco urbano, más de 2 horas por carretera y media hora a caballo por camino de herradura”, recalcó Gutiérrez. (Lea: Urgente: Confirmado nuevo brote de Aftosa en Colombia)   “La aftosa entró por la región de La Dorada. Según la información que se conoce en el pueblo. El ganado que presentó la enfermedad fue comprado en las plazas del Magdalena medio”, destacó.   De acuerdo con este ganadero de Yacopí, actualmente no hay comercio de ganado, y también prohíben sacrificar para el consumo local. Después de 20 días sin comercio de carne, el ICA permitió el ingreso de ganado desde Zipaquirá, con los costos que ello significa. Además, durante más de 15 días no permitieron la comercialización de la leche en el casco urbano, después acordaron con las queseras que podían seguir comprando leche, pero la producción de dicho alimento debia ser entregada a las autoridades para su distribución gratuita en la población.   Esto dejo por fuera de la producción y comercialización a muchos pequeños productores que procesaban su leche y comercializaban los quesos, quitándoles una parte muy importante de su sustento económico. (Lea: ¿Qué sigue para Yacopí tras el brote de Aftosa?)   La gente se encuentra en graves problemas financieros, aún, ya pasados más de 2 meses desde la aparición del brote de aftosa, los ganaderos no han sido autorizados a mover animales de sus predios y mucho menos vender alguno.   De otra parte los productores se quejan porque en Caparrapí, donde también se presentó el foco de aftosa si le es permitido comercializar leche. Según informaciones de prensa, una procesadora de cobertura nacional hace unos pocos días adquiría leche en el sitio de Dindal, más cerca del foco de aftosa que el casco urbano del municipio de Yacopí. (Lea: ¿Qué sigue para Yacopí tras el brote de Aftosa?)   Para Gutiérrez, el Gobierno tenía la obligación de controlar que los ganaderos realizaran la vacunación contra la fiebre aftosa y de castigar a quienes no cumplieran con este requisito de sanidad, pero no lo hizo, lo cual incentivó a aquellos que estaban indecisos a dejar de vacunar.   “Los gremios ganaderos encargados de la vacunación y Fedegán reportaban los predios que no vacunaban ante el ICA y este organismo nunca hizo nada al respecto. Además, en la zona el cubrimiento de los vacunadores es deficiente por ser tan amplia y de predios muy pequeños, lo cual hace más dispendiosa la vacunación”, replicó.   En este momento la actividad ganadera está prácticamente paralizada, lo cual significa que la única fuente de ingresos se acabó. “Los funcionarios del ICA han manifestado que con permiso se podría movilizar ganados dentro del municipio, pero no han formalizado esta medida”, resaltó.   Otra consecuencia de esta restricción sanitaria es que se truncó el avance que se tenía con la Asociación de productores de leche de Yacopí, Asoproleya, para la instalación de un puesto de recepción de leche, pues ya tenían adecuado el sitio y negociado la adquisición de la leche, pero con el impedimento a la comercialización, el proyecto quedó paralizado hasta que no se normalice la comercialización de la leche.

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