Sombrero huaso chileno
Foto: Latistock Colombia.

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Sombrero huaso chileno, tradición bajo el sol austral

Por - 29 de Septiembre 2014


Los campesinos de la región central de Chile lucen sofisticados mientras galopan entre árboles y siembras. La razón: llevan puesto el sombrero huaso, un sello de identidad rural y, a la vez, la prenda más característica de su indumentaria.

La provincia de Curicó, en el valle de Maule, es un lugar bañado por el verde de los viñedos y los cultivos de frutas. Estos productos se han exportado a las mesas del mundo entero gracias al trabajo de los 'huasos', como son llamados los campesinos del centro y sur de Chile. (Lea: El joven héroe que construyó molinos eólicos con chatarra)

La palabra proviene del mapuche y del quechua Iwosu, que significa 'ancas de caballo'. Las primeras referencias de esta palabra se remontan al siglo XVIII, cuando los cronistas españoles empezaron a llamar así a los hombres que siempre andaban en caballo con una indumentaria que incluía faja, manta y sombrero.

El uso de estas prendas sigue vigente y, justo en la comuna Sagrada Familia, a tan solo 3 horas de camino de Santiago de Chile, la familia Bustamante protege el legado de la confección del sombrero huaso. “Elaborarlos ha mantenido a mi familia durante mucho tiempo. Ya son 40 años desde que mi tío me enseñó a fabricarlos y hoy es mi hijo quien sigue con la tradición", afirma Patricio Bustamante, sombrerero de la región. (Lea: Los secretos del mejor grano de café colombiano)

En su taller, Patricio se demora 3 días en realizar un sombrero con pelo de conejo, un material suave, impermeable y resistente.

El primer paso en la elaboración es tomar la medida del cliente y, con ayuda de un conformador (artilugio antiguo fabricado en Francia o Inglaterra, hecho de madera y latón), se marca la dimensión de la cabeza. Después, pasa por una horma que da la forma deseada, mientras se prepara cola hirviendo para el engomado. En esta etapa, el calor da consistencia al sombrero, hasta que este se seca y pasa por un formillón que permite conservar el mismo tamaño durante todo el proceso. (Lea: El carnicero artesanal)

Posteriormente, se determina el tamaño del ala y se conforma bien la copa. Hecho esto, podrá asentarse con plancha de hierro para fijar sus puntos de encuentro, marcar la dirección del pelo y formar su ala. El ritual está casi concluido: se pasa a la zona de adorno, donde se cose una cinta o un ribete hecho a mano al exterior, mientras que en la parte de adentro se pone el cordón para amarrar, el tafilete (zona de cuero que sirve para ajustar a la cabeza y recoger el sudor) y el forro.

Cultura a la cabeza

"Un huaso sin sombrero no es huaso", sentencia Bustamante. Pero, como toda la vestimenta, este artículo ha cambiado con el tiempo y la moda. A principios del siglo XX, se usaba una copa muy baja con ala corta pero, a mediados de la década de los años sesenta, los sombreros empezaron a tener formas desproporcionadas, con una copa muy alta y alas más pequeñas. Desde 1980, este empezó a tener el mismo tamaño que se conoce hoy. A través de dos siglos, la prenda huaso ha estado vigente en las actividades del campo chileno. (Lea: Las vacas con nombre producen más leche)

Una de las más tradicionales es el rodeo, considerado deporte nacional en 1962. En la medialuna (recinto circular en donde se disputa), los jinetes lucen el sombrero como muestra del espíritu corralero que se ha pasado de generación en generación.

Hoy los padres intentan que sus hijos sigan con el negocio fa miliar y preserven la tradición huasa, mientras que el sombrero es protagonista en la Semana de la Chilenidad, que se celebra la primera mitad de septiembre. (Lea: Crónica de un concurso de belleza de vacas lecheras)

Por: María Paula Triviño S.  para Avianca en Revista.