Guido Mauricio López
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Reducir el uso del agua en el campo sí es posible

Por - 02 de Mayo 2016


Algunos escépticos se atreven a decir que la siguiente guerra será por el agua y que gran parte se usa en el sector agropecuario. Hace 25 años un productor de caña de azúcar empezó a trabajar con su familia para erradicar ese ideal social. Conozca su historia y los resultados.   Guido Mauricio López, es productor de caña en la Hacienda Balsora Alguimar, en el Valle del Cauca. Inició el trabajo en este sector en 1991 con sus 2 hermanas y su madre. Anteriormente se llevaban a cabo cultivos semestrales como sorgo, soya y maíz. Sin embargo, en esa época se dio la apertura económica en Colombia, y esas siembras dejaron de ser rentables, por lo que empezaron a apostarle a la caña de azúcar. (Lea: Sequía redujo entre 15 y 30 % producción de caña de azúcar)   Para ese entonces solo se pensaba en el costo – beneficio y entre sus retos estaba saber cómo aumentar la producción por hectárea y disminuir los gastos lo que màs pudiera. Al transcurrir el tiempo, la familia se dio cuenta de que el agua era el rubro de mayor inversión. Los riegos suplementarios que hacían eran superiores al 50 %. “El primer paso fue darnos cuenta de que estábamos usando más lìquido del necesario”.   Así, el empresario y su familia tomaron la decisión de cambiar el sistema de riego, el cual antes se caracterizaba por ser de gravedad, a tener hoy una infraestructura de tuberías con ventanas, que les permite medir la cantidad de agua que se le suministra al cultivo.   “Nuestro primer reto para alcanzar la sostenibilidad era empezar a medir el consumo de los insumos: agua, fertilizantes, entre otros. Cuando hicimos ese cambio, notamos que el uso del recurso hídrico se redujo a la mitad, es decir, si antes usábamos 3.000 metros cúbicos por hectárea hoy está en 1.500 metros cúbicos. Después empezamos a ver que contribuimos en el cambio ambiental y, además, la caña estaba empezando a ser más productiva”, precisó López.   Entonces el ideal cambió: “no era regar por regar, sino suministrar lo que el cultivo requiere”. Fue así como empezaron a trabajar en el mejoramiento del suelo. El primer aliado es el residuo de la cosecha, como los tallos, que anteriormente se quemaban con el fin de realizar nuevas siembras o labores mecánicas. Para ellos ese era el error. (Lea: Ganaderos de Puerto López están optando por producir caña y caucho)   “Esos residuos empezamos a usarlos como materia orgánica y les aplicamos microorganismos eficientes que ayuden a descomponerlos, de tal manera que los nutrientes eran aprovechados no solo por el suelo, sino por la caña. Luego vimos que aumentó el nivel de la materia orgánica y también recuperamos la calidad de la tierra en un periodo de 6 años”, comentó.   En otras palabras, se empezó a reducir el uso de materiales químicos. Hoy emplean menos de la mitad de lo que requiere la industria para producir caña, es decir, mientras los grandes emporios suministran 8 bultos de urea por hectárea al año, esta familia logró disminuirlo en 4 bultos, lo que generó que la producción aumentara un 20 %.   “Otro de los avances fue hacer labores mecánicas menos profundas. Antes se usaban equipos para descompactar la tierra, porque se creía que entre más profunda fuera esa labor, sería mejor. Hoy en día tratamos de no sobrepasar los 20 o 30 centímetros y a ello se suma el que la materia orgánica ayuda a mantener el suelo en óptimas condiciones, es decir, la estructura física se mantiene”, manifestó el cañicultor.   El siguiente paso fue la eliminación de los herbicidas, porque estos si bien erradicaban todas las malezas que afectaban al cultivo, también tenían una fuerte incidencia negativa en el crecimiento de la planta. Por eso decidieron hacer un control manual, lo que permitió una mayor productividad. (Lea: Solo el 30 % de los compradores saben manejar un tractor)   “Eso nos dio mayores ingresos económicos que sirvieron para el pago de la mano de obra, la contratación de más personal y también una mejora en los salarios; pasamos de usar un hombre por hectárea a 14 en este mismo espacio para el control de malezas, aún así, nos quedaban utilidades. Ya no dependemos de los insumos sintéticos y no contaminamos”, añadió Guido.   Este proceso ha permitido que el cultivo de caña que tiene esta familia sea más resistente a periodos climáticos como la sequía o el invierno, dada la nivelación del suelo. Los resultados saltan a la vista cuando se habla de productividad, mientras que en unos predios las pérdidas por cuenta del verano han estado entre el 20 % y el 30 %, en el caso de ellos no es superior al 8 %.   “Aquí juegan un papel importante las personas que trabajan con nosotros, porque se han concientizado de la importancia del cuidado del cultivo y de las mediciones, ellos han visto los beneficios que hemos tenido con este proceso. Propiciar el cambio depende de cada uno, si se empieza por el agua, se ve un cambio inmediato, la independencia del uso de químicos toma entre 10 y 15 años, pero eso no es nada a comparación de los retos que tienen las futuras generaciones”, expresó el agricultor.   ¿Cómo multiplicar productividad y rentabilidad con materia orgánica?   Una vez inició este cambio, Guido y su familia se dieron cuenta de la cantidad de materia orgánica que obtenían con los residuos de caña y el uso de microorganismos, como lombrices. De esta forma se empezaron a usar los restantes de la cosecha, como la linaza, la cual era desechada por las industrias licoreras en los diferentes caudales. Gracias a un sistema que ellos mismos idearon, este recurso era suministrado en la caña, de tal manera que no se diera la contaminación de aguas subterráneas o superficiales. (Lea: Pérdidas de sector cañicultor podrían ser del 20 % por sequía)   Por cada hectárea se usan 3.000 kilos de linaza, lo que le aporta a la producción un 46 % de materia orgánica; pero con los residuos de cosecha de la caña, que son 60 toneladas por cada hectárea, el suelo obtiene una cantidad de nutrientes como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, hierro, boro, zinc, entre otros.   “Aumentamos entre 15 y 20 toneladas de caña por cada hectárea, es decir que las utilidades se incrementaron 10 %. Pero todo ello se logró gracias a la superación de obstáculos como la mentalidad de la gente cuando se habla de control de malezas, ya no era una persona fumigando sino 14 arrancando malezas”, apuntó.   Asimismo, usan otros productos como gallinaza o pollinaza, que al compostarlos de manera adecuada, se convierten en importantes insumos para nutrir el suelo. Sin embargo, muchos se han preguntado si ese suelo podría tener un exceso en nutrición, de acuerdo con López, el secreto está en los análisis para conocer las necesidades de la tierra y de la caña.   “En el campo nunca tenemos sobrantes de materia orgánica, entre más aportemos, los resultados serán mejores”, puntualizó el productor de caña, quien agregó que el futuro está en compartir la información con otros agricultores, en realizar mediciones constantes para así tomar decisiones importantes que permiten el incremento en aspectos como utilidades, mano de obra, sostenibilidad y productividad.

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