Alimentación basada en animales
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¿Cuánto sabe de la alimentación basada en animales? La respuesta le sorprenderá

Por - 27 de Marzo 2022


Una alimentación basada en productos animales es una herramienta eficiente para poner en marcha en la gran mayoría de las personas la curación y para sostener la salud humana. Según la opinión experta, hay que celebrar el despertar de esta corriente regenerativa.

¿Tiene claro usted qué es la alimentación basada en animales? ¿Cree que es lo contrario de una dieta basada en plantas? Se sorprenderá la respuesta dada por expertos MDS de la comunidad científica.

La opinión calificada de expertos consultados asegura que la respuesta a estas preguntas es un NO rotundo, pues no se sitúa en el extremo opuesto del movimiento vegano o del vegetarianismo. “Somos flexibles y, de hecho, nos preocupa el medio ambiente y el bienestar animal. Esta nutrición comprende todo un espectro que va desde la dieta carnívora estricta hasta la dieta omnívora baja en carbohidratos”, afirman los expertos desde la comunidad científica. (Lea: La carne, alimento vital en todas las etapas del ser humano).

De esta manera se puede estimular, en algún punto del espectro, la cetogénesis nutricional, que es sinónimo de quema de grasas, razón por la cual esta alimentación basada en animales puede tratar con éxito el sobrepeso y la resistencia a la insulina.

El tipo de carbohidratos, plantas, proteínas, grasas o lácteos que se incluyan en la dieta puede ser cambiante, dependiendo del terreno intestinal, de la condición alérgica-infamatoria, y de la carga oxidativa que va inducido en la persona por su estilo de vida. No hay un guion o protocolo especifico a seguir, sino todas unas pautas para la auto exploración y el autodescubrimiento, para dar con aquello que, por ejemplo, ‘cae mal’ o ‘engorda’. (Lea: Cómo conseguir lácteos más saludables cambiando la alimentación del ganado lechero)

Para los expertos, hay quienes, por ejemplo, optan por una dieta carnívora, pero con adición de carbohidratos procedentes de tubérculos, vegetales y frutas en ciertas épocas del año y según la altitud. Mientras que, por otro lado, hay quienes basan su dieta en productos del mar, pescado y mariscos, con lácteos y grasas de animales terrestres, pero sin carnes rojas y sin o con muy pocas plantas.

Esto quiere decir, como lo expresa la comunidad científica, que “el objetivo es optimizar las funciones del cuerpo con aportes nutricionales (vitaminas, minerales, aminoácidos, oligoelementos) muy por encima de las cantidades recomendadas por la nutrición convencional, o sea buscamos la densidad nutricional”.

En este orden de ideas, la persona tendría que comer unas 3 tazas de col rizada o kale para obtener la misma cantidad de hierro en una onza de hígado de ternera cocido, que es aproximadamente ¼ del tamaño de la planta de tu mano.

Un paquete nutricional completo

Enn opinión de expertos, “no estamos hablando del mismo hierro. Y para obtener la misma cantidad de vitamina A que una onza de hígado, tendría que consumir unas 53 tazas de col rizada, por no mencionar que la biodisponibilidad de la vitamina A de las plantas (en realidad betacaroteno) es mucho menor que los alimentos de origen animal”.

La carne de músculo, las vísceras, los tejidos conectivos del animal, su grasa y sus huesos nos ofrecen un paquete nutricional completo. En cambio, la recomendación de comer más frutas y vegetales para “estar más saludables está mandada a recoger. No queremos polarizar, sino dar a conocer una verdad de la que nadie habla. No nos parece ético decirles a los nativos de la Costa Pacífica, una población que tradicionalmente ha dependido de los frutos del mar y de las carnes silvestres que debe comer más frutas y vegetales porque sus alimentos tradicionales están en la categoría roja porque causan enfermedades cardíacas por ser ricos en grasas saturadas, cuando no es así”.

Hay que tener en cuenta que, no todo el mundo tiene acceso a productos frescos locales como frutas y verduras —que no se cultivan durante todo el año en todos los lugares, no están disponibles para todo el mundo— y, por sus calorías, peso y micronutrientes, son más caros que la carne, según argumentan los expertos calificados en el tema.

La dieta colombiana

Las directrices dietéticas para la población colombiana están basadas en que recomiendan ingerir de 4 a 6 raciones diarias de carbohidratos o sea de cereales, féculas y harinas tales como tubérculos, arroz y productos de trigo como panes, pastas y galletas.

“Todos estos carbohidratos los descompone el cuerpo en azúcar. De manera que estas 4 o 6 raciones de carbohidratos equivalen a 22 imperdonables cucharaditas de azúcar. El cuerpo humano puede pasar días, semanas y meses enteros sin una sola cucharadita de azúcar, o sea sin carbohidratos. Por su parte, el consumo óptimo de azúcar para la salud es cero. El azúcar debe ser relegado al estatus de condimento o aditivo alimentario, en lugar de alimento”, describe este grupo calificado.

Pero la pregunta es, ¿por qué no tener en cuenta mejor las tradiciones con las que todas las comunidades han prosperado durante siglos y la idoneidad climática de una región para producir y almacenar sus alimentos?

De acuerdo con lo manifestado, lo bueno de esto es que “nadie puede legislar para que la gente coma de una determinada manera. Al basarnos en productos de origen animal no significa que no podemos en un determinado día comer un gran plato de frutas de la estación (salvo si se es prediabético, diabético o si presenta intolerancia a la fructosa)”.

Pero la persona debe primero asegurarse de cubrir todos los requerimientos nutricionales, porque las frutas, al igual que todas las plantas (incluyendo al plátano), no ofrecen densidad nutricional. Por lo que primero lo primero, luego carbohidratos, frutas y azúcares.

Nutrición: ¿qué es lo primero?

Las vacas, las cabras, las ovejas, los venados, los carneros, los búfalos son seres mágicos y sagrados. “Estos mamíferos rumean: mastican muchas veces las plantas que los humanos no pueden o no quieren comer y las transforman en el alimento más denso, en nutrientes del mundo para nosotros. ¡La carne animal! Y todo lo que necesitan es sol, hierba y agua”, dice la comunidad científica consultada.

Es por esto que la producción de carne puede ser sostenible. El 40 % de la tierra arable del mundo no puede utilizarse para cultivar plantas porque son pastizales. Pero según la consulta experta, los magos de los rumiantes pueden tomar el pasto y convertirlo en carne y muchas más cosas, desde cuerdas para instrumentos hasta lubricantes, desodorantes y fertilizantes.

“Deberíamos tenerles mucha gratitud y amor, no calumniarlos. Mediante la ganadería sostenible y los sistemas silvopastoriles los rumiantes pueden reducir el carbono de la atmósfera. Además, una alimentación basada en productos animales es una herramienta para poner en marcha la curación en la gran mayoría de las personas y para sostener la salud humana. Por eso queremos agradecerles a estas criaturas que añaden nutrientes a nuestra dieta y al suelo terrestre”.

Según la opinión experta, hay que celebrar el despertar de esta corriente regenerativa. De tal forma que las personas se vuelvan unas regeneradoras de la salud y del ecosistema apoyando la alimentación basada en animales en el marco de una nueva cadena de valor de la carne que está creciendo.

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