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JEP: La gran estafa

Por José Félix Lafaurie Rivera - 19 de Septiembre 2025


“Hoy hablamos al corazón de Colombia”. Así inicia la sentencia condenatoria a los miembros del secretariado de las Farc por una variedad de crímenes de guerra y de lesa humanidad que agotan el Código Penal. Sin embargo, para ajustarse a la realidad debería iniciar, más bien, con la frase: “Hoy estafamos a Colombia”, pues la sentencia no es otra cosa que “la gran estafa” a las víctimas y al país, para cerrar, por fin, el capítulo anunciado de la vergonzosa impunidad de la “justicia especial” que Santos anunció como novedosa y única en el mundo…, tanto que daba para Nobel por parte de sus socios suecos en el proceso de negociaciones instalado en Oslo en octubre de 2012.

Y si digo “por fin” es porque han transcurrido siete años que suman 1.834 días hábiles, para que, con una planta actual (Acuerdo AOG 004 de 2025) de 1.456 empleados y a un costo que ya supera los 3 billones, esta magnífica justicia que enorgullece a Santos lograra establecer la culpabilidad de unos criminales que la justicia ordinaria no solo había investigado hasta la saciedad, sino también juzgado y condenado.

Para la muestra, el botón de Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, director del Partido Comunes, quien se sentó a conversar con el gobierno Santos con circular roja de Interpol, recompensa de Estados Unidos por 5 millones de dólares, 182 procesos judiciales abiertos en Colombia, 141 órdenes de captura, 57 medidas de aseguramiento y 13 condenas que ya sumaban ¡448 años de prisión!

¡Vaya si la sacaron barata! 448 años en la cárcel contra apenas 8 años de “sanciones propias”, como responsables de 21.396 secuestros que incluyeron, en muchos casos, asesinato, tortura, reclutamiento de menores y violencia sexual, entre otros. Tendrán algunas limitaciones de movilidad que nos les impiden el ejercicio de la política, mientras participan en proyectos restaurativos “que integran medidas diferenciadas, legítimas y contextualizadas, orientadas a la reparación simbólica, la reconstrucción del tejido social, la restauración ecológica y la dignificación de las víctimas”.

Es una jerga que eufemiza tan horrendos y numerosos crímenes, y esconde la más escandalosa impunidad, en una pieza judicial que compite en extensión con aquella de la jueza Heredia que sirvió para el efecto contrario de condenar a un inocente: Álvaro Uribe Vélez. En 663 páginas, 1.773 consideraciones y 131 numerales en su parte resolutiva, se extienden 91 órdenes diferentes a todas las instancias del Estado, ya sea para garantizar el cumplimiento de las sanciones o la salud, la seguridad y el bienestar de los sancionados, y muchas sin relación alguna con la sentencia, entre las cuales se esconde, por supuesto, la llave para cerrar por dentro la puerta de la impunidad y “advertir” (Num. 126) que toda investigación o condena de la justicia penal ordinaria queda subsumida y absorbida por este remedo de justicia.

Algunas observaciones finales: La primera: que la JEP se cuidó de expedir a la vez la sentencia a los 12 militares acusados de ejecuciones extrajudiciales, igualmente extensa, aunque sin adornos retóricos al corazón de Colombia, y ante la cual no sobra recordar que la misma JEP estableció que los llamados “falsos positivos” no fueron una política de Estado ligada a la Seguridad Democrática. La segunda es una ocurrencia: Si todos los presos del país, condenados por menos delitos y mucho menos graves, pudieran acudir a los tribunales invocando el derecho a la igualdad ante la justicia, las cárceles… se desocuparían.

La tercera es de Ripley. El presidente de la JEP ha reiterado que no hay presupuesto para los proyectos restaurativos de sus condenas de opereta. Y entonces… ¿impunidad total…, la gran estafa?

@jflafaurie


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