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Mario o María

Por - 01 de Marzo 2023

Hubo un tiempo, quizás inmemorable, en el que los hombres parecían regirse por principios naturales inmutables. Las estaciones, la noche y el día, el cielo y la tierra, el dolor y el placer.

Hubo un tiempo, quizás inmemorable, en el que los hombres parecían regirse por principios naturales inmutables. Las estaciones, la noche y el día, el cielo y la tierra, el dolor y el placer.

Hasta en las relaciones amatorias, unas veces tolerantes y otras intransigentes, sáficas o sodomitas, las culturas más ancestrales y la antropología más básica han entendido que las especies superiores son sexualmente binarias y que la biología era innegociable en sus leyes fundamentales.

¿Qué ha pasado en los últimos 50 años para que en nombre de la “cultura” los hombres se quieran convertir en pequeños dioses que alteren las leyes naturales con la arrogante y perversa pretensión de que el sentimiento y las emociones preceden al mundo real de las cosas?

Como mínimo parece una pregunta apropiada cuando te topas con nuevas codificaciones jurídicas en la que ya no eres padre sino un “progenitor no gestante” o que tu sexo pasa a ser un “binario cis hetero patriarcal”.

Probablemente soy muy antiguo, puesto que entiendo los códigos de género igual que un ciudadano de la edad de oro de Atenas, o del siglo dorado de Augusto en Roma, de un sabio escolástico de la Edad Media, del renacimiento florentino o de la luminosa Ilustración de la modernidad.

Les voy a contar mi personal impresión, con el alto riesgo de pasar por imbécil o exhibir mi enorme ignorancia:

Cuando hablo de los últimos 50 años es porque me quiero circunscribir a una calculada voladura de casi todos los valores de la civilización occidental que inició la izquierda cultural marxista. (Para los más académicos y estudiosos saben que me remonto al “estructuralismo” francés y sus instrumentos de análisis desde la lingüística, …y es aquí donde reside todo el arsenal del nuevo marxismo cultural para dinamitar todos nuestros valores ancestrales)

Todos sabemos de la ambigüedad y la difícil relación del lenguaje con el mundo real de las cosas. De la necesidad de la metáfora, de la leyenda o del mito para explicar nuestra existencia. De que no existen los hechos sino su interpretación (Nietzsche) y la verdad queda cuestionada como una “ensoñación” que queremos atrapar en la poesía, la literatura, la pintura o la música.

Cuando el marxismo fracasa estrepitosamente como ciencia y como método surge un nuevo “marxismo cultural” que pretende dinamitar al capitalismo desde el relato, desde la “resignificación” y la deconstrucción de los valores occidentales.

Jesse Jackson ya se paseó en 1987 con 500 estudiantes por la Universidad de Stanford cantando el famoso: “Hey, hey, ho, ho, western culture has got to go”. (el movimiento Hippie o el mayo del ’68 tienen la misma proyección)

¿Cómo consigue el nuevo marxismo imponer una nueva dialéctica de enfrentamiento y polarización si no es a través del lenguaje y el relato?

La vieja lucha de clases se sustituye por una nueva “lucha de identidades”, de pequeños grupos victimizados y discriminados y la vida social queda reducida a un permanente conflicto entre opresores y oprimidos.

La ideología “woke”, el “#Me Too”, el “Black lives matter” son el solapamiento (interseccionalidad) de todas esas identidades oprimidas desde las que la nueva progresía blanca quiere exorcizar todo su mea culpa por haber construido el libre mercado, la propiedad privada, la familia, la “heteronormatividad” y el capitalismo como sistema opresor.

Mis estimados binarios cis hetero patriarcales y capitalistas no nos queda más que el fuste y el látigo para flagelarnos y avergonzarnos (“public shaming”) por creer en la familia, en la propiedad privada y el desarrollo, mientras despreciamos a negros, musulmanes, mujeres y transexuales.

Desde ahora la “supremacía blanca” es el mayor estigma cultural de Occidente y todos los valores de nuestros abuelos y antepasados deben ser resignificados y tutelados por un nuevo marxismo que silencie la mayor conquista de la Humanidad. Desde Grecia, Roma e Israel hasta un tal Petro que ha llegado para salvarnos y, finalmente, desmantelar toda la civilización occidental.

Mi intención inicial iba dirigida a los hilarentes propósitos del nuevo marxismo con sus Leyes de género, la autodeterminación sexual y la Ley Trans que el gobierno social-comunista español quiere aprobar.

Les dejo con un “youtuber” español de espídica incontinencia verbal que les hará reír y ponerse al día de la profunda necedad de la izquierda de este país y que en las naos de la estupidez pretende volver a llegar a las orillas del Atlántico sur.

Luis León

(…desde algún rincón de Madrid)