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La ciencia en la era de la posverdad

Por CONtexto ganadero - 30 de Noviembre 2018

La información falsa en internet con su habilidad para replicarse rápidamente y permanecer en el tiempo está haciendo daños nefastos a la ciencia y por ende, a la sociedad.

Los anti-ciencia están empeñados en convencer, con mensajes engañosos, polarizados sobre la ciencia y construidos sobre argumentos falsos, como por ejemplo que los transgénicos son dañinos y que las vacunas causan autismo.   A este fenómeno, que ha afectado tanto a la ciencia como a la política, la han llamado la posverdad y que incluso, la Fundación del Español Urgente, Fundéu, y el Diccionario Oxford la han declarado como la palabra del año, en 2017, debido a las victorias electorales inesperadas desde entonces.   Afortunadamente, esta no es solo una preocupación de los científicos, sino también de muchos periodistas responsables y con ética que reconocen el poder de la pluma para influenciar las decisiones de la sociedad y quienes han abierto el debate para afrontar este fenómeno que ha causado daños irreparables.   Hace unos meses, el Washington Post publicó una artículo que ponía en alerta sobre el peor brote de sarampión en décadas desencadenado por activistas anti-vacunas y mencionaba que esta enfermedad, que había sido eliminada en los Estados Unidos a principios de este siglo gracias a las vacunas, ahora reapareció por culpa de personas que se niegan a vacunar a sus hijos.   Un fenómeno grave producto del ecosistema de noticias falsas y anti-ciencia.   Lo mismo sucede con los transgénicos. Una tecnología que ha ganado una mala reputación a punta de mensajes falsos y carentes de argumentos científicos. Al contrario de lo que el común de la gente conoce, los transgénicos son la tecnología en la agricultura más estudiada y evaluada en la historia de la agricultura. Los estudios han demostrado que son tan seguros como las semillas convencionales para el consumo humano, animal y para el ambiente. Sin embargo, los mensajes emotivos llenos de falsedades son más fuertes en posicionarse en la mente de las personas que los mensajes fríos basados en evidencia científica.   Esta desinformación no solo ha afectado a los agricultores de algunos países donde se les niega el acceso a la tecnología sino al medio ambiente, pues estas semillas han demostrado que son más amigables y permiten una producción de alimentos más sostenible gracias al hacer un uso más racional de recursos no renovables como son el agua y el suelo, menor uso de plaguicidas y permiten producir más en la misma área, evitando así la deforestación por el crecimiento de la frontera agrícola. Beneficios que se podrían aprovechar mejor si no existiese esa oposición basada en información distorsionada y carente de respaldo científico.   Entre esa desinformación también está el afán del marketing por vender más, si nos referimos a los alimentos derivados de un transgénico, una etiqueta “libre de transgénicos” no tiene nada que ver con el contenido nutricional o seguridad de un alimento. Lo que provoca es una venta a costa de una información a medias.   A esto se ha sumado la falta de precisión de las imágenes que se distribuyen en internet de transgénicos con una jeringa que generan miedo y que no se acercan a la ingeniería genética.   Asimismo, se han hecho virales algunos estudios, con fines determinados, para desprestigiar la tecnología y que no cumplen con estándares científicos.   Este rechazo a la ciencia sin fundamentos y con un alto nivel de irresponsabilidad ha provocado y podría seguir provocando un gran daño al planeta. El caso no solo es de los transgénicos y las vacunas. Las noticias falsas han invadido internet, también, con la negación del cambio climático.   Pareciera que los miles de estudios de todo el mundo que han demostrado que los transgénicos NO son dañinos ni las vacunas causan autismo son poco satisfactorios para la sociedad y que un artículo de un blog o un mensaje de WhatsApp tiene un mayor potencial de difusión y convencimiento que un artículo científico publicado por una revista indexada y revisada por pares.   Es hora de trabajar más en el criterio, de cuestionar las fuentes de información de ciertas páginas, de creer en la información basada en ciencia, de confiar en las instituciones y de dejar de difundir noticias falsas.

**María Andrea Uscátegui

Directora ejecutiva Agro-Bio**