Empieza a definirse el perfil del próximo del gobierno. El gabinete está compuesto por técnicos, académicos y políticos con conocimiento y experiencia. Es un equipo que refleja el enfoque con el que quiere dirigir el país Iván Duque. A pesar de la sorprendente agresividad de la futura oposición, no han podido encontrar reparos mayores al estilo que comunica el nuevo mandatario. Se nota un aire refrescante después de la mediocridad de los últimos ministerios de Santos. Un nuevo equipo que tiene un tarea muy importante por delante. El gobierno saliente ha presentado un proyecto de presupuesto para el 2019 con un recorte de 13,6 % en los gastos de inversión y un aumento de 6,4 % en el rubro de funcionamiento. La inversión se sigue debilitando en medio de la caída del recaudo que refleja la debilidad de la economía. El gobierno Santos entrega un pobre balance en materia de crecimiento y competitividad.
Mejorar el crecimiento es prioritario. Para ello se requiere recuperar la competitividad. Según el Instituto para el Desarrollo de la Gerencia, desde el 2014 Colombia retrocede en los indicadores de competitividad, pasando del muy modesto puesto 51 a un preocupante 58. La competitividad es un tema complejo y transversal a la economía. Depende de muchos factores, pero los más importantes son aquellos ligados a lo que se denomina como ‘triángulo de la competitividad’: infraestructura, tecnología y talento humano. De ahí que ministerios como el de Transporte o Educación, y Colciencias, sean determinantes en este propósito. Por ello, resulta preocupante que en el proyecto de presupuesto para el año entrante, los recursos del sector ciencia y tecnología disminuyen 32,7 %, de un pobre presupuesto de $228 mil millones en el 2019. Sin olvidar que en esta área estratégica, el gobierno entrante hereda serios problemas de corrupción y desgreño administrativo.
En materia de infraestructura, el gobierno de Duque tiene la inmensa tarea de recuperar el prestigio de la ingeniería colombiana, salpicado por los escándalos de corrupción y los recientes desastres en obras mayores. Las firmas de ingeniería son los grandes financiadores de campañas políticas. Los vínculos estrechos entre politiquería y contratación pública son hoy más claros que nunca. Este contubernio debe ser desarticulado para que se recupere la dinámica de un sector salpicado por escándalos de marca mayor.
En educación, la tarea es inmensa. Hay que recuperar la universidad pública, reformar el escalafón docente para premiar económicamente a los buenos docentes, dar el salto en bilingüismo y reorientar el modelo para tener más y mejores estudiantes en ciencias y matemáticas. La tarea es inmensa, pues se debe vencer la resistencia activa de Fecode, un sindicato más interesado en la política que en la calidad de la educación.
Sin recursos presupuestales, con poco margen de maniobra en materia de endeudamiento y con una oposición irracional, Iván Duque enfrenta una tarea muy difícil por delante. Por ello, no debe dejarse tentar por las medianías. Debe anunciar un duro plan de austeridad y enfrentar el legado de mermelada y corrupción. Si la oposición percibe señales de debilidad serán mucho más feroces en su obstruccionismo. Los que quieren que fracase son muchos y no dudarán en aprovechar cualquier oportunidad. Publicado en Portafolio, julio 24 de 2018