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Desde Rusia con amor

Por Oscar Cubillos Pedraza - 18 de Julio 2018

No me refiero a la novela de James Bond, ni al campeonato mundial de futbol, sino al mercado ruso para la carne bovina colombiana.

Después del cierre del mercado venezolano no resultó tarea fácil reemplazarlo. Sus condiciones de vecindad facilitaban la logística y “competitividad”. Con la suspensión en 2009 y los erráticos intentos por reabrirse, debieron buscarse oportunidades en nuevos destinos.   Por supuesto que sería útil tener un mercado cercano, pero próspero y transparente. Poner la mirada en Rusia significó salir de la zona cómoda de exportar de forma terrestre a uno marítimo con distancia superior a los 9.800 km, entre Cartagena y San Petersburgo -7 veces más lejos-.   Las posibilidades son inmensas ante un mercado de 147 millones de habitantes. Si cada uno de ellos consumiera tan solo un kilo de carne colombiana al año, nuestras exportaciones sumarían 147 mil toneladas.   En 2016 Colombia exportó a Rusia cerca de 5.000 toneladas, mientras que en 2017 un poco más de 4.000 en virtud de los problemas aftosos en nuestro territorio. Para mayo de 2018 la cifra es de poco más de 5.100 toneladas de carne, por lo que el año podría terminar por encima de las 10 mil.   Esto indica mayor dinamismo en la relación comercial y sobre todo más confianza. Sus habitantes comienzan a tener gusto por la carne colombiana, que mantiene unas características especiales de calidad y sabor.   Consolidar el mercado ruso con al menos el 30 % de las 147 mil toneladas deseadas, es decir unas 50 mil, significará trabajar en diferentes variables. Más diplomacia, ferias comerciales y promoción de nuestra carne. Por supuesto sus habitantes deberán distinguir y preferir el sabor de nuestro producto sobre el de carnes importadas de diferentes países de Latinoamérica, Europa, EE.UU. y Australia.   Además la variable logística y de transporte también pesa. Y me refiero específicamente a toda la acción que ocurre antes de estar la mercancía a bordo del buque.   Desafortunadamente nuestra infraestructura vial no aporta a la competitividad. El costo de transportar un contenedor refrigerado entre Cartagena de Indias y San Petersburgo es de unos USD 4.550, alrededor de 14 centavos de dólar por kilo, mientras que llevar un contenedor de Bogotá a Cartagena vía terrestre es de unos 11 centavos de dólar en una distancia ocho veces menor. De allí la importancia de poder contar con sistemas multimodales de transporte doméstico que permitan aprovechar las economías de escala.   El ganadero ha hecho un esfuerzo importante en competitividad de los animales que produce para exportar: el kilo en pie hoy es alrededor de USD 1,69. No más competitivo que el de Brasil y Argentina en los últimos meses por temas de tasa de cambio, pero sí más económico que el de Uruguay, Paraguay, Chile, México, EE.UU. y Australia.   La industria cárnica también ha hecho un esfuerzo al instalarse cerca a los puertos para disminuir las brechas logísticas y aprovechar mercados lejanos en donde queda demostrado que sí se puede llegar.   Sin embargo aún hay que avanzar en materia de bienes públicos e infraestructura que aporte a la competitividad, así como en institucionalidad que le permita dar agilidad, eficiencia y oportunidad al comercio internacional.   Vale la pena establecer unas metas específicas para el sector exportador de carne a Rusia, y sus diferentes eslabones, para que en un par de años puedan alcanzarse las 50 mil toneladas colocadas en ese mercado.