default

El hombre con 31 millones y medio de minutos

Por - 01 de Marzo 2023

(Tenía preparado un tema diferente pero esta vez me atreveré a perder cualquier pudor y compartir con Uds. la sentida carta que envié a mi hermano con ocasión de su cumpleaños)

Cuando convertimos 60 años en minutos podrían parecer toda una eternidad.

Sin embargo, 60 años son un milisegundo en la historia del universo y apenas unas horas en la historia de la humanidad.

El mismo año en que nació mi hermano Iván, los sismógrafos del sur de Chile detectaron en la “escala de Mercalli” el terremoto de mayor intensidad de la historia reciente, desde que los geólogos disponen de mediciones. El eje terrestre se desplazó 3 cms. El maremoto generó tsunamis que llegaron a Hawai, Filipinas, el Japón (160 muertos) y las costas de California.

Pocos meses antes de aquel desastre nacía en Medellín el quinto hijo de una familia de clase media-alta.Una madre experimentada y fuerte tuvo un parto plácido y tranquilo.

Tan tranquilo que dio a luz al hijo más tranquilo de siete hermanos.

Bien es cierto que sus 6 hermanos siempre fueron más revoltosos y más propensos al ruido, a los alborotos y los sobresaltos. Casi no recuerdo oírle llorar, y aunque siempre fue de un carácter alegre y una sonrisa casi beatífica y serena, no le recuerdo protagonizar o iniciar ninguna de esas enternecedoras broncas o tanganas que 6 hermanos varones empiezan con cualquier banalidad infantil y terminan automáticamente con la voz o reprimenda cuartelaria de uno de los padres.

Es inteligente, posiblemente más inteligente de lo que le gusta hacernos creer, y como a cualquier otro de los hermanos que crecimos sobreprotegidos y acomodados en una plácida vida burguesa y caprichosa, nunca mostró una especial inquietud por las cosas de la vida y lo que sucedía a su alrededor. Una familia feliz, con un microclima afectivo tan gratificante no suponía ningún estímulo ni necesidad de otear más allá de tu propio nido. No conoció, nuestra infancia, espinas, pesares o frustraciones que nos alertaran o amenazaran como para agudizar inquietudes o curiosidades que nos hicieran madurar en nuestra apacible inmadurez. Por el contrario, una familia numerosa y tranquila, en la que apenas pasaban cosas que nos exaltaran, la convertimos en un fuerte inexpugnable, en esa única patria que es la infancia feliz a la que siempre queremos regresar.

Y como siempre pasa cuando se pierde la inocencia, los hermanos empiezan a caminar por senderos diferentes, con tantas rosas como espinas, con distancias y pérdidas y algunas cicatrices en la piel. Justo como aquellos leones que un día tienen que abandonar la manada y cuando quieren volver regresan con las señales del tiempo y de algunas batallas perdidas en la frente.

Cantar con Gardel: “Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nadaVivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”.

En algo más de 4.000 minutos nuestro “Ivancho” habrá vivido más de 31 millones y medio de minutos.

De esos millones de minutos yo tuve la enorme felicidad de compartir algunos de ellos.

Seguía siendo un hombre tranquilo, seguía manteniendo esa preciosa sonrisa que era capaz de amansar al alma más atormentada. Tiene un humor diferente al de todos sus hermanos porque es un humor innato, sincero y, sobre todo, espontáneo.

Es fácil perdonarle hasta cuando te hace una pequeña cagada, porque, sencillamente, nació sin el instinto de hacer daño y porque cuando miente sabes que no sabe mentir y que si no creció mucho es porque el tamaño de su corazón se lo impidió.

Hermano querido, celebro esos millones de minutos y espero que la vida te regale los millones más que te mereces para ver crecer a tus nietos y para que sigas practicando tu gran especialidad, …que es ¡hacernos felices a todos!

¡Te queremos!, …y lo sabes.

Luis León.

(…desde algún rincón de Madrid)