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Foto: Nadège Mazars/Banco Mundial.

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De cazador a protector de la vida silvestre

Por - 17 de Noviembre 2020


Durante décadas, la caza ilegal y la pesca excesiva en la Orinoquía contribuyeron a una disminución significativa de la biodiversidad.

Jacinto Teherán era solo un adolescente cuando empezó a buscar animales silvestres en los bosques y ríos ricos en biodiversidad en la región colombiana de la Orinoquía. (Lea: Prácticas sencillas de sobre biodiversidad y ganadería en Colombia)

“He sido de todo: pescador, agricultor y cazador. Cacé jaguares para vender la piel. La piel del tigrillo también valía mucho dinero”, recordó este hombre de 60 años que vive en Puerto Carreño, una pequeña ciudad en la frontera noreste con Venezuela rodeada de muchos ríos, bosques y sabanas.

En los ecosistemas de la zona viven miles de especies, cuyas poblaciones han disminuido en los últimos años debido a la pesca excesiva y la caza. En Colombia, desde 1981, es ilegal cazar jaguares para venderlos en el exterior. Tanto el jaguar como el tigrillo forman parte de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. 

Teherán se dio cuenta del impacto que tenía en la zona su afición por la caza solo cuando empezó a trabajar en la Fundación Omacha de Colombia, hace 16 años. (Lea: La agricultura y la ganadería ecológica mejoran la biodiversidad)

Omacha es una organización no gubernamental que tiene como objetivo conservar la diversidad biológica de agua dulce en las regiones de la Orinoquía y la Amazonia. La Fundación posee una reserva natural llamada Bojonawi (‘nutria’ en la lengua sikuani), en que se protegen a los delfines de río, los monos aulladores, los tapires, los zorros, y muchas otras especies.

Hoy, en vez de cazar, Teherán transporta en bote a investigadores y turistas hasta la reserva de la Fundación Omacha. También ha colaborado con un científico local en diversos proyectos de investigación universitarios.

El éxito de la Fundación Omacha se debe en parte a que trabaja con los habitantes locales, como Teherán, para cuidar los ríos y los bosques de la zona. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. (Lea: Ganadería ecológica podría alimentar al mundo sin dañar el ecosistema)

La biodiversidad de la región sigue estando amenazada por prácticas ilegales, el uso insostenible del suelo, grandes iniciativas agroindustriales, la caza y la contaminación. Estas amenazas han empeorado debido a la falta de capacidad para hacer cumplir la ley, un alto nivel de pobreza y la información poco fiable y fragmentada sobre los territorios. En conjunto, estas realidades representan un gran obstáculo para que los encargados de tomar decisiones propongan planes y políticas sobre el uso sostenible del suelo.

Dos programas del Banco Mundial tienen como objetivo contribuir al desarrollo sostenible y la conservación de esta región, que se considera como una de las últimas fronteras agrícolas del mundo.

En mayo de 2019, Colombia inició (i) su Proyecto de Desarrollo Sostenible con Bajos Niveles de Emisión de Carbono en la región de la Orinoquía, con el apoyo de la Iniciativa sobre Paisajes Forestales Sostenibles (ISFL) del Fondo del Biocarbono (i). El proyecto es administrado por el Banco Mundial y recibe el respaldo de diversos Gobiernos donantes, entre ellos el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de Alemania; la Iniciativa Internacional sobre el Clima y los Bosques (NICFI) de Noruega; la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE); el Departamento de Empresas, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) y el Departamento de Asuntos Ambientales, Alimentarios y Rurales (DEFRA) del Reino Unido, y el Departamento de Estado de los Estados Unidos (DOS).

“La relación entre ecosistemas saludables y bosques saludables es indiscutible. Por ello un aspecto central del programa de la ISFL en Colombia es apoyar la protección de la biodiversidad ecológica crítica que se encuentra en paisajes en riesgo”, dijo el gerente de la ISFL, Roy Parizat.

El programa de la ISFL ayuda a crear un entorno propicio que fomentará el crecimiento económico en armonía con la protección del medio ambiente de la región. Es liderado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en colaboración con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Departamento Nacional de Planeación y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales. (Lea: Así es la contribución de sistemas silvopastoriles en islas de biodiversidad)

El Proyecto de Paisajes Sostenibles e Integrados en la Orinoquía, apoyado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), se implementa también en la Orinoquía para recopilar información sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos críticos de esta región colombiana. El proyecto se focaliza en mejorar la gestión en las actuales y futuras áreas protegidas, así como en apoyar la restauración ecológica y la transición hacia sistemas productivos más sostenibles. Se espera que esta labor tendrá un impacto positivo en la importante función de regulación del agua que desempeña la región.

Ambos programas procuran crear mejores condiciones para la conservación de la biodiversidad en la Orinoquía.

“Hay muchas cosas que se pueden enseñar a la gente”, dijo Teherán. “Los animales son muy importantes, y se nos está agotando lo que tenemos. No queremos perder nuestra diversidad biológica, y si no la protegemos, desaparecerá”, remató.

Fuente: Banco Mundial.