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El país se encuentra a poco menos de tres meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. No será cualquier contienda electoral, las preocupaciones e incertidumbre florecen cada vez más pues el discurso y planteamientos del candidato que hoy puntea las encuestas carecen de rigor técnico. Pulula el populismo.
Pero como mi materia de interés es la economía y no la política, me puse entonces en la tarea de analizar las propuestas económicas del candidato para ver su coherencia y fundamentación.
Lo primero es su intención manifiesta de acabar con la producción petrolera y de carbón. Vale la pena recordar que en 2021 las exportaciones de estos dos productos sumaron US$19 mil millones, unos 72 billones de pesos. Tan solo con esa propuesta ya terminaría con más de 220 mil empleos directos y unos 870 mil indirectos, además de incrementar el déficit de la balanza comercial en más de 120%.
Pero su propuesta de restringir el comercio internacional va más allá de la industria minera. También ha anunciado que restringirá la exportación de carne y animales en pie, sector que en 2021 sumó exportaciones por US$401 millones y que tiene un inmenso potencial de crecimiento. Pareciera desconocer que estamos abiertos al comercio internacional y que la cotización de la carne a nivel mundial es alta, de hecho, el país no es un gran importador de ella pues la producida en Colombia es más barata. También el candidato desconocería el crecimiento del inventario ganadero y especialmente el de hembras.
Más preocupación genera su propuesta de reformar al Banco de la República, y traer representantes sindicales y gremiales a su Junta Directiva. La misión constitucional del banco de mantener la inflación controlada se ha cumplido desde 1991 con eficiencia. Mientras que en Venezuela la inflación fue de 686% en 2021, en Colombia tan solo llegó a 5,6%. Olvida el candidato las altísimas tasas de inflación anual, cercanas al 30%, que se registraban en los ochenta y principios de los noventa.
Seguramente, poco le interesaría al candidato el control de la inflación, pues una de sus propuestas durante pandemia fue la de emitir dinero. Es decir, imprimir billetes para que la gente tenga más dinero en su bolsillo sin considerar que la producción no pueda garantizar tal nivel de circulante, disparando los precios en una competencia por adquirir. Es una “mal receta” ya implementada en Venezuela y que dio como resultado que los ciudadanos de ese país vendieran sus billetes como si fueran del juego del monopolio: de colección.
A eso añadamos sus propuestas de elevar aranceles a productos importados. ¿cómo manejará los acuerdos comerciales y TLC sin que tengamos sanciones de la Organización Mundial del Comercio? Claro, si va a elevar los aranceles a productos importados de países con los que no se tiene TLC o acuerdo comercial, que es de donde poco se importa, insulso efecto tendrá tal iniciativa.
Además, vale la pena preguntarle al candidato cuál será el impacto fiscal o de dónde saldrán los recursos para que el Estado compre la tierra que él desea adquirir con el fin de “democratizar” la tierra.
Tales propuestas sin duda generan tensión, y sin que aun se desarrollen las elecciones ya generan incertidumbre en lo relacionado con el país. Recuerden la caída de los bonos Ecopetrol, o el “espanto” en el que anda la inversión extranjera.
Ojalá no nos genere una crisis de nerviosismo que afecte nuestra salud pues ya no podremos ir a las EPS que el candidato también planea eliminar. Ahora tendremos que ir a la secretaría de salud municipal: a la ineficiencia pública.
@ojcubillosp