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En suspenso

Por - 10 de Julio 2020

Los asuntos en suspenso no pueden ser indefinidos, porque el fin de la pandemia es incierto y no sabemos qué cambios serán permanentes.

La pandemia fue un fenómeno súbito. En pocas semanas tuvimos que enfrentar la realidad del proceso acelerado de expansión y contagio. Vino la cuarentena y terminamos encerrados en una realidad para la que no estábamos preparados. Nos ajustamos como pudimos, improvisando y mostrando una cierta creatividad. Pero pensamos que era un período corto.

Pues las semanas se acumulan y se alargan. Se fue el primer semestre del año. Lo que era temporal se instala en la rutina, pero no por ello deja de ser especial. Ha sido muy fuerte para las relaciones personales, la familia, la vida social y las amistades.

Pero lo ha sido aún más para el entorno laboral, en especial para el sector de servicios. Los roles se han trastocado, las formas de trabajo son diferentes y el liderazgo ha tenido que replantear su estilo. Para ninguna de estas realidades estábamos preparados. El aprendizaje ha sido gradual y no siempre sencillo.

De manera inconsciente hemos puesto algunos asuntos en suspenso. Tal vez pensamos que hay otras prioridades o que ciertos temas sólo pueden adelantarse de manera presencial. Es en parte lo que sucede con los presupuestos y los proyectos incorporados de los procesos de planeación para el 2020. El cambio de entorno fue tan brusco y radical que los escenarios que estaban planteados dejaron de tener validez. Los engavetamos y, con algo de desesperación, buscamos nuevos parámetros de medición y evaluación.

En suspenso quedaron algunos proyectos que debían ser replanteados por las nuevas circunstancias. Todo aquello que requería desplazamientos, reuniones grupales o presencia física quedó en el tintero. Lo que pudo ser adaptado a una versión virtual lo fue con las limitaciones propias del medio. Pero muchas otras actividades debieron cancelarse esperando el regreso a la normalidad.

De manera gradual estamos entendiendo que hay muchas cosas que, una vez superada la pandemia, no volverán. No volverán porque hemos replanteado su utilidad y porque en muchos casos nos hemos dado cuenta de que no son necesarias. A pesar de la añoranza de regresar a muchas de nuestras rutinas, también entendemos que la nueva realidad tiene ventajas. Nos replantea supuestos que considerábamos como inamovibles y cuestiona algunas certezas que ya no lo son. Pero también genera la ansiedad de poder prever lo que el futuro tan incierto depara. Todo esto en medio de una crisis económica sin precedente y cuyo impacto es de suma gravedad.

Los asuntos que hemos puesto en suspenso no pueden permanecer de manera indefinida. Primero porque el escenario del fin de la pandemia es incierto y no sabemos cuáles de los cambios serán permanentes y cuáles temporales. Mentalmente no podemos postergar la toma de muchas decisiones que son necesarias. Este año será inolvidable y único. Bueno, eso es lo que esperamos.

Coletilla: Los políticos, siempre prestos a aprobar impuestos, deberían reflexionar sobre el éxito de los días sin IVA. El ciudadano dice a gritos que está aburrido de pagar impuestos que no ven retribuidos en su calidad de vida. Ya que no escuchan a sus electores, tal vez escuchen el clamor del mercado.

Miguel Gómez Martínez

Presidente de Fasecolda

[email protected]

Portafolio, julio 07 de 2020