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La satanización de la vaca

Por CONtexto ganadero - 20 de Febrero 2019

La ganadería la han puesto en el ojo del huracán, pero no solo no es tan perjudicial como se ha querido mostrar, si no que puede contribuir a mejorar el clima, la salud y la economía en el mundo. Pero la desinformación es el origen del problema

Son innegables los efectos nefastos del cambio climático y las amenazas de modificar el mundo como lo conocemos. Su impacto debe convertirlo en tema de primer orden en la agenda política de las naciones y motivar un cambio en el comportamiento de cada uno de nosotros.   Me causa bastante frustración el despliegue mediático que culpa a la ganadería bovina como una de las principales causas del calentamiento global y destrucción del medio ambiente. Cada vez, con mayor frecuencia y severidad los de medios masivos de información, redes sociales, diarios; levantan un dedo acusador hacia los bovinos, como fuente de destrucción (RICHARD, 2018) (Rubiano, 2018).   Incluso se alienta a los incautos lectores a cesar el consumo de carne y leche, aduciendo argumentos bastantes nobles como hábitos de vida más saludables, protección de la vida animal e incluso la protección del medio ambiente. Es entendible como recurrir esta clase de argumentos despiertan la sensibilidad del lector y generan tendencias que rechazan la actividad pecuaria.   Se alienta al público a disminuir la ingesta de carnes e incluso se han hecho propuestas tan absurdas como poner impuesto a carnes rojas para desalentar el consumo. Argumentan que la producción ganadera genera más gases de efecto invernadero que todo el sector del transporte. Sin embargo, esta afirmación es falsa. La persistencia de esta idea lleva a suposiciones inexactas en relación con el consumo de carne y el cambio climático (MITLOEHNER, 2018).   Desmenucemos un poco la historia y revisemos los hechos, la ganadería está en el banquillo de acusados desde el año 2006 cuando la FAO divulgó un informe, que atrajo la atención internacional, afirmaba que la ganadería producía 18% de los gases de efecto invernadero en todo el planeta. La agencia llegó a una conclusión sorprendente: el ganado hacía más daño al clima que todos los tipos de transporte juntos.   En primer lugar, hay que hacer la claridad de que ganadería es toda actividad económica que consiste en la crianza de animales para el consumo humano. Esto incluye todas las especies del sector pecuario, tales como: aves, cerdos, bovinos, ovinos, peces, etc. Por tal motivo, cuando se habla que la ganadería produce gases de efecto invernadero, tiene en cuenta la cría de todos los animales mencionados y no solo a los bovinos. Es injusto entonces, que se satanice el consumo de carne bovino solamente; si el asunto fuera disminuir el consumo de carne para contribuir al medio ambiente, debería hacerse de todas las especies. Aunque esta afirmación no es más que ingenua.   Como segundo punto, la información de la FAO, en estudios posteriores, se encontró errónea. La comparación que se hizo de las emisiones de gases de efecto invernadero entre ganadería y transporte estaba completamente distorsionada.   Esta afirmación fue desmentida por el propio autor principal del informe, Henning Steinfeld. El error residía en que los analistas de la FAO llevaron a cabo una evaluación integral del ciclo de vida para estudiar el impacto climático de la crianza del ganado, pero a la hora de analizar el transporte emplearon un método diferente; la FAO reconoció su error, pero desgraciadamente la afirmación inicial ya había desatado una bomba en los medios y aun se lucha para demostrar que no es así (MITLOEHNER, 2018).   En evaluaciones recientes se ha comparado la producción de gases de efecto invernadero por industrias y los números demuestran que la ganadería no se puede comparar con el transporte en términos de contaminación.