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¿Podemos prescindir de la leche?

10 de Agosto 2020

En los últimos años, tanto en España como en otros países,se está produciendo una disminución del consumo de leche asociado a la aparición frecuente en los medios de comunicación y en las redes sociales de supuestos efectos perjudiciales de la leche y de sus derivados.

Esta disminución va en paralelo con un incremento en el consumo de otras bebidas supuestamente sustitutivas, especialmente derivadas de vegetales con contenido energético equivalente al de la leche y de los productos lácteos, pero con menor calidad y cantidad de otros nutrientes, como es el caso de las proteínas, minerales y vitaminas.

Desde el Neolítico el hombre ha utilizado la leche de diferentes especies. En Europa, la leche de vaca y, en menor medida, las de cabra y oveja, utilizadas tradicionalmente más en el arco mediterráneo, han representado una fuente fundamental y exitosa de energía y nutrientes en todas las etapas de la vida.

En España, el consumo de leche y de productos lácteos ha aumentado progresivamente a partir de los años 50 del siglo XX de forma paralela al aumento del nivel de formación y capacidad adquisitiva de la población. De manera importante, ese mayor consumo se asocia a menor incidencia de enfermedades infecciosas y a la mejora del estado nutritivo de la población española.

La leche, un alimento con alta densidad nutricional

En su composición, entran a formar parte prácticamente todos los nutrientes en cantidades relativamente elevadas. Además de proveer energía, son una excelente fuente de proteínas de elevado valor biológico, muy aprovechables por nuestro organismo, y de otros nutrientes como calcio, magnesio, fósforo, zinc, yodo, selenio y de vitaminas del complejo B, así como de vitaminas A y D. Sin duda, el valor nutricional de la leche es superior al de la suma de todos sus componentes, lo que se explica por su particular equilibrio de nutrientes.

La leche es uno de los alimentos con mayor densidad nutricional y en su tarjeta de presentación, en el portfolio de composición nutricional, el calcio brilla con especial relevancia.

Hay que recordar que es el principal mineral que participa, además de en la integridad estructural de los huesos y los dientes, en numerosos procesos metabólicos: en la transmisión del impulso nervioso, la excitabilidad neuronal y la formación de neurotransmisores; para el adecuado funcionamiento del músculo cardíaco, el mantenimiento del tono del músculo esquelético y la contracción del músculo liso, o en los procesos de coagulación sanguínea.

De manera significativa, no es posible alcanzar las recomendaciones de ingesta de calcio, y la adecuada biodisponibilidad/utilización del mismo, sin la presencia de leche y derivados en la dieta habitual.

Leches parcial o totalmente desnatadas y de composición adaptada

A partir de los años 80 del siglo pasado, el comienzo por la preocupación y mayor sensibilidad de la población de los efectos de la alimentación sobre las enfermedades crónicas y sus factores de riesgo asociados (ej. hipercolesterolemia), supuso que se desarrollaran productos lácteos con un menor contenido energético, como las leches parcial o totalmente desnatadas, enriquecidas en vitaminas A y D, así como leches enriquecidas en calcio.

Posteriormente, se han ido desarrollando y comercializandoleches de composición adaptada a los requerimientos de determinados segmentos de la población y etapas del ciclo de vida. Y es que la leche es una matriz alimentaria maravillosa para estas adaptaciones, y que además sean eficaces, factibles, y respondan a las necesidades reales de la población: desde la mejora de la ingesta insuficiente en algunos nutrientes como calcio, vitamina D, o ácidos grasos omega-3, hasta alergias o intolerancias alimentarias.

La leche, un alimento básico, equilibrado y transversal

Las principales recomendaciones de consumo de alimentos, guías y objetivos nutricionales alimentarios establecen su inclusión en una dieta variada, equilibrada y saludable, para todos los grupos de edad. La leche debe considerarse un alimento básico (tan difícil de percibir en la excesiva dispersión alimentaria actual) y equilibrado, que proporciona un elevado contenido de nutrientes en relación con su contenido calórico, es decir, una excelente densidad nutricional, lo que es de gran importancia en grupos vulnerables de la población, como el caso de la población mayor o en situaciones fisiológicas especiales como el embarazo. En definitiva, se puede y se debe considerar como un alimento transversal.

Principal fuente de calcio en la alimentación occidental

Entre los años 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. España tiene ya en la actualidad la mayor esperanza de vida en el mundo. Sin embargo, alargar la vida no es siempre sinónimo de ensanchar la misma con calidad, y la alimentación es una magnífica herramienta para ello. Los lácteos son claves en la salud ósea y muscular para un envejecimiento de calidad, y su consumo puede ayudar a menor riesgo de fractura de cadera y de fragilidad.

No hay duda de que la principal fuente de calcio en la alimentación occidental es la leche y sus derivados (más del 50% del total en España, situándose a gran distancia el siguiente grupo, el pescado, con algo más del 10%), y destacando tanto por su contenido como por su elevada biodisponibilidad, en definitiva, la utilización “real” por parte de nuestro organismo.

Bebidas vegetales: no sustitutivas, en todo caso complementarias

Y paradójicamente y de manera nada positiva, en el momento actual ha descendido el consumo de leche de vaca y derivados lácteos (quesos, yogurt), e incluso algunos han optado por dejar de consumirlos, recurriendo a “sustituir” estos productos por supuestas “leches vegetales” (almendras, soja, avena, etc.), que ni por la legislación vigente a nivel europeo ni por características nutricionales deben considerarse como alternativa, en todo caso como complementarias.

En estas bebidas vegetales, además, no se cumple la adecuada relación calcio/fósforo, de gran interés para una adecuada salud ósea. Recordemos en este contexto, que un porcentaje importante de la población española no alcanza las recomendaciones de ingesta de calcio, pero tampoco de otros nutrientes como la vitamina D o el magnesio, presentes en la leche y derivados . Y todo ello en una sociedad española cada vez más envejecida.

Es necesario, desde el punto de vista nutricional, recuperar el consumo de leche y derivados lácteos a través de la educación y la información basada en la evidencia científica, desterrando mitos y desinformación. En el contexto de una dieta variada y equilibrada, se deben consumir entre 2 y 4 raciones de leche o derivados lácteos al día, aunque esta recomendación puede variar según la edad y situación fisiológica: escolares (2-3); adolescentes (3-4); adultos (2-3); personas mayores (2-4). Una magnífica decisión para nuestra salud nutricional en el siglo XXI.

Artículo tomado del siguiente enlace.