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Que el lector juzgue el pronunciamiento de Salvatore Mancuso

Por CONtexto ganadero - 27 de Febrero 2024

Salvatore Mancuso, quien fuera comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), regresó a Colombia procedente de EE.UU., de donde fue deportado tras cumplir una condena por narcotráfico, junto con más de 100 colombianos que fueron deportados desde ese país.


Nombrado por el presidente Gustavo Petro, Mancuso vendría a cumplir las funciones de gestor de paz para mediar con el Clan del Golfo, grupo heredero de las AUC. Infobae indica que tiene abiertos casos por más de 60.000 delitos en la Fiscalía General de la Nación.

A su regresó dio a conocer este pronunciamiento. Juzgue Usted su pronunciamiento.

27 de febrero de 2024


A la sociedad colombiana,


Hoy, tras más de 15 años de destierro y sometimiento en las más duras condiciones de privación de libertad, retorno a Colombia, mi tierra natal. Me embargan muchos sentimientos y emociones que, supongo, se decantarán con el paso de los días. Comprendo que también remueve y alienta muchas emociones colectivas, sobre todo de las víctimas a quienes ofrezco todas mis consideraciones de respeto.

Regresar, a pesar de las condiciones restrictivas que me impone la justicia colombiana, a la cual acato y respeto, y de las difíciles y complejas circunstancias de seguridad que envuelven mi presencia en Colombia, es una forma de renacer que me llena de vida. Vida que quiero dedicar a la paz y la reconciliación de nuestro país.

Como este retorno es un tema de interés nacional quiero informar las razones por las cuales desistí de continuar con mi solicitud de protección internacional y acogerme a la repatriación a Colombia:

La primera, porque, a pesar de los vacíos y riesgos que supone para mis garantías procesales y seguridad jurídica el hecho de haber quedado sometido a dos jurisdicciones –JEP y Justicia y Paz– y que se materializaron en los preparativos de mi retorno en relación con las competencias y fueros judiciales; creo que los modelos de justicia transicional que empezaron a operar en Colombia a partir de nuestra desmovilización en 2004, tanto Justicia y Paz como la Jurisdicción Especial para la Paz, son mecanismos ciertos y legítimos para el cierre judicial definitivo del conflicto armado interno. Sin embargo, definitivamente, deben tener una vocación de tribunal de cierre, de lo contrario seguiremos alimentando el círculo vicioso de nuestras violencias. Me pongo a disposición de estas justicias con la plena confianza en que son garantistas de los derechos fundamentales, de mi derecho fundamental a la vida y del Estado social de Derecho. Soy consciente que mi retorno es un desafío para los mecanismos transicionales de juzgamiento y cooperación interjurisdiccional.

En segundo lugar, porque quiero honrar mi palabra con el señor Presidente de la República, Dr. Gustavo Petro Urrego, quien me encomendó la tarea de ser gestor de paz y contribuir con tareas precisas a fin de materializar ese concepto en el cual creo fervientemente, la paz total. En este sentido, señor presidente, tanto los ex comandantes de las AUC como yo personalmente, estamos listos para instalar formalmente, tal y como usted lo anunció en su momento, la mesa técnica para el cierre definitivo de las negociaciones de Ralito. Este es un deber moral suyo y nuestro, con la sociedad colombiana y con las comunidades de los territorios en los que libramos esta guerra.

Y, finalmente, vengo a continuar con mis compromisos frente a las víctimas, como lo he hecho ininterrumpidamente a lo largo de estos últimos 18 años, pero al mismo tiempo, vengo a ponerme al servicio de una agenda de paz que permita evitar que Colombia sea una fábrica eterna de víctimas y dolores colectivos. Por este motivo, me pongo a disposición tanto del gobierno nacional como de las organizaciones armadas que buscan un diálogo con este, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y las Autodefensas Conquistadores de la Sierra, para acompañar las conversaciones de paz que sean necesarias, no importa lo complejas que sean, no importa el lugar en el que se realicen, no importa en las condiciones adversar en las que se tengan que desarrollar; cuenten con mi humilde esfuerzo y experiencia si en algo creen que puedo contribuir a la resolución de nuestros conflictos y a eliminar cualquier tipo de violencia en nuestras formas de dirimir las diferencias.

Señor presidente, no desista de promover condiciones y escenarios idóneos para un diálogo con estas organizaciones, yo creo profundamente en el sentido filosófico que entraña la paz total y creo que su idea se puede materializar. Tiene usted aquí a un humilde servidor de esa causa.

Consciente de las complejidades del contexto actual, asumo este desafío con la determinación de contribuir al diálogo y al entendimiento mutuo. Reconozco que el camino hacia la reconciliación no es fácil, pero estoy dispuesto a enfrentar estos retos con integridad y convicción.

Mi regreso no se puede interpretar de manera amarillista, como una forma de traer la verdad relevada sobre las miserias que hicieron parte del conflicto armado y sus artífices. De todo ello vengo hablando ininterrumpidamente a lo largo de 18 años. Tengo la tarea de continuar aportando verdad ante el sistema de justicia transicional, no solo con responsabilidad por las implicaciones que tiene en las personas vinculadas en los testimonios, sus familias y las comunidades víctimas, lo haré bajo estrictos estándares que permitan contrastar y determinar que es una verdad cualificada.

Estoy aquí para ser parte de un proceso restaurativo, para escuchar y ser escuchado, y para aportar desde mi experiencia y convicción en la construcción de un país libre de violencias, próspero, avanzado.

Me comprometo con la sociedad colombiana a ser un agente de cambio, a trabajar incansablemente por la paz y la reconciliación en cada uno de mis actos.

No regreso a Colombia con ningún ánimo revanchista, no tengo cuentas pendientes con nadie. Vengo a cumplirle a las víctimas, a las instituciones del Estado y a la sociedad en general, de manera que me permitan, de nuevo, volver a ser parte de ella.

Con respeto y esperanza,

Salvatore Mancuso Gómez Gestor de Paz.

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