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Incertidumbres y rivalidades

Por CONtexto ganadero - 11 de Mayo 2015

La incertidumbre se instaló en el alma de los colombianos. Cuando el presidente se decidió por un “gabinete de rivales”, a lo Lincoln, no dimensionó las consecuencias del reto que le lanzó a su antecesor, el más popular mandatario de los últimos tiempos.

La incertidumbre se instaló en el alma de los colombianos. Cuando el presidente se decidió por un “gabinete de rivales”, a lo Lincoln, no dimensionó las consecuencias del reto que le lanzó a su antecesor, el más popular mandatario de los últimos tiempos.  

Surgió, ahí sí, una rivalidad que ha dividido al país prácticamente por mitades y que no le ha permitido al Gobierno ganarse la confianza de la ciudadanía, presupuesto indispensable para afrontar la titánica tarea de lograr la paz con la subversión armada.   Sin duda, el Gobierno llegó a la Habana con una elaborada estrategia que ha practicado con cuidado. No se perciben improvisaciones y los golpes se han encajado con madurez. Pero no con habilidad. Mucho menos hábil lo fue el apartar a Uribe con un portazo, impropio de la natural prudencia de Juan Manuel Santos. En esos inicios impensables está la causa de la crisis de credibilidad que acosa al Gobierno.   El consecuente ambiente de pesimismo no perdona instituciones, ni personas. Estamos caminando por un laberinto de arenas movedizas que se evidencia en las encuestas de opinión de las últimas semanas. Son el resultado, además, de la descomposición de la Rama Judicial y del Congreso de la República, de la corrupción abrumadora, de los datos agridulces de la economía y el golpe al bolsillo de 500 mil pequeños inversionistas por el bajón de Ecopetrol. Y, por sobre todo, la barbarie de las Farc, que prefirieron destruir la confianza que se empezaba a tener en el proceso, antes que perder sus sembrados y laboratorios de coca y amapola, como lo denunció Mauricio Botero (El Espectador, mayo 2/15).*   Está el presidente Santos ante la prueba más dura de sus 5 años de un mandato con logros que no sabe comunicar. Y no la superará poniéndole oídos sordos al clamor de la ciudadanía o echándole la culpa a la oposición, la cual debe asumir claramente sus responsabilidades con la paz de la República y con nuestro sistema democrático.   En tales encrucijadas es cuando la historia reclama el temple de los líderes. En Team of Rivals: The political genius of Abraham Lincoln, de Doris kearns, libro de cabecera de Santos, se demuestra que el liberador de los esclavos no integró a sus rivales al Gabinete por ser tales, sino porque “Necesitábamos los hombres más fuertes del partido en el Gabinete. Necesitábamos mantener a nuestro propio pueblo junto. Examiné el partido y concluí que esos eran los hombres más fuertes. Por lo tanto yo no tenía derecho a privar al país de sus servicios”*.  Esa fue su victoria.   Es la hora de seguir su ejemplo y, con nobleza de propósitos, volver los ojos a la realidad nacional e interpretarla. Un Gabinete de Paz permitiría a las fuerzas democráticas colaborar para obtenerla. Todos estamos en el mismo barco y debemos evitar que zozobre en los arrecifes de la incertidumbre. Un desafío para Néstor H. Martínez en quien tiene el presidente Santos un asesor excepcional que sabe de las bondades de la conciliación.