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¿La agricultura y la ganadería ecológicas pueden salir reforzadas de la crisis energética?

28 de Febrero 2023

Aunque tienen una menor dependencia de los combustibles fósiles, no escapan de la actual tormenta perfecta de precios y también sufren un encarecimiento de los costes, especialmente importante en el caso de la ganadería. Sin embargo, los productores consideran que la situación evidencia la necesidad de acelerar la transición agroecológica y reclaman apoyo público para garantizar la continuidad de las explotaciones.

Ya hace bastantes semanas que los desbocados costes energéticos impactan en el precio de los alimentos, que acumulan subida tras subida como puede comprobarse en cualquier supermercado. Al encarecimiento del transporte en una cadena productiva globalizada, debe sumarse el mayor gasto que requiere la energía para la propia producción de los alimentos –ya sea la electricidad o el gasóleo para la maquinaria agrícola– y, desde hace varios meses, serios problemas para acceder a los fertilizantes industriales.

Especialmente a los nitrogenados, que dependen en gran parte del gas natural, el combustible fósil que ha experimentado un mayor incremento de precio últimamente, lo que se ha traducido en una reducción de la producción de este tipo de abonos y ha obligado a dedicar más dinero para adquirirlos. Para culminar la tormenta perfecta, la guerra de Ucrania –más allá de agravar la crisis energética– reducirá los stocks de aceite de girasol, maíz, cebada o centeno, de los que este país –conocido como el granero de Europa– es uno de los principales productores mundiales.

Por todo ello, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) ya avisa de que estamos a las puertas de una nueva crisis alimentaria global y expertos como el investigador del CSIC Antonio Turiel consideran que "pasar de una agricultura industrializada y con una gran inyección de los combustibles fósiles a una regenerativa y ecológica es ineludible, pero hacerlo requiere tiempo". Pero, ¿hasta qué punto la agricultura y la ganadería ecológicas están mejor preparadas para adaptarse a la actual tormenta perfecta, que en algunos ámbitos, como la crisis energética, probablemente vive ya una situación más estructural que únicamente coyuntural?

"Estamos mejor preparados y en mejor situación [que la agricultura convencional], pero todo ello también nos afectará", comenta Ferran Berenguer, responsable nacional del sector de la agricultura y la ganadería ecológica de Unió de Pagesos y productor de Cal Rosset, una explotación del Baix Llobregat (Barcelona). A pesar de la menor dependencia de los combustibles fósiles, éstos no son inexistentes en la agricultura ecológica. "El reparto de la producción lo hacemos a nivel local, en circuitos cortos, y seguro que ahorramos [en carburante], pero para trabajar en la huerta sí que utilizamos tractor y, por lo tanto, sufrimos el encarecimiento del gasóleo", detalla Berenguer.

El responsable del sector en Unió de Pagesos, el principal sindicato del campo catalán, explica que un factor clave para reducir la dependencia que todavía tienen de los combustibles fósiles es "dejar de labrar con tractor o, al menos, reducir la labranza", si bien añade que hacerlo "es complicado". "En frutales esto implica segar la hierba en vez de labrar y ya se empieza a hacer. Esto genera una autofertilidad [del campo], porque se van reciclando los nutrientes. El hecho de no remover la tierra hace que el sistema funcione de manera natural, pero con la huerta tienes la competencia de la hierba y no labrar es mucho más complicado. Para ello debes incorporar mucha materia orgánica y dejar de labrar provoca un impasse en el que las producciones bajan mucho", relata. En cualquier caso, sí reconoce que hay productores que están experimentando para encontrar sistemas que lo hagan posible.

El salvaje encarecimiento de los concentrados

No utilizar abonos de síntesis, como los fertilizantes nitrogenados, sí constituye en principio una ventaja clara de la agricultura ecológica respecto a la convencional –o industrializada– en el actual contexto. Con todo, Ferran Berenguer opina que "quizás también acabaremos sufriendo un encarecimiento de precios en los abonos naturales, porque es posible que haya una mayor competencia de los productores tradicionales", que podrían recurrir a ellos ante los costes desbocados que sufren los fertilizantes industriales. Otros elementos que sitúan en mejor posición a la producción ecológica son su diversificación de los cultivos, porque aporta una mayor cantidad de nutrientes al suelo, lo que se traduce en más "fertilidad natural", y el hecho contar siempre con "más materia orgánica".

La situación es mucho más grave en la ganadería ecológica. Hablamos con Martina Marcet, responsable de la explotación de Cal Roio, en La Nou de Berguedà (Barcelona), que produce pollo y ternera. Marcet, que también es socióloga y forma parte de Ramaderes de Catalunya, explica que "desde septiembre sufrimos una subida muy bestia del precio de los cereales", como consecuencia del encarecimiento de los combustibles fósiles, de los fertilizantes y, también, de "la especulación que se produce en los mercados de futuros" de los alimentos.

Todo ello impacta también en el coste del cereal ecológico, que en su caso llega parcialmente de fuera. "El pienso ya nos había subido entre un 15-20% de precio y con la guerra de Ucrania todo se ha encarecido más", detalla. La búsqueda de proveedores alternativos al cereal ucraniano, por ejemplo en América Latina, es una de las vías para intentar detener una dinámica alcista de los costes que, de momento, no se ha frenado.

La afectación es menor en los animales de pasto, como la ternera, si bien a menudo se encuentran con que no pueden pastar todo el año –en el caso de Cal Roio, con una finca situada en pleno Catllaràs, no lo hacen en invierno-, por lo que "debes complementar la comida y a veces debes comprar forraje fuera". Y, por lo tanto, también sufren el actual círculo vicioso de precios. Paralelamente, los servicios asociados, como el matadero o, por supuesto, el transporte de los pedidos a los comercios o grupo de consumo agroecológicos, también han incrementado el coste, por el encarecimiento eléctrico y de los carburantes. La única alternativa ha sido repercutir los sobreprecios a los consumidores, porque al fin y al cabo hablamos de un tipo de explotaciones con un margen de beneficio muy reducido, que apenas permiten pagar los sueldos.

En su caso, Ferran Berenguer admite que también se están viendo obligados a "repercutir los costes" porque, por ejemplo, "nos ha subido la mano de obra", que es importante porque "tenemos mucho trabajo manual". La cuestión, sin embargo, es que "seguramente el impacto para nosotros es menor, porque el precio en origen [de nuestros productos] era superior y, entonces, el encarecimiento es más pequeño" en términos relativos.

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