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El sindicalismo debe volver a sus fuentes

Por Ariel Peña González - 09 de Agosto 2022

El sindicalismo por su independencia, no puede ser ni gobierno ni oposición, dado que no es un partido político, en atención a lo cual tiene que haber un distanciamiento categórico, entre el sindicalismo que defiende como valores a la libertad y a la democracia y el marxismo o comunismo totalitario que es fuente de delirio y adocenamiento.

El sindicalismo por su independencia, no puede ser ni gobierno ni oposición, dado que no es un partido político, en atención a lo cual tiene que haber un distanciamiento categórico, entre el sindicalismo que defiende como valores a la libertad y a la democracia y el marxismo o comunismo totalitario que es fuente de delirio y adocenamiento.

Desde la aparición de los primeros sindicatos en el mundo hace más de 200 años, su principal característica fue la independencia frente a gobiernos y patronos, algo que es un legado histórico que con muchas dificultades se ha conservado hasta nuestros días, a pesar de que en las dictaduras comunistas las organizaciones obreras se convierten en apéndices de esos regímenes con la narrativa de que el pueblo es el que está en poder(pueblo es un término muy genérico), no obstante esas dificultades y confusiones se ha mantenido la autonomía sindical en la mayoría de los países.

También, demostraciones más vehemente de la autonomía sindical se produjeron en las dos primeras Internacionales de los trabajadores en el siglo XIX y parte del XX, en donde hubo un repudio contundente a los sofismas estatistas y burocráticos del marxismo, que consideraba que los obreros se debían comportar como un rebaño, obedeciendo a la vanguardia lucida del partido, que tenía que dar las orientaciones, puesto que las organizaciones de los trabajadores eran apenas instrumentos para la revolución y el socialismo, de ahí fue que el genocida ruso de Lenin montó su “Internacional” de bolsillo en 1918, contradiciendo los principios medulares sobre la lucha constante del movimiento de los trabajadores.

Sin embargo en Colombia frente al gobierno de Gustavo Petro, algunos dirigentes sindicales, prácticamente han renunciado a las luchas reivindicativas, porque consideran que el poder ya está en manos de los trabajadores y de los sectores populares, lo que acabaría con la Contratación Colectiva y con las diferentes luchas que tienen que dar las organizaciones obreras en su lugar de trabajo o en las calles, afortunadamente los dirigentes que proclaman semejante exabrupto son una minoría.

El sindicalismo por su independencia, no puede ser ni gobierno ni oposición, dado que no es un partido político, en atención a lo cual tiene que haber un distanciamiento categórico, entre el sindicalismo que defiende como valores a la libertad y a la democracia y el marxismo o comunismo totalitario que es fuente de delirio y adocenamiento.

A los integrantes del marxismo leninismo, les debería dar vergüenza hablar acerca de que la ideología de los trabajadores es el comunismo, recordando nuevamente que los más connotados lideres libertarios del siglo XIX le propinaron una humillante derrota conceptual e ideológica a Karl Marx, quien pretendía mediante el Estado crear una esclavitud política en contra de los obreros, de ahí que el marxismo fue definido por los anarquistas como una patraña burocrática de engaño al proletariado, que se fundamentaba en el absolutismo y la crueldad.

Marx con sus dogmas, buscaba que el Estado fuera un especie de yugo bienhechor, para los trabajadores, por eso el cuento de que el marxismo es la doctrina que deben de seguir los obreros es un embuste, ya que la historia así lo ha demostrado, porque además con los dogmas de Marx se han montado dictaduras oprobiosas como las de Pol Pot, Stalin, Lenin, Mao Zedong, Kim il sung, Ho Chig Minh y Fidel Castro que le han regalado a la humanidad alrededor de 150 millones de asesinatos que comenzaron con el golpe bolchevique en Rusia hace 105 años, amén de la creación de monarquías como la Norcorea.

Al marxismo en toda su historia no le ha interesado el bienestar de las masas, porque lo que pretende es mantener y reproducir la miseria como condición necesaria para que el Estado comunista represivo y burocrático perdure eternamente,

La justeza de las luchas sociales, que deben de ser lideradas por los sindicatos, especialmente, se tiene que basar en la solidaridad rechazando a grupos marxistas leninistas, debido a que estos grupos buscan utilizar la protesta para desarrollar sus aviesos planes, pues como seguidores del adefesio comunista pretenden tener a obreros, afrodecendientes, indígenas y campesinos como herramientas para satisfacer sus apetitos; subrayando que el comunismo totalitario ha sido el peor enemigo de las naciones, desde que existe.

Hay que reiterar que Fidel Castro junto a Lula da Silva, crearon en 1990 el Foro de Sao Paulo, después de la caída del muro de Berlín, para llevar a la región a ser manejada por gobiernos de corte neomarxista o socialismo del siglo XXI, reciclando de la basura de la historia al comunismo totalitario, conociendo desde luego el atraso ideológico de la región, buscando entre otras cosas ganar a organizaciones sindicales y sociales, por eso hay que dar respuesta a esa trampa que ha conseguido tomarse varios gobiernos en países de Latinoamérica.

El cristianismo católico ha sabido responder a los desafíos que de manera abyecta a impulsado el comunismo totalitario en el movimiento de los trabajadores, comenzando por el papa León XIII quien el 15 de mayo de 1891, promulgó la encíclica Rerum Novarum, fundamento de la dignidad de los trabajadores, en ella se muestra el carácter social de la Iglesia, al apoyar incondicionalmente a los sindicatos, rechazando la acumulación desmedida de capital y repudiando la perfidia del comunismo totalitario, evidenciándose que la Doctrina Social de la Iglesia está en las antípodas de la astuta Teología de la Liberación.