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Foto: AFP.

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La acuicultura amenaza la seguridad alimentaria de los países en desarrollo

por: - 31 de Diciembre 1969

Un estudio hecho por una ONG francesa denominado el 'El lado oscuro de la acuicultura' deja al descubierto algunas prácticas adelantadas para satisfacer la demanda de peces poniendo en riesgo otras especies.

Un estudio hecho por una ONG francesa denominado el 'El lado oscuro de la acuicultura' deja al descubierto algunas prácticas adelantadas para satisfacer la demanda de peces poniendo en riesgo otras especies.   Salmón, merluza o dorada son algunos de los peces de cría en piscifactoría que se alimentan con harina hecha a partir de otras variedades menos solicitadas por los consumidores, a riesgo de poner en peligro la seguridad alimentaria en los países en vías de desarrollo, según un estudio. (Lea: Aunap invierte en estaciones piscícolas para fomentar acuicultura)   "Entre 1950 y 2013, el 25 % de las capturas de pescado en el mundo (...) fueron reducidas a harina y aceite" de alimento para peces, indica la ONG francesa Bloom en un informe llamado 'El lado oscuro de la acuicultura', realizado junto a los investigadores canadienses Megan Bailey (Dalhousie University) y Tim Cashion (University of British Columbia).   "En la actualidad, es el 20 %", precisa a la prensa Frédéric Le Manach, director científico de Bloom, apuntando que una parte creciente de la harina y el aceite empiezan a provenir de desechos de pescado.    En Europa "se han producido grandes cambios", asegura un francés profesional de la acuicultura que prefiere no dar su nombre: "Hace 15 años, poníamos entre el 50 y el 60 % de productos de pescado en los alimentos; actualmente, estamos a menos del 20 %".   Bloom teme, no obstante, un repunte en el uso de estas harinas y aceites en los próximos años, "debido especialmente al desarrollo de la acuicultura en Asia, donde los productores se han dado cuenta de que incluyendo pescado en la comida de los peces de piscifactoría herbívoros tienen mejor sabor y crecen antes", indica Le Manach. (Lea: La acuicultura sostenible, opción para la seguridad alimentaria)   "El aspecto más escandaloso y problemático de la pesca industrial es que el 90 % de las especies capturadas para convertirlas en harina son comestibles", subraya Claire Nouvian, presidenta de Bloom.   Grave amenaza   Los buques entran en competencia directa con las pescaderías alimentarias de las poblaciones locales, subraya la ONG. Sobre todo porque "hacen falta 4 kilos de pescado salvaje para hacer un kilo de pescado de piscifactoría", indica Nouvian.   Se trata de volúmenes de pescado descomunales para alimentar una acuicultura que suministra más del 50 % del pescado consumido en el mundo, añade.   Según Bloom, la acuicultura es la principal destinataria de las harinas de pescado (en torno al 57 % de la producción mundial), por delante de la porcina (22 %) o el sector avícola (14 %). El resto se emplea en la alimentación de animales domésticos y de visones. (Lea: La geomembrana, una opción para la piscicultura)   Pero la pesca industrial también tiene "consecuencias dramáticas" para los ecosistemas, lamenta la ONG.   Los pequeños peces capturados son en efecto 'pescado-concentrado' del que se alimentan numerosos predadores (otros peces, aves marinas, mamíferos marinos).   Por otro lado, "al principio se enfocaron en las sardinas, las anchoas, los espadines... ahora lo hacen en los verracos, los peces linterna y los kril", una especie de camarones de la Antártida esenciales en la cadena alimentaria, subraya Manach.   "Permitiendo esta expansión geográfica y específica, se pasa de una actividad que reposa en una fuente salvaje, no controlable, a una actividad que se basa en una fuente productiva, controlable (...). Se vuelve un plan de negocio", afirma la presidenta de Bloom. (Lea: La "revolución acuícola" sacude América Latina)   "Las instancias de cada país han establecido cortafuegos a nivel estatal e interprofesional", asegura el profesional de la acuicultura.   "En Europa es relativamente significativo, desde hace mucho tiempo", pero fuera "a veces es un poco el Salvaje Oeste", admite, subrayando que se trata de un mercado mundial.   Según Bloom, "todo el ciclo de pesca industrial (...) es contrario al código de conducta para una pesca responsable establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO", que estipula que "la pesca debe contribuir a la seguridad alimentaria".    La ONG recomienda prohibir el certificado de 'pesca sostenible' a la pesca industrial, luchar contra la sobrecapacidad pesquera y prohibir fabricar harinas proteinadas a partir de insectos. (Lea: Nuevo récord en consumo mundial de pescado per cápita)   La organización aboga por una "acuicultura integrada" basada en el modelo de la practicada antaño en China, donde los peces se alimentaban con los desechos de la agricultura y fertilizaban a su vez las plantas con sus deyecciones.