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¿A qué juegan los industriales y animalistas oponiéndose a la exportación de ganado en pie?

Por - 29 de Julio 2020

El de los animalistas es claro: su verdadero interés es acabar con la ganadería; quieren imponer a los colombianos su cultura y sistema de alimentación. ¿A qué juegan los industriales agrupados en Frigoríficos de Colombia?


El de los animalistas es claro: su verdadero interés es acabar con la ganadería; quieren imponer a los colombianos su cultura y sistema de alimentación. ¿A qué juegan los industriales agrupados en Frigoríficos de Colombia?

Una serie de mitos se han venido divulgando en algunos medios de comunicación y redes sociales sobre la exportación de ganado en pie. Los animalistas han estigmatizado este comercio legal bautizándolo como los “barcos de la muerte”, presentan fotos de casos ajenos al país y algunos representantes de la industria han aprovechado esta situación para unirse al coro de opositores y afectar una transacción que genera ingresos para los productores colombianos.

Recientemente, el representante a la Cámara Oswaldo Arcos Benavides, presentó un proyecto de ley que busca prohibir la exportación marítima de animales en pie con fines de consumo. Es la segunda vez que este político intenta cercenar el derecho que tienen los ganaderos colombianos de vender sus animales vivos en el mercado internacional.

Privar a los productores colombianos de la exportación de su ganado en pie es, guardadas las proporciones, como decirles a los cafeteros que no pueden vender grano en cereza o pergamino seco sino que solo deben transar grano tostado, o que no pueden vender café estándar sino solo grano especial con ciertos sellos de calidad. El campesino decide cómo quiere vender y el comprador escoge qué compra. (Lea. Prohibir la exportación de ganado en pie, un sinsentido)

Es obvio que si el cafetero, cacaotero o fruticultor vende con algún grado de industrialización o con sellos de calidad, recibirá más dinero en sus ventas. Pero también es cierto que si desea solo vender un café de combate lo puede hacer, así reciba menos recursos de los compradores privados o sus cooperativas cafeteras.

Exportaciones de carne colombiana

¿Por qué con la ganadería no se puede hacer lo mismo? Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), las cifras de exportación de carne a mayo de 2020 alcanzaron 12 544 toneladas y un valor de USD 45 051 000. Por otra parte, las ventas internacionales de ganado vivo -durante el mismo periodo- totalizaron 93 882 toneladas equivalentes a 49,9 millones de dólares.

Es claro que si el ganadero vende la carne obtendrá más dinero y si vende el ganado en pie el ingreso será menor, pero eso es decisión de él. Además, el mercado internacional de la carne colombiana no es muy amplio debido a los múltiples requisitos que algunos países exigen en temas de admisibilidad.

Los países que compran carne de Colombia son básicamente 10: Líbano, Jordania, Libia, Rusia, Hong Kong, Emiratos Árabes, Egipto, Birmania, Arabia Saudita y Vietnam (hay otros que compran en mínima cantidad). En el corte del quinto mes de este año se tuvo que Libia compró el 21 % de la carne que los empresarios nacionales vendieron en el exterior. Por otro lado, solo cuatro naciones negocian ganado en pie con empresarios colombianos: Irak, Egipto, Jordania y Líbano. El mayor comprador es Irak (48.110 bovinos).

Para los animalistas, como la concejal de Bogotá, Andrea Padilla, es muy fácil decir que lo mejor para el sector es vender carne congelada o en canal. No saben el arduo y complejo proceso que se requiere para lograr la admisibilidad de la carne colombiana en los mercados internacionales.

El proyecto del representante a la Cámara Oswaldo Arco está en la misma línea. En el numeral 4 titulado “Modificación de las exportaciones” sostiene que “la exportación de carne refrigerada o congelada produce mayores ingresos que la venta de animales vivos”.

El verdadero interés de los animalistas no es que se prohíba la exportación de ganado en pie para mejorar el bienestar animal, sino criticar la producción bovina y al sector ganadero de manera permanente. A ellos no les interesa que se venda carne en canal, sino acabar con la ganadería. Quieren imponer a los colombianos su cultura y sistema de alimentación.

Apertura de mercados, la prioridad

En la cartilla “Sector cárnico bovino colombiano: competitividad e internacionalización”, publicada por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) con insumos aportados por el Fondo de Estabilización de Precios (FEP), se indica que el abanico de países de comprarán carne nacional puede ampliarse en 2021 con Qatar, Kwait, Bahréin, Hong Kong, Vietnam e Indonesia; en 2022 se añadirían China, Singapur, Canadá, Unión Europea, Filipinas, Argelia, Malasia y Estados Unidos; y en 2023 y en adelante, Corea del Sur.

Sin embargo, la tarea no es nada fácil y requiere del trabajo articulado de todos, tanto los productores, como el gremio, los industriales y la institucionalidad. Es decir, todos empujando del mismo lado.

Pero pareciera que algunos representantes de la industria están más del lado de los animalistas que del sector. Recientemente se reunieron con el Ministerio de Agricultura y el ICA, de espaldas a la Cámara Gremial de la Carne, para quejarse de lo que consideran condiciones inequitativas frente a los exportadores de ganado en pie.

La industria, ¿de qué lado está?

Gustavo Castro Guerrero, director de la Asociación Colombiana de Industriales de la Carne (ACINCA), expresó que creen en la libre competencia, en la libertad de comercio. “No creemos en las restricciones. Lo único que solicitamos es que todos los actores que estén en el mercado del ganado para sacrificio, exportación o ganado para exportación en forma viva, tengan exactamente las mismas condiciones”.

El exministro de Agricultura sostuvo que “como está el mercado, encontramos dos posiciones completamente diferentes, desequilibradas, entre la exportación en pie que goza de unos beneficios que no tiene la industria cárnica”.

El director de ACINCA dijo que el exportador del ganado en pie solo tiene un costo: llevar el ganado de la finca al puerto. “Si usted mira la exportación de carne, hay que llevarla a una planta de sacrificio con una inversión cuantiosa en infraestructura, en capacitación, en refrigeración y no solamente eso, sino que a la industria cárnica le toca pagar impuesto de degüello, la tasa por Inspección, Vigilancia y Control de Invima, todos los parafiscales”.

Castro Guerrero sostuvo que le pidieron al gobierno nacional igualdad de condiciones. “Que trabajemos en un libre mercado, pero en términos exactamente iguales. Esa es la visión nuestra”. Sin embargo, dijo desconocer el texto del proyecto de ley presentado por el representante Oswaldo Arcos.

Apoyan el proyecto de ley

El representante de Frigoríficos de Colombia manifestó que tienen “una preocupación por el incremento desmedido e incontrolado en la exportación de animales vivos. Tradicionalmente las exportaciones deben ser de carne refrigerada, congelada o en canal, pero no animales en pie”.

Reconoció que le presentaron una comunicación al ministro de Agricultura y, en consecuencia, se organizó una reunión con las entidades públicas para manifestarles esas inquietudes. “Nosotros hicimos un análisis de la situación del sector hablando de las consecuencias que generan las exportaciones de animales en pie y le hicimos una propuesta al gobierno nacional”.

Entre las propuestas presentadas por Frigoríficos de Colombia están establecer un protocolo que garantice el bienestar de los animales, que no se exporten bovinos en pie durante la pandemia, reglamentar el peso de salida de los animales cuando se vendan al exterior (por encima de 450 kilogramos) y que estas transacciones sean sujetas de impuestos similares a las de los frigoríficos.

“Hemos escuchado la noticia del proyecto de ley y apoyamos la iniciativa del Congresista y de la concejal que lo está apoyando. Si por el lado gremial no podemos, entonces haremos el intento por el Legislativo”, dijo el representante de Frigoríficos de Colombia.

Agregó que pronto tendrán una reunión con el congresista Oswaldo Arcos y la concejal Andrea Padilla. ¿A qué juegan?