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La Democracia… sigue en peligro

Por José Félix Lafaurie Rivera - 17 de Octubre 2025


Me sorprendieron las declaraciones de la vicerrectora de la Universidad Nacional, relatando como, ante la repentina invasión del Congreso de los Pueblos, esa amalgama de minorías protegidas que, sumadas, ya no lo son –indígenas, campesinos, afros y organizaciones sociales–, decidió preguntar en ministerios y agencias del Estado y ninguna entidad sabía de reunión o evento alguno.

¡Nadie sabía! Dos mil personas llegaron a Bogotá desde diferentes regiones, atravesaron la ciudad y cayeron en la Universidad Nacional de madrugada y a nadie le pareció extraño. ¡Qué raro! Dos mil personas en buses grandes necesitarían 40 por lo menos, y caminando son muchedumbre. No todas “se hospedaron” a las malas en la Universidad, sino que se distribuyeron en otros cinco sitios en la ciudad para armar cambuches, bloquear avenidas y ensuciar muros con sus consignas de “Aquí en la lucha”.

Que peco de suspicacia retorcida me dirán desde la izquierda, pero algo no huele bien en esta movilización, que me recuerda los comienzos de la toma narcoterrorista disfrazada de “estallido social”.

Primero: los motivos. Suenan a telón de utilería, como la reforma de Carrasquilla. Para Bernan Garcés, representante de las comunidades negras, el propósito es dialogar con el Gobierno “sobre cuál es el mapa político actual de Colombia y cuál es la nueva Colombia que se está planteando desde los pueblos”. Es aún más extraño que el Congreso de los Pueblos, conformado mayoritariamente por comunidades campesinas, indígenas y negras que no viven en las ciudades, se vengan a Bogotá dizque a un “gran plantón para exigir una reforma urbana integral y popular”. ¡Qué raro!

Segundo: la posición del gobierno, que no solo ha apoyado y financiado estas movilizaciones, sino que ha rechazado cualquier insinuación de infiltración terrorista, como lo hizo con sus muchachos héroes de la Primera línea, ahora sale a declarar, a través de Benedetti, que hay “estructuras criminales” detrás de las tomas. ¡Qué raro!

Me suena que el ministro, experto en la ambivalencia, está haciendo el papel del malo para despistar, pues para el gobierno es más que oportuna la presencia del Congreso de los Pueblos en la capital, mientras se discuten la reforma pensional y la de salud.

Tercero: los vasos comunicantes. No hay hechos aislados en la acción perturbadora de la izquierda. Mientras unos indígenas, campesinos y afros se toman instituciones y bloquean calles en Bogotá; otros indígenas, campesinos y afros bloquean una vez más la vía Panamericana, generando caos y enormes perjuicios al país. ¡Qué raro!

Cuarto: la organización. ¡Y qué organización! La movilización, la dotación de carpas y vituallas, la toma sincronizada de diferentes puntos en la ciudad. Que no vengan a decir ahora que se trata de una manifestación espontánea del pueblo. Y a propósito: ¿Quién la financia? ¡Qué raro!

Ni qué decir de su principal vocera, Erika Prieto, quien hace parte de la Unidad de Trabajo Legislativo del senador del Pacto Histórico, Robert Daza, es decir, que es empleada pública. Buen tema para la Procuraduría. Con un discurso perfectamente alineado con el de Petro sobre el fascismo, el antiimperialismo, la codicia capitalista y el poder popular, esta mujer comunista y locuaz andaba por Venezuela en enero, en la posesión de Maduro y en el “Festival Mundial Antifascista” de Caracas, donde tuvo la cachaza de declarar, entusiasmada hasta las lágrimas, que “La democracia venezolana es la más fuerte y real del continente”.

La nuestra “está en peligro”, como bien titula María Fernanda Cabal su último ensayo – los invito a leerlo en este enlace–, en el que desenmascara la amenaza comunista que se ha instalado en Colombia y pretende perpetuarse…, si se lo permitimos en 2026.

@jflafaurie

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