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¿Y el comercio internacional?

Por - 28 de Febrero 2023

Típicamente hemos hablado de las posibilidades de la ganadería colombiana: puesto número cuatro en Latinoamérica en el tamaño de su hato, catorceavo en la producción mundial de leche y doceavo en la de carne. El ganadero hace su tarea, por su puesto mucho por mejorar, pero ¿qué pasa con el valor agregado y el comercio internacional?

Efectivamente las difíciles condiciones de mercado para la ganadería de los últimos años, así como los problemas estructurales del sector rural, hacen que producir leche o animales vivos en el país sea tarea de héroes. Aún así, muchos de los macroindicadores de productividad y competitividad del eslabón primario han mejorado sustancialmente.   Sin embargo falta algo. El comercio internacional aún no toma la dinámica que requiere el sector pues sub-aprovecha las ventajas naturales que tiene el país y no es contundente en dejar atrás barreras no arancelarias en materia de sanidad animal.   En el caso de la exportación de carne existen aprendizajes, experiencias y logros. Sin duda, la industria cárnica se ha atrevido a hacer exploraciones en nuevos mercados después de haber colocado todos los “huevos en el mismo cesto”, con la experiencia del mercado venezolano y su cierre en 2009. Precisamente para dicha época, 2008, demostró que existe capacidad exportadora cuando los envíos al vecino país superaron los USD755 millones. No cualquiera lo logra.   Después de caer y levantarse, diversificando los destinos de exportación, en 2017 la cifra de envíos al exterior entre carne y animales vivos, alcanzó los USD119 millones, a pesar del cierre de diferentes mercados por temas de fiebre aftosa. En 2018 dicha cifra se superará y el reto en el mediano plazo es alcanzar los USD450 millones que en algún momento se plantearon en los Proyectos de Interés Nacional y Estratégico (Pines) del Gobierno Nacional. El mensaje hoy es que existe bastante por hacer.   En el caso lechero la situación es diferente. Una balanza comercial láctea que desde 2011 es deficitaria y que a pesar de tener grandes empresas de tradición, renombre y calidad, no registran niveles de exportación alentadores que puedan dar salida a la producción interna. Entre 2010 y 2017 el promedio anual de exportaciones fue tan solo de 4.250 toneladas, unos USD14 millones anuales.   Esta semana por ejemplo leía como la industria lechera argentina inició sus exportaciones de arequipe a Japón, y seguramente fue poco. Pero me llama la atención que los argentinos se atreven a hacerlo a pesar de estar 7 mil kilómetros más lejos del imperio del sol naciente respecto a nosotros.   La industria local parece haberse conformado con el mercado interno y deberá definir si lo que quiere es exportar valor agregado con productos muy diferenciados o salir a competir con commodities como leche en polvo y lactosueros, mercado que ya está en manos de los “grandes tigres” del mercado lechero como son Oceanía, EEUU y la Unión Europea.   Si en carne hay mucho por hacer, en leche se requiere aún más esfuerzo, desempeño y  estrategia. Los resultados de los próximos años en exportaciones de carne y leche estarán marcados por un elemento: atreverse a hacerlo.