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UNAM ensaya alternativa de ganadería sostenible

03 de Agosto 2020

Evita la erosión del suelo, aumenta la producción, preserva la selva y reduce la emisión de metano del ganado.

Un tipo de ganadería sostenible, sobre todo para el trópico, aunque puede implementarse en otras zonas ganaderas de México, es el sistema silvopastoril intensivo, que el Instituto de Ecología desarrollará de manera experimental en diversos ranchos de Los Tuxtlas, Veracruz.

Dicho método, en cuya creación son precursores Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay, permite incrementar la producción lechera: de dos a ocho litros diarios por vaca, así como “hasta 12 veces la de carne”.

Tiene otras ventajas como lo corroboran las investigaciones de Rocío Santos Gally y colaboradores del Laboratorio Interacción Planta-Animal del Instituto de Ecología.

Los procesos silvopastoriles permiten conservar la fertilidad de la tierra, a diferencia de la ganadería convencional extensiva que causa erosión y pérdida de nutrientes y microorganismos del suelo. En esta última, aunque transitan por todas partes, las vacas se quedan más tiempo en algunos sitios y los compactan, ocasionando pérdida de fertilidad en los terrenos.

Para evitar lo anterior, en los sistemas silvopastoriles intensivos se divide el terreno de pastoreo con cercos eléctricos para que los animales pasen el menor tiempo posible en un solo potrero.

Más y mejor forraje

Otra de sus ventajas, es la inclusión de especies de plantas con mayor valor proteínico y mayor biomasa que los pastos. Del trópico húmedo, el grupo de ecólogos de la UNAM experimenta con la especie Tithonia diversifolia, cuyas hojas y tallos contienen hasta 28 por ciento de proteína, mientras que un pasto por muy bueno que sea no rebasa 10 %, aseguró Santos Gally.

La introducción de plantas que aumentan la biomasa comestible en los potreros hace más rentable a la ganadería sostenible que la convencional, ya que alimentar vacas con pasto o heno que venden en pacas resulta más costoso.

En cambio, y por eso son intensivos estos métodos silvopastoriles, se pueden sembrar más de 10 mil plantas por hectárea, lo que aumenta el forraje disponible y la calidad del alimento. Eso se traduce en un crecimiento mayor y más rápido de los animales, así como en una mayor producción de leche.

Preservar la selva

Una ventaja más del sistema, que además de especies forrajeras incluye árboles dentro de los potreros, es que ayuda a detener la frontera agrícola-ganadera, cuyo crecimiento ha propiciado la pérdida de 90 por ciento de las selvas en América.

En la ganadería extensiva convencional, el suelo pierde rápidamente su productividad pastoril por la compactación debida al apisonamiento animal. Eso lleva a la tala de otro pedazo de selva, cuyo suelo es muy nutritivo para el crecimiento de pasto.

La introducción en potreros de especies forrajeras como Thitonia diversifolia y Leucaena leucocephala, también originarias de México (sobre todo de Guerrero, Morelos, Colima, Oaxaca y Chiapas), no sólo ayudarán a detener el avance de esa frontera agrícola-ganadera sino además a preservar la selva, consideró.

Además de forrajeras por su gran biomasa, esas especies aportan nutrientes al suelo. Una promueve la acumulación de fósforo y la otra, de nitrógeno, muy importantes para las plantas y la formación de proteínas.

La inclusión de árboles en los potreros es necesaria para el bienestar y salud animal, porque al regular la temperatura evitan el estrés calórico que les causa estar “a pleno rayo del sol”. El calor hace que las vacas pierdan el apetito, afectando su tasa de crecimiento y la producción de leche.

Por eso, otra innovación de este proyecto es la inclusión de islas de vegetación. En parcelas dentro del potrero, se siembran árboles nativos (maderables, frutales y forrajeros), que funcionan como corredores biológicos (conectan los fragmentos de selva) y como puentes para aves e insectos polinizadores.

Las islas de vegetación y plantas forrajeras propician también servicios ecosistémicos como la fijación de carbono y la retención de agua y nutrientes en el suelo para el buen crecimiento de pastos.

Además, el cambio de dieta modifica los procesos digestivos de las vacas, lo que reduce la cantidad de metano y óxido nitroso que emiten a la atmósfera y disminuye así su contribución al calentamiento global.

Más vacas en menos espacio

La implantación de sistemas silvopastoriles beneficiaría a México, en donde la ganadería tropical extensiva tiene rendimiento de “medio a bajo”. Tienes “una cabeza por hectárea”. Con estos sistemas se pueden tener más vacas (cuatro) en menos espacio (una hectárea).

Como el país no tiene grandes planicies como Estados Unidos sino sitios que “no son zonas con vocación ganadera (hay pendientes por arriba de 45 grados), éstas se pueden aprovechar con árboles para la fijación de nitrógeno. En el Valle de México, que es una de las principales zonas productoras de leche de la nación, se podrían “intensificar terrenos” en Milpa Alta y Xochimilco, con especies que fijan nitrógeno para mejorar los suelos y sirvan como forraje animal.

En algunas zonas del territorio nacional, como Nayarit, ya se han implementado sistemas de este tipo, aunque no tan intensivos. En Apatzingán, Michoacán, hay ranchos con producción silvopastoril intensiva con Leucaena leucocephala como especie forrajera.

El sistema silvopastoril intensivo con Thitonia diversifolia como especie forrajera e islas de vegetación se implementará en 10 hectáreas del rancho Los Amigos y se espera sea un ejemplo que repliquen ganaderos innovadores de la región (“hay un grupo de 10 interesados”) y se contribuya así a detener la frontera ganadera y se preserve la selva en el trópico húmedo de México.

Para pasar a una ganadería sostenible en los trópicos (hay interés también en Campeche), Santos Gally y colaboradores ajustan la metodología con el propósito de que la trasferencia de esta tecnología y su implementación sea más sencilla.

En este proyecto transdisciplinario, además del Laboratorio Interacción Planta-Animal y del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, ambos del Instituto de Ecología, participan otras instituciones como el Tecnológico de San Andrés Tuxtla, el gobierno de Veracruz y asociaciones civiles.

Texto original en el siguiente enlace.