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Leche y rentabilidad

Por - 13 de Marzo 2019

Entre diciembre de 2007 y enero de 2019 el precio sin bonificaciones de un litro de leche se incrementó en 45,4 % –y hago el cálculo sin bonificaciones voluntarias pues estas parecen estar en vía de extinción–.

En el mismo periodo, los costos de producción para la actividad de lechería especializada subieron 77 % y los de doble propósito 64 %. La misma inflación tuvo un crecimiento superior al del precio de la leche, al sobrepasar 53 %.

Esto indica pérdida de rentabilidad en la actividad lechera y deterioro de las condiciones socioeconómicas de poco más de 320 mil productores, el 81 % de ellos con hatos de no más de 50 animales, es decir unas 20 vacas.

Y es que una finca con 20 vacas en producción en trópico alto apenas genera un ingreso neto superior a dos salarios mínimos mensuales para una familia promedio de 5 personas, eso en el caso de tener una buena productividad, se recoja la leche todos los días y mantenga un buen precio de venta.

La situación es más crítica cuando hablamos de actividades doble propósito en donde el ingreso familiar no supera un salario mínimo al mes, aunque la venta de algunos animales alivie ligeramente las cargas financieras.

Las problemáticas siguen siendo las estructurales en el caso de muchos de los pequeños productores: atrasada infraestructura, falta de tecnología y transferencia de conocimiento y limitados niveles de inversión como de asociatividad; a lo que se unen grandes deficiencias en bienes públicos. Tampoco se puede desconocer que la mayor apertura comercial vía TLC ha hecho que se coloque aún más presión a la producción interna y por supuesto a sus precios.

Pero sí es evidente, y sin apelar a modelos econométricos o estadísticos, sino por la percepción de lo que pasa en el mundo rural, que en las últimas tres o cuatro décadas ha existido mayor empobrecimiento de diferentes sectores. La apertura económica de los 90, la prolongada violencia, la concentración estatal en las ciudades y la falta de mirada al campo, terminó afectando seriamente muchas actividades agropecuarias.

En el caso lechero, no aparecerá una fórmula mágica que resuelva las problemáticas del sector, aunque sí es claro que en unos años solo habrán quedado los más eficientes. ¿Qué pasará con los demás? ¿Harán parte de las estadísticas de quienes también tuvieron que migrar a la ciudad?

Cada vez más existe menos tiempo para que las políticas públicas coloquen orden productivo en el sector agropecuario, además de promocionar nuevas actividades. La producción de leche tiene la particularidad de generar ingresos rápidamente y muchos terminan llegando allí sin que sean los mejores, cuando sí podrían serlo al producir frutas, aguacate, tomate, en fin.

Pero es preciso tener en cuenta que no solo las propuestas productivistas serán útiles. Es necesario articularlas con el incremento de la demanda en mercados internos y externos.

Además, uno de los elementos más importantes, para los próximos años, en donde ya llegará el libre comercio de diferentes acuerdos comerciales, tendrá que ver en que las discusiones de fondo no solo deberán darse entorno a los precios sino sobre los costos de producción y la eficiencia, eso si queremos mitigar importaciones y tener algún protagonismo en la exportación.