Luis Eduardo Arciniegas ganadero
Foto: CONtexto Ganadero.

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Luis Eduardo Arciniegas, tipo de sangre: Ganadera

Por - 21 de Julio 2014


Luego de vender frutas y textiles, y negociar con tierras, este productor bovino logró establecer y consolidar su explotación bovina. Evento al que asiste, evento en el que se queda con uno de los premios.

Luis Eduardo Arciniegas lleva la ganadería en sus venas. Desde su nacimiento sabía que su vocación y su futuro estaría rodeado de semovientes, forrajes y juzgamientos. Nació debajo de la ubre de una vaca, literalmente, cosa que por el azar del destino le daría fuerzas, como a un ternero, de emprender una vida llena de contrastes.

Su niñez se evaporó rápidamente por las duras y largas labores del campo. Quizá por esto emprendió nuevos rumbos cuando tan solo tenía 15 años. A esta edad dejó atrás a Rionegro, su pueblo natal, este municipio santandereano dedicado a la ganadería doble propósito, el cacao, café, plátano, caña y maíz, y se instaló en la capital, Bucaramanga. (Galería: Luis Eduardo Arciniegas, con sangre ganadera)

Yo empecé con un sueño a mis 8 años. Tenía los pies descalzos y un ideal. Estaba en medio de unos árboles y mi meta fue darles una mejor calidad de vida a mi madre y hermanos. Por eso viajé a Bucaramanga”, narra Arciniegas.

Cuando llegó a la capital de Santander, el joven Luis Eduardo comenzó a construir un capital, pero no de dinero, sino de experiencia. Un capital que lo acompañó con sueños y aprendizajes diarios. Además, tenía una virtud: no se conformaba fácilmente, por lo que siempre quiso más.

El transcurrir de los años me permitió amar cada vez más el campo, servir, entender que la vida me permitió equivocarme. De igual forma, el mismo paso de la vida me dio confianza para cubrir mis pies descalzos, desdoblar mis rodillas y seguir adelante”, continúa Luis Eduardo.

Se dedicó a vender manzanas y duraznos en el Sanandresito de la región. Poco a poco su emprendimiento y entrega dieron frutos: en corto tiempo ya era dueño de tres casetas en este centro de comercio. Pero con su visión a futuro, no se detuvo. (Lea: Los círculos de excelencia: una experiencia de vida para los ganaderos santandereanos)

Trabajé con las frutas hasta los 22 años. Me subía a los buses y en medio de las filas de pasajeros, aquellas personas que viajaban con sueños, el mío se hacía realidad”, acota el ganadero.

Textiles y predios, dos nuevos frentes de trabajo

Pero Luis Eduardo, acostumbrado a volver exitoso un negocio arrancado de ceros, se inclinó por el tema textil. Comenzó a labrar un nuevo camino con un local de ropa y en poco tiempo logró tener más de 30 empleados en su nueva empresa.

Después dejé la ropa y me centré en las tierras. Compré un lote y el negocio fue creciendo con más predios. El tiempo fue pasando y mi pasión por las cosas que hacía, mi felicidad de sentirme honrado por mis compañeros y la esperanza firme en un futuro mejor, me llevó a tener una compañía constructora de 300 empleados”, asevera Arciniegas.

El tiempo evolucionó y con él su mentalidad. Ya no era el joven 15 años que llegó a Bucaramanga. Ya los años llegaron con su peso y sus ideales ahora buscaban una vida calmada, con el reposo como eje central. (Lea: 50 mil campesinos del país tendrán mejor calidad de vida)

Desde hace 4 años tuve la fortuna de retornar a la ganadería. De la mano de Roberto Valenzuela, un gran productor bovino que, al igual que yo, se forjó en el campo, compré unos animales que hoy me tienen en la cúspide de los ganaderos de Colombia”, asegura Luis Eduardo.

Este ganadero, que hoy goza de 50 años, volvió a sus raíces. El largo camino que recorrió, le enseñó que con persistencia y humildad se encuentra la felicidad. A la fecha cuenta con más de 200 semovientes y asegura que su hato es “el mejor del mundo”.

Aunque es una explotación ganadera pequeña, estoy seguro que muy pocos productores en el mundo aman su hato como lo hago yo”, dice Arciniegas.

Y no es para menos este amor: con solo 4 años de trabajo, su hacienda La Meseta, ubicada en el municipio de San Gil, en Santander, ya tiene más de 60 cintas ganadas a nivel nacional, muchas de ellas galardonando al mejor semoviente del certamen.

Aunque siempre tengo conmigo la humildad, debo decir esta vez que normalmente me gano los primeros puestos”, culmina Luis Eduardo. (Lea: Ganadería, opción de vida para campesinos)

Es evidente que ser ganadero en Colombia no es fácil. Pero tampoco imposible. Luis Eduardo Arciniegas demostró, con creces, que con pujanza, perseverancia y un ideal, siempre se pueden hacer realidad los sueños.

Ahora él, junto con sus tres hijos, Andrés, José Eduardo y Luis, goza de tranquilidad, estabilidad y reconocimiento gracias a un trabajo forjado con empeño y, si se puede decir, suerte.

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