Alfonso Santana Díaz

Consumo de lácteos y la urgencia de cambios estructurales

Por Alfonso Santana Díaz - 03 de Julio 2025


Una plausible iniciativa para conocer hábitos y motivadores de consumo de leche y sus derivados en Colombia cofinanció el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y la Asociación de Procesadores de Leche, ASOLECHE, para formular una estrategia integral encaminada a impulsar el consumo de este bien esencial entre los colombianos. Sus resultados confirman las causas del estancamiento del consumo de leche y sus derivados, además de cuantificar algunas de estas causas sobre las cuales se tenía certeza, pero no se había medido el grado de impacto.

El estudio, denominado ‘Lácteos en la mesa de los colombianos’ —adelantado por la firma Raddar CKG— arroja datos muy interesantes.

Intentando sintetizar la valiosa información, diría que son tres los motivadores o desmotivadores del consumo de leche y derivados: Uno, el aspecto funcional (especialmente para la salud), dos, su adaptabilidad a las necesidades prácticas de los consumidores (adecuarse a necesidades cambiantes) y tres, el tema de su costo y calidad.

Si bien los dos primeros son novedosos respecto a lo que logró captar el estudio, el tercero llama la atención porque resume un factor esencial y es el precio al consumidor de la leche y derivados lácteos, el cual sintetiza muy bien el perfil denominado en el estudio como el Optimizador Presupuestal. Para este segmento, la disminución del consumo de leche está impulsada principalmente por su percepción de alto costo y la necesidad de priorizar alimentos más rendidores o esenciales para el hogar. Agrega el estudio, que la leche ha sido desplazada por derivados básicos como quesos frescos o kumis, así como por alimentos no lácteos que ofrecen una mejor relación costo-beneficio, lo cual representa un desafío importante para la categoría, especialmente en segmentos de menor ingreso.

Otros perfiles destacan su preferencia de consumo, ubicando la calidad, disponibilidad y presentación como una prioridad en su decisión de compra.

Indudablemente conocer al consumidor y estimular el consumo como herramienta para dinamizar la cadena láctea es una estrategia que aparentemente arrojaría resultados exitosos, pues al fin y al cabo el consumo es la razón de ser de la producción y el punto de encuentro entre la oferta y la demanda. Sin embargo, para que esa dinámica se dé, se deben abordar desafíos estructurales del sector. Desafíos que, desde una orilla se reflejan en los precios pagados al productor lechero y la estabilidad de estos precios, amén de los costos de producción, y de otros como la seguridad; y desde la otra orilla, en la calidad de la leche que demanda el industrial, en su cobertura de compra de la leche y en el desequilibrio que genera la importación y los inventarios.

Para el productor era tradicional que los precios se ajusten vía crisis climáticas —enlechada o verano ambas generadoras crisis—. Es el método por excelente que los gobiernos han optado para dar solución a estas crisis —es decir no haciendo nada estructuralmente y proporcionando paliativos—, pero en la medida en que los inventarios de la industria se convirtieron en factor formador de precio, el ganadero fue perdiendo rentabilidad, por señalar una sola de las causas de mayor impacto.

De allí que Fedegán insistiera en soluciones estructurales. Se habla de vías rurales, de costos de insumos, de proponer cómo allegar leche a clases de bajos ingresos con la creación de un fondo tripartita, de profundizar las compras estatales, de asistencia técnica para ganaderos de tal forma que les permita mejorar los indicadores de productividad y eficiencia en su actividad. Pero también de soluciones como plantas de pulverización que favorecen a ambas partes de la cadena dándole estabilidad a los precios; del equilibrio entre el precio pagado al productor y el precio al consumidor, o del costo de la energía eléctrica, entre otros.

Con este estudio, el consumidor ha hablado. Los que tienen poder adquisitivo señalan la calidad y la diversificación de productos que se ajusten a sus necesidades, que no se sienten a gusto con la sola leche, los yogures, la mantequilla o al queso campesino —que son los más demandados—; y otros han señalado el alto costo como inhibidor del consumo.

Es un buen estudio que no solo le abre los ojos a la industria nacional, sino que también se convierte en una apetitosa información para importadores (efecto "boomerang"), y que habiendo sido cofinanciado por min agricultura, se esperaría del gobierno la implantación de estrategias que beneficien toda la cadena para recuperar y aumentar el consumo, que sean innovadoras y traspasen la vía de las campañas publicitarias e involucren temas estructurales sin desconocer la importancia de las campañas publicitarias que en solitario realizan algunas empresas procesadoras o el gremio ganadero. Es la oportunidad de ponerle ruedas a esa estrategia integral que promete el uso del estudio y que por décadas han esperado ganaderos y procesadores de leche.

Consulte el estudio en este link