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La lista de los sistemas desarrollados para identificar el ganado

Por - 15 de Agosto 2020

Desde hace miles de año, los propietarios de ganado se han acostumbrado a marcar sus animales para identificarlos y reconocerlos como propios. A lo largo de este tiempo, la técnica empleada era el hierro caliente, pero en los últimos años se han desarrollado métodos gracias a los avances tecnológicos.


Desde hace miles de año, los propietarios de ganado se han acostumbrado a marcar sus animales para identificarlos y reconocerlos como propios. A lo largo de este tiempo, la técnica empleada era el hierro caliente, pero en los últimos años se han desarrollado métodos gracias a los avances tecnológicos.

Según la FAO, el herrado (marca con hierro candente) fue utilizado para asociar a los animales con sus propietarios, pero también “muchas tribus pastoriles desarrollaron sofisticados sistemas para la identificación basados en el color de la piel y los patrones de color.”

En la actualidad, existen dos razones principales para poner dispositivos en los animales: la prueba de propiedad y el manejo/rastreabilidad para conocer su recorrido en la cadena de producción. (Lea: Chip, bolo en rumen o chapeta, tecnologías para identificar reses)

Sin duda alguna, los ganaderos siempre han procurado demostrar la marca de propiedad en sus semovientes, para recuperarlos después de un robo o para distinguirlos cuando se reúnen en subastas o exposiciones. A continuación, se detallan los métodos usados para este fin:

Herrado por calor

El empleo de hierros calientes data de hace más 4000 años. Su uso se remonta a los antiguos egipcios alrededor del 2700 a. C. Por su parte, los antiguos romanos usaron símbolos como parte de un hechizo mágico destinado a proteger a los animales de cualquier daño.

Para la Edad Media, en Europa se volvió una práctica común el proceso de quemar una marca en animales de ganado con pieles gruesas, como los bovinos bajo animus revertendi (un concepto creado para proteger a los animales domésticos). La práctica de herrado se generalizó particularmente en naciones con grandes regiones de pastoreo de ganado como España.

Si bien pone una marca permanente en el animal, el herrado tiene varias desventajas:

  • Hay un límite de tamaño, por lo cual no se pueden poner muchos símbolos en la piel de animal, lo que dificulta la identificación animal.
  • Este método daña y devalúa el cuero del animal, entre más grande la marca, mayor el daño y la pérdida financiera.
  • Un herrado deficiente o el uso de símbolos ambiguos afecta negativamente la legibilidad de la marca.
  • Cuando los animales crecen, las marcas aplicadas durante la juventud se deforman, de modo que en la edad adulta, se vuelven ilegibles.
  • Diferentes propietarios pueden (intencionalmente o no) usar marcas iguales o similares, causando confusión, aunque esto se ha corregido con el registro de los hierros.
  • Debido a que se suele colocar en sitios para minimizar el daño al cuero, se dificulta su lectura, especialmente cuando los animales están parados en los corrales y la estructura del corral entorpece la visión.

Pero además, han surgido diversos cuestionamientos sobre el bienestar animal, pues no se puede negar que el herrado causa dolor y angustia. A pesar de sus obvias desventajas, este método es el que más se utilizar por ser el más barato, sobre todo en países en vía de desarrollo. Sin embargo, no atiende la segunda razón para marcar: la trazabilidad.

Herrado en frío

En lugar de usar una llama para calentar el hierro, se utiliza nitrógeno líquido para enfriarlo a muy bajas temperaturas con el fin de marcar al animal. En consecuencia, tiene las mismas desventajas que el herrado con calor, aunque se presume que es menos doloroso.

Debido a que requiere de un elemento de difícil obtención, como es el nitrógeno líquido, resulta una técnica cara y difícil de aplicar, por lo que está fuera del alcance del pequeño productor. (Lea: ¿Conoce cuáles son los requerimientos del DIN para identificar el ganado?)

Tatuaje

La FAO sostiene que el uso de tatuajes tiene el mismo propósito de marcación que el herrado, por lo cual reviste las mismas desventajas: no existe un control central sobre la aplicación de tatuajes, hay una cantidad limitada de símbolos a usar y su lectura es un gran problema.

Según explica, a los animales se les tatúa dentro de los orejas, lo cual dificulta aún más el reconocimiento, pues tienen que ser examinados para ver las marcas y descifrarlas. En consecuencia, el tatuaje solo es útil para confirmar la propiedad.

Otra desventaja ocurre cuando el animal tiene dueños sucesivos: en tanto que el herrado puede hacerse en varias partes del cuerpo, el ejemplar dispone de solo dos orejas para tatuar. (Lea: "La trazabilidad va más allá de colocar la chapeta": gerente de IdentifICA)

Manejo y rastreabilidad

Con el paso de los años, la confirmación de propiedad ha pasado a un segundo plano y, en cambio, se ha puesto de relieve la identificación para registrar el progreso de los semovientes en términos de ganancia de peso, fertilidad, susceptibilidad a enfermedades, entre otros. Esto facilita los cruzamientos, la selección y el manejo.

Más recientemente, ha surgido la necesidad de identificar los animales con propósitos de trazabilidad, para rastrear hacia atrás y detectar problemas a lo largo de la cadena de producción o en la carne derivada de ese animal.

Para este propósito, se han desarrollado varios sistemas que se sirven de tecnología más avanzada para colocar marcas sobre o dentro del animal para su identificación que cumplen con estas necesidades de manejo. A continuación, la FAO detalla estos métodos:

Aretes visuales u orejeras

El uso de aretes en las orejas no es tan reciente como podrían suponer algunas personas. De hecho, se cree que las marcas de oreja se empezaron a usar en 1799 bajo la dirección de Sir Joseph Banks, presidente de la Royal Society, para identificar ovejas del rey Jorge III en Gran Bretañas.

En Estados Unidos, los aretes se incorporaron para identificar razas en 1895, mientras que en Canadá se desarrollaron en 1913 como un mecanismo para identificar el ganado cuando se realizaban pruebas de tuberculosis, uso que también se replicó en Reino Unido.

Las primeras marcas auriculares o chapetas estaban hechos de acero con niquelado. Después de la Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron etiquetas de plástico más grandes con forma de la bandera de EE. UU., diseñados para ser visibles desde la distancia.

Por su parte, los productores empezaron a elaborar los propios de forma manual, pero la duración de estos aretes se ha cuestionado, especialmente si se caen, se borran o se hacen ilegibles. (Lea: 5 elementos para lograr la trazabilidad bovina en Colombia)  

A lo largo del tiempo se han hecho grandes progresos y hoy en día se encuentran disponibles aretes dobles a prueba de adulteración que son impresos con tecnología láser, con alta tasa de retención y permanecen legibles por muchos años.

Las orejeras se colocan fácilmente por medio de un aplicador y se imprimen con códigos alfanuméricos de varios caracteres para identificar de manera efectiva y única a cada animal individual, siendo claros y legibles desde una distancia de alrededor de 2 m.

Pueden durar toda la vida de un animal para sacrificio y se pueden usar para registrar su progreso en todos los pasos de la cadena de producción. Se han desarrollado en varias formas y tamaños para diferentes especies, desde las chapetas grandes de plástico para bovinos y búfalos y los aretes pequeños (plásticos o metálicos) para ovinos y caprinos.

Al usar códigos alfanuméricos, pueden ser almacenados en bases de datos computarizadas. No obstante, la principal desventaja es que el registro de la identidad animal a través de la cadena de producción se debe hacer manualmente y puede estar sujeta a errores de transcripción.

Aretes con código de barras

Los aretes con código de barras constituyen un avance adicional, pues tienen las ventajas de las chapetas respecto a la retención y legibilidad, a las que se suma el hecho de que la lectura y el registro se hacen electrónicamente con el uso de un lector o escáner de códigos, con lo cual se elimina el error humano.

Pero también pueden presentarse como problemas, como la ilegibilidad del código a causa de la suciedad, por lo cual debe ser limpiado previamente, o las limitaciones de la infraestructura electrónica, pues se requiere un computador con escáner.

Aretes RFID

El desarrollo más reciente en identificación es el uso de dispositivos de identificación de radio frecuencia (RFIDs o microradiofaros). Los radiofaros están disponibles en varios tipos con diferentes capacidades en términos de programación (los chips más sofisticados pueden usarse para registrar información sobre el animal que lo porta) y en términos de la distancia de lectura.

A pesar de ser más avanzados, tienen las mismas desventajas que los códigos de barras: se necesita una cara infraestructura electrónica y los radiofaros en sí son muy caros. Una chapeta con RFID puede costar dos o tres veces más que un simple arete visual.

Implantes RFID

La implantación subcutánea de microradiofaros se realiza con un dispositivo similar a una jeringa hipodérmica grande, ubicándose usualmente bajo la piel de la oreja. Aparte de los costos y otras desventajas similares a los anteriores dispositivos, estos migran bajo la piel, lo cual hace que en muchos casos tengan que ser “buscados”.

Bolos RFID

Los microradiofaros también pueden colocarse dentro de bolos de cerámica que pueden dosificarse a rumiantes jóvenes y quedar permanentemente en el retículo. Aunque esto identifica permanente e invisiblemente al animal, su dosificación puede ser difícil y estar fuera del alcance de muchos productores, por su costo.

Identificación intrínseca

Actualmente se están investigando otros medios de identificación como el registro de patrones retinales únicos del ojo, huellas nasales, identificación genética de animales. Todos requieren aparatos complejos y caros para la prueba/registro de cada individuo, además de establecer sofisticadas bases de datos.

A pesar de que puedan ser más infalibles que los anteriores, por el momento no se les considera ni prácticos ni lo suficientemente baratos para el uso diario en la granja.

Fuente: FAO