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¿Qué hacer con Venezuela?

Por - 22 de Agosto 2018

En primera medida, la respuesta a la pregunta corresponde al pueblo venezolano. El principio de autodeterminación de los Estados no permite intervención en los destinos de otro país, por lo menos cuando practican libertad y democracia. Aunque en el vecino país dichos atributos liberales hace bastante se extinguieron, tampoco se vislumbra una solución en el corto, ni mediano plazo.

Instituciones como la ONU o la OEA poco han logrado, o hecho, en términos efectivos para que Venezuela retorne a los principios democráticos. Aún más lejos se encuentra volver a una economía decente, incluso la función social del dinero, la de intercambio, se ha perdido. El Bolívar, como moneda, insignificante valor tiene.   El problema ha terminado siendo no solo de Venezuela sino del resto de Latinoamérica, debido a los procesos migratorios, o mejor, de desplazamiento. En el caso de Colombia la situación no es buena y tiende a agravarse. Importación de enfermedades humanas y animales, crecimiento del contrabando y de inseguridad en ciudades y áreas rurales, además de los problemas puramente humanitarios.   Ya países como Ecuador y Perú empiezan a exigir pasaporte para entrar y permanecer en su territorio y Brasil comienza a militarizar su frontera. Así las cosas, muchos más venezolanos optarán por quedarse en territorio colombiano, que según los registros oficiales ya supera el millón, pero seguramente la cifra sea más cercana a los dos millones al sumar migrantes ilegales.   Colombia ha tratado de dar una mano amiga brindando ayuda humanitaria, sin embargo se han ocasionado efectos colaterales que afectan a la misma sociedad colombiana. Lo primero, entre más ayuda, más migrantes arriban al país. Lo segundo, el asistencialismo solo perpetua la pobreza. Lo tercero, la mano de obra venezolana, más barata, ha desplazado en varios sectores a la local. Lo cuarto, muchos de nuestros vecinos venezolanos buscando generar algún ingreso para su sobrevivencia y el de sus familias en Venezuela, han seguido malos pasos y caído en manos criminales.   Por supuesto que no se puede generalizar, pero tampoco se pueden desconocer dichas problemáticas en una economía como la colombiana, que no tiene capacidad para absorber tal cantidad de mano de obra extranjera, y cuya situación fiscal no es la mejor.   Nuestro sector ganadero, por ejemplo, no ha sido ajeno a la decadente situación económica, social y política del vecino país. Hace dos décadas el hato ganadero venezolano alcanzaba las 21 millones de cabezas, hoy no suma 8 millones. Muchos de dichos animales terminaron como contrabando en Colombia, situación que incluso aún ocurre y que ha afectado a la industria formal de sacrificio en Colombia. No ha sido diferente con el contrabando de leche en polvo o quesos.   La solución es difícil de encontrar, pues el régimen venezolano se ha perpetuado, su sociedad civil huye para sobrevivir y su fuerza militar observa con complacencia e indolencia. Sin embargo, el Estado colombiano si tiene una obligaciones con sus propios. Es hora de impartir orden en la frontera, que si bien extensa, no es imposible de controlar. Es necesario que quien viole la ley, nacional o extranjero, reciba el castigo correspondiente, pues como dijo el Presidente Duque: “el que la hace la paga”.