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verano en Cesar

Foto: CONtexto Ganadero.

cronica

Cuando las reses caen como fichas de dominó por cuenta del verano

por: - 31 de Diciembre 1969


"Como desesperante e infernal, así describen varios allegados que tengo el clima que desde hace varios meses atrás acompaña al Caribe colombiano. Ese mismo sofoco es el que están viviendo los ganaderos ubicados en la región, quienes ven como todas las mañanas el sol se posa en lo más alto del cielo, las nubes desaparecen y la lluvia sigue escondida", dice Hernando Villarreal, un ganadero cesarense de 64 años.   Esa continuidad de la sequía viene generando una serie de escenas lamentables en las diversas ganaderías de departamentos como Cesar. Ante la falta de agua y comida, los semovientes van cayendo como las fichas de dominó: uno tras otro van muriendo. (Lea: Cerca de $300 mil millones en pérdidas ha dejado verano en el país)   Así al menos lo expresa Hernando Villarreal, un ganadero cesarense de 64 años, quien me contó con lujo de detalles cómo empezaron a morirse sus vacas, toros y reses preñadas. La muerte no distinguió sexo, edad, ni costo. El esfuerzo de Villarreal y el médico veterinario que trabaja en la finca ubicada en la vereda de Verdecia, en cercanías a La Paz, fue inútil.   Villarreal es un ganadero experimentado, de esos de antaño. Nació siendo ganadero o así lo dice. Su padre fue quien empezó en el negocio y luego él fue quien lo continuó. Asegura que no estudió porque antes “las carreras se demoraban mucho en terminarse, como 10 años”, por lo que los animales han sido su gran pasión. Lleva 40 años dedicados a tal actividad y es la primera vez que enfrenta una situación como la actual.   “Ver a mis animales morirse ha sido muy duro. Primero empezaron a morirse las novillas, luego los machos y así sucesivamente. He gastado mucho dinero buscando alimento y agua, incluso tengo un camión en el que puedo transportar hasta 2.000 galones del líquido para evitar que se caigan, pero no ha sido posible”, contó el productor. (Lea: Muerte masiva de bovinos en Cesar a causa del verano)   Ante mi pregunta sobre cuánto dinero ha perdido, titubea un poco, asumo que está haciendo algún cálculo mientras hace varias acciones al tiempo: habla conmigo, maneja y hace operaciones matemáticas en su cabeza. Al final no me revela un número exacto, pero dice que de los 196 animales muertos, 96 eran novillas que estaban avaluadas cada una en un millón $800 mil.   Con la calculadora en la mano, don Hernando perdió $172 millones, eso sin contar el valor de los otros 100 animales que murieron, la plata invertida en comprar medicamentos, alimentos, buscar agua para darles de beber y los 3 meses en los que no ha podido vender la leche, porque la poca que produce es para sostener los terneros con la ilusión de no perderlo todo.   “Yo me he recorrido todo el departamento del Cesar buscando una finca en la que haya pastos, pero no hay ninguna, todas están iguales a la mía. Igual, no soy el único al que se le están muriendo las vacas, a un vecino se le murieron 25 y a otra vecina como 100. En el caso de ella, decidió llevarse los que le quedaron a otro lado”, relató Villarreal. (Lea: 5 consecuencias que provoca el verano a la ganadería en Córdoba)   Antes de terminar de hablar con él, me dice que ha sido tanto el esfuerzo por salvar su ganadería que en consenso con el veterinario, optaron por suministrarles dextrosa a sus animales, sin ningún resultado favorable, porque una vez murió la primera vaca, la mortandad no paró.   Su duelo no es fácil, reúne los animales que van muriendo en un solo lado, les aplica cal y luego los quema, para evitar problemas de salubridad por cuenta de los goleros (gallinazos) que están dándose un suculento banquete con el ganado muerto.   “Yo espero que esto acabe pronto. Son 64 años los que tengo y aún resisto un invierno y un verano más”, dice don Hernando entre risas. (Lea: Ganaderos de Atlántico atraviesan una de sus peores crisis por el verano)