Tomará un tiempo decantar los resultados de la pasada conferencia de los países miembros de la convención de la ONU sobre Cambio Climático, la COP21. Por un lado está lo político. Hay que valorar los acuerdos a los que llegaron los países frente a sus compromisos “voluntarios” de disminución de emisiones, y la cooperación técnica y financiera que acordaron hacia el objetivo compartido de no dejar que el planeta se caliente en más de dos grados centígrados adicionales. Al haber una estrecha relación entre la disminución de las emisiones y el desarrollo económico, se trata de una negociación llena de posiciones inamovibles en las que el bien mayor (proteger nuestro planeta) es muy difícil de alcanzar, dado que cada país piensa primero hacia adentro de sus fronteras y su población y mantiene unas líneas rojas muy difíciles de mover. Por eso lo más probable es que los grandes acuerdos, los más complejos de lograr, se hayan dilatado para la COP22 el año entrante en Marrakech, Marruecos. Pero también hay que leer los resultados de la COP21 desde otras dimensiones para poder comprender su real impacto. Durante el encuentro, miles de representantes de empresas, investigadores, representantes de la sociedad civil, organizaciones multilaterales y de los gobiernos compartieron y “chicanearon” sobre su nuevo conocimiento, tecnologías, proyectos e iniciativas relacionadas con mitigación y adaptación al cambio climático. En cientos de reuniones bilaterales, foros y seminarios se generó buena parte de la acción y se asumieron compromisos muy importantes que, más allá de lo que acuerden los países en la convención oficial, van dando pasos en la dirección correcta. Una de estas iniciativas novedosas de la COP21 se llama “Cuatro por mil”. Afortunadamente no se trata de la tasa a las transacciones financieras que tenemos aquí; resulta que así como al sector agropecuario se le achaca un 24% de las emisiones globales, en los suelos agropecuarios puede estar buena parte de la solución. La teoría es sencilla. Los suelos agrícolas se pueden manejar con enfoques agroecológicos de manera que aumenten su componente orgánico, o biomasa, y en ese proceso “capturen” carbono de la atmósfera. Cuatro por mil es el aforo técnico del carbono que se podría capturar en los suelos de uso agropecuario en el mundo anualmente, que equivaldría a 1,4 millones de toneladas. A este potencial se le puede sumar el aporte de lo forestal y agroforestal y de suelos salinos y desertizados para llegar a 3,4 millones de toneladas teóricas carbono capturado anualmente. Si este umbral fuera alcanzable, doblaría la mitigación voluntaria acordada por los países. Por esto la FAO, los centros de investigación franceses, los del CGIAR y un sinnúmero de actores, comienzan a apostarle a que la iniciativa 4x1000 coja impulso y comience a dar luces sobre cómo alcanzar este potencial. Hay algunas prácticas obvias como la agricultura de conservación y modelos de producción agro-silvopastoriles, pero falta mucho conocimiento agronómico, modelos de medición y verificación, de transferencia y adopción tecnológica. Esta estrategia representa además una ganancia para los productores, porque un suelo orgánico puede producir más y aguantar mejor los excesos y déficit hídricos. Colombia no se puede quedar atrás. Desde lo científico ya comenzamos a participar en la iniciativa. Y en lo político es clave que nuestro gobierno también se sume y mueva esta bandera en la COP2X. * Publicado en Portafolio el 10 de diciembre de 2015. Juan Lucas Restrepo I. Director Ejecutivo Corpoica @jlucasrestrepo
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“Cuatro por mil”: ¿La gran solución?
Por - 28 de Febrero 2023
Tomará un tiempo decantar los resultados de la pasada conferencia de los países miembros de la convención de la ONU sobre Cambio Climático, la COP21.