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Foto: Ramiro Camacho.

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"Quienes estamos en el doble propósito vamos a desaparecer": Camacho

Por - 27 de Noviembre 2017


Ramiro Camacho un ingeniero agrónomo hoy ganadero de Caparrapí, narra la historia de su constante lucha por sacar adelante su ganadería, pero que esta ha sido afectada por situaciones externas que no puede controlar.   Ramiro Camacho, es un ganadero, que ha vivido varias crisis atribuidas a los frecuentes vaivenes de la política agraria en el país, e igualmente, a los efectos de las importaciones amparadas en los TLC; de hecho últimamente ha disminuido su hato en 25 % y su producción de leche en 20 % y cada 3 meses vende crías para solventar los gastos de su unidad productiva.   Antes de ser ganadero, fue agricultor, sembró maíz y sorgo en el municipio de Plato en Magdalena y posteriormente hortalizas en Mosquera –Cundinamarca.   Además estuvo vinculado en la academia ya que se desempeñó por varios años como profesor de la Universidad Tecnológica del Magdalena.   En ganadería ha hecho las cosas como deben ser, en orden y con planeación. Su proyecto de ganadería lo inició en 1983 y ha tenido épocas buenas y también difíciles, pero las situaciones de mercado no le han sido favorables. (Lea: La planeación es esencial para usar correctamente los forrajes)   Su unidad productiva se encuentra en la Inspección de Dindal en Caparrapí  donde alberga actualmente 160 bovinos en 130 hectáreas.   La historia   Aunque adquirió su finca en 1983, logró en 1994  recibir del Fondo Ganadero un lote de ganado de 30 cabezas cebú blanco. La actividad ganadera se limitaba a la cría y estas, se destetaban a los 140 Kilos y se vendían.   El escaso flujo de caja lo obligó a iniciar el ordeño, en una zona donde ningún ganadero lo practicaba.   Las vacas producían poca leche por lo que comenzó a hacer cruces y luego de esto a descartar las menos productoras de manera recurrente, hasta que logró registrar una producción de 220 litros diarios.   “Lo más arduo es levantar las hembras. Es un proceso largo. Diez veces más complejo en municipios como Caparrapí, en donde en aquella época no había ni siquiera carretera para cruzar hasta la ciudad de La Dorada, uno de los polos más desarrollados de la ganadería”, señaló.   Realizó cruces permanentes de razas Pardo Suizo y Holstein con lo que buscaba mejorar genética y producir más leche. Posteriormente cruzó Pardo suizo con Cebú y luego estas con Holstein puro.   Capitaliza en carne y en leche gasta   Al tiempo que hacia cruces perdía en calidad de crías, lo que les quitaba valor. “Tanto cruce de pardo suizo con cebú blanco y simmental y holstein terminó conformando en un ʿsalpicónʾ, una desventaja para la venta de las crías”, anunció.   Explicó que un problema, no menor, que suelen acarrear los cruces es el de las crías fallidas en producción. “En el cruce con pardo suizo, de diez, salen fallidas entre cuatro y seis. Con simmental, 6 o 7 de diez”, aseveró.   “En el doble propósito, uno capitaliza con carne y gasta con leche. Pero, tanto en el uno como en el otro, la rentabilidad es baja”, sostuvo. (Lea: 7 claves para mejorar la ganadería doble propósito en Colombia)   Camacho insistió en la ganadería de doble propósito, pero con énfasis en leche. “La tragedia en este negocio es el tiempo. Pasan tres años y medio, para tener una novilla en condiciones de parto, después de eso, se sabe si da o no leche y si no se descarta”.   Planta de producción de quesillo   Debido a los vaivenes en el precio pagado al productor de parte de las quesilleras y los costos crecientes del transporte, no resultaba rentable vender leche.   Esto lo llevó a construir una planta de procesamiento para cuajar su leche y la de otros ganaderos que habían iniciado también la producción,  lo que dio un impulso a la economía de la zona.   Pero la dicha le duro poco ya que los altos costos del transporte, las pésimas vías de comunicación, tropiezos permanentes en la cadena de mercadeo, y las caídas repentinas en los precios sin que pudiera garantizarse la menor estabilidad, le aguaron la fiesta.   Los “Clientes en las centrales de abastos” hacían de las suyas, abusando de su posición dominante, le devolvían a capricho un porcentaje del producto o le anunciaban la rebaja en el precio sin ofrecerle alternativas.   Situaciones externas   Para Camacho, hay situaciones externas que tienen consecuencias en costos y no se pueden prever porque no dependen del ganadero.   Una de ellas es la inseguridad. Solía suceder que cuando se marchaba a Bogotá a atender las entregas a los supermercados, se encontraba al volver con que  había robo en la planta.   La zona del Rionegro, incluida Caparrapí se convirtió en dominio del Frente 22 de las Farc, que luego fue  repelido por los paramilitares.   “En mis predios se enfrentaron a tiros en más de una oportunidad. Yo fui un desplazado durante un par de años y es la hora que el gobierno nacional no me ha reconocido nada”, denunció.   “Hay otra situación externa y es que los productores nacionales tenemos el mercado abastecido y vienen los productos importados y nos revientan.   “Colombia no importaba leche pero en 1998, ingresaron al país 23 mil toneladas de leche en polvo, en 2012 entraron 35 mil toneladas y el año pasado la escandalosa cifra de 58 mil” señaló.   De remate por la aparición del brote de Aftosa en la región, su predio quedó en cuarentena por 45 días lo que le generó serias dificultades adicionales por carencia de flujo de caja.   Camacho ha realizado toda su gestión basada en el crédito y eso lo ha llevado a periodos críticos por el exceso de endeudamiento y también porque las tasas de interés son excesivamente altas.   Costos vs gastos   “Mientras se hace un esfuerzo en tiempo y en dinero para generar valor agregado, el mercado nunca ha tenido en cuenta esto en el precio al productor, de hecho, en los últimos diez años se ha mantenido en $800 el litro. Al mismo tiempo los costos de los insumos se han desbordado”, agregó.   Esta situación ha propiciado que el número de vacas en la finca disminuyera en 25 % al bajar de 200 a 160 animales. “Vendí un gran número de cabezas para garantizar la estabilidad de la finca”, especificó.   Manifestó que con la venta de los 200 litros podía pagar la nómina, comprar droga veterinaria, pagar los servicios y llevar el mercado a la casa, pero los ingresos de ahora solo alcanzan para cubrir la nómina.   Aprovechó otro recurso de su finca que es la lombricultura y su respectivo humus con lo que produce $150 mil quincenales para pagar la droga veterinaria. (Lea: Cómo las lombrices aumentan la productividad agrícola)   Aseguró que la ganadería de doble propósito, no tiene ninguna posibilidad en Colombia. “No se saca ni carne ni leche suficientes, lo que hace inviable el negocio”, expresó.   “Además con los TLC se ve claro que quedarán en el país cuatro zonas lecheras con animales de alta producción y quienes estamos en el doble propósito, vamos a desaparecer como ha sucedido en los países que llevan más tiempo con tratados tan desiguales. Y en cuanto a carne, ya hay importaciones de Canadá y de Argentina”, puntualizó.   Camacho es miembro activo de Dignidad Agropecuaria y encabeza la tarea de constituir una poderosa organización gremial regional, que contribuya a modificar las causas que él considera son las responsables de la crisis que vive el sector.

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