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Una opción

Por Miguel Gómez Martínez - 03 de Julio 2020

Menos salario, pero más ingreso puede ayudar a desbloquear la generación de empleo y a salvar empresas abrumadas por los elevados costos de operación.

Las cifras son terribles. La tasa de desempleo es del 21,4 por ciento, a mayo. En las trece principales ciudades fue de 24,5 por ciento. La población ocupada en mayo fue 17,3 millones de personas, 4,9 millones menos, frente al mismo mes de 2019.

Esta es la deuda social más grave que tiene Colombia y la causa principal de muchos otros males como la pobreza o la desigualdad. Hay varias explicaciones sobre las causas de este fenómeno.

Es, en esencia, un problema de productividad del trabajo. La baja productividad está ligada al déficit de capacitación y al modelo educativo donde la formación técnica y tecnológica han sido devaluadas en favor de una formación profesional de baja calidad.

Pero el factor más importante que explica el desempleo es su costo. Que los salarios en Colombia sean bajos y el desempleo elevado, es el resultado de un costo marginal del trabajo superior a su productividad marginal. Las empresas prefieren invertir en bienes de capital que pueden amortizar y cuyo costo es fácil de estimar.

En junio y diciembre se pagan las primas. Estos reconocimientos adicionales se suponen son una forma de participar a los trabajadores en utilidades. Pero no tienen relación directa con la generación de beneficios.

La empresa puede perder dinero y está obligada a asumir la prima. Son un derecho laboral adquirido que no se puede desconocer. Así, cada conquista sindical es una derrota para los desempleados y los informales.

Mientras más le paguemos a los trabajadores formales menos empleo habrá y más injusticia social tenemos.

Hay una salida para este bloqueo: en lugar de seguir aumentando el costo salarial deberíamos incentivar la distribución de una parte de la utilidad generada por la empresa entre los trabajadores.

La idea puede generar resistencia en propietarios y empleados, pero traería una cantidad de beneficios. El primero de ellos es alinear los intereses de ambos. Los dos tendrán interés en maximizar la utilidad. Trabajadores y propietarios estarían remando en la misma dirección lo que mejoraría la productividad y rentabilidad empresarial.

Ello permitiría desmontar la posición tradicional, fomentada por los sindicatos, de que cada triunfo de los empleados debe ser una concesión del patrono. Lo que ganan unos, lo pierden los otros lo que endurece las posiciones negociadoras y deteriora el clima empresarial.

Participar a los trabajadores en la utilidad de la empresa es un gana-gana. El salario deja de ser la única fuente de ingreso. Los trabajadores visualizarían que mientras más altos sean los costos, entre ellos el salario, menos utilidad; mejorar la productividad eleva las ganancias y los beneficios para ellos.

El empleado reconocería la importancia de trabajar más concentrado, garantizando calidad y entendiendo la importancia de ser competitivo.

En Estados Unidos, símbolo del capitalismo, han dado un paso adicional. Muchas empresas ofrecen a sus trabajadores acciones como forma de remuneración lo que los hace partícipes de las utilidades y además propietarios.

Menos salario, pero más ingreso puede ayudar a desbloquear la generación de empleo y a salvar empresas abrumadas por los elevados costos de operación.

Miguel Gómez Martínez

Presidente de Fasecolda

[email protected]

Portafolio, junio 30 de 2020