default

Eran 5.000. Ya lo supimos

Por Fernando Londoño - 31 de Enero 2017

Lo que están anunciando el Gobierno y las FARC, que son la misma cosa, es la entrada triunfal de 5.000 bandidos a las Zonas de Tolerancia. Ya verán ustedes que no llega ese número, pero vamos a creer que sí, en gracia de la discusión, como decían los escolásticos.

Lo que están anunciando el Gobierno y las FARC, que son la misma cosa, es la entrada triunfal de 5.000 bandidos a las Zonas de Tolerancia. Ya verán ustedes que no llega ese número, pero vamos a creer que sí, en gracia de la discusión, como decían los escolásticos.   De modo que el balance es fácil. 5.000 delincuentes terroristas han puesto de rodillas a 49 millones de colombianos, que cuentan para su defensa con una Fuerza Militar de 300 mil combatientes, de tierra mar y aire, más una Policía de casi 150 mil. En términos de armas, 5.000 sin marina ni aviación han derrotado 450 mil que lo han tenido todo, incluyendo el concurso, entrenamiento y medios del más poderoso ejército del mundo, el de los Estados Unidos. Algo parecido no se vio nunca.   Los que llegan traen armas, que no sabemos cuáles son, ni cuántas. Tal vez una escopeta vieja y una pistola oxidada por cabeza, mientras guardan su moderno arsenal en buenos escondites, o en las manos de sus nuevos o viejos compinches. Ya veremos.   Las condiciones de concentración son envidiables. Custodiados por civiles enviados por la ONU, todos mamertos y amigos suyos, la pasarán bomba, como dicen en España. Porque tendrán alojamiento a todo dar, carreteras en perfecto estado, todos los servicios públicos gratuitos, como valen la pena, sala de conferencias, biblioteca, guardería, campos de fútbol, televisiones a color, internet de alta velocidad, puesto de salud, ambulancia en la puerta, cuota inicial de $2 millones, 90 % del salario mínimo mensual para whisky o ginebra y $8 millones al final, cuando se vayan, para un proyecto productivo. Y con todo eso, no consiguen más de 5.000.   Se trata de gente muy especial. Porque sus zonas están separadas de todo, incluyendo los campos de coca. Pero al mismo tiempo andarán por los campos de coca convenciendo a los campesinos para que la cambien por yuca y plátano. ¿No es sensacional?   Ese desmirriado Ejército, lo llamamos así por extrema generosidad, es el que manda en Colombia. Tienen ya en sus manos el poder legislativo, como que no habrá Proyecto de Ley ni Decreto con esa fuerza que conozca el Congreso sin conocimiento y aprobación de la Comisión de Seguimiento, que ellos dominan, con el voto emocionante de Chile, Noruega, la Cuba de Raúl y la Venezuela de Maduro, para casos improbables de empate.   Ya se aprueba la Justicia para su venganza, especialmente contra nuestros hombres de armas, que no se han podido dar cuenta de lo que les va a pasar. Ajustadas las cuentas con los militares, estos jueces tan imparciales la emprenderán contra el Presidente Uribe y contra cualquiera que supongan su enemigo. Con el alias de paramilitares, todos van para presidio.   Poder ejecutivo no hay en Colombia, pero según el Acuerdo las FARC serán dueñas del presupuesto, las inversiones, la propiedad privada, es decir, de todo. No es exageración aquello de que los 5.000 ya son los amos de Colombia.   A quien le cuenten esta historia, se burlará del que la relata. Porque es absolutamente grotesca e inverosímil. Pero lo malo es que es cierta. Claro que solo podía hacerla posible un traidor en grande escala. Pues para eso estaba Santos y para eso sus enviados a La Habana, y para eso sus congresistas llenos de mermelada y los medios de comunicación, no todos, por fortuna, que se vendieron por 10 centavos. O por otras 30 monedas.   Periódico Debate, enero 30 de 2017.