¿Derechos a? Para ser puntual en mi apreciación, derecho a todo, en donde el Estado proveedor debe garantizar y garantizar, en una concepción casi socialista del funcionamiento de la sociedad.
En cuál momento de nuestra historia pasamos de una cultura del trabajo, de madrugar a hacer empresa, a hacer negocios, de crear; a ser una sociedad que ve al Estado como única fuente de solución, y si no se garantiza lo exigido viene la protesta no pacífica y el vandalismo.
Mientras que las antiguas generaciones pedimos, y lo seguimos haciendo, más libertades de empresa, de mercado, de competencia, de movilidad, para que a los individuos se nos permita echar para adelante con actividades que a los gobiernos les es difícil desarrollar; el imaginario de buena parte de las nuevas generaciones considera que el progreso se construye esperando sentado a que el Estado resuelva.
No hay que ir muy lejos, solo a 1991, cuando nuestra nueva Constitución se centró en garantizar más y más derechos con cambios incrementalistas tan sutiles que no nos dimos cuenta en qué momento ocurrieron: derecho a la dosis personal, al aborto, a sembrar cultivos ilícitos, la casa por cárcel, en fin… pero se olvidaron los deberes.
Hoy tienen más derechos los criminales que las víctimas, y no hago referencia solo a la falsa paz “negociada”, sino al criminal de calle que delinque y en cuestión de horas queda libre.
Viene el turno para Chile, que hace unos días decidió aprobar un cambio en su Constitución Nacional, dejando atrás la que le permitió tener mayores libertades, progresar aceleradamente y ser el mejor ejemplo latinoamericano en bienestar y desarrollo.
Ya el ejemplo lo había dado Venezuela con el régimen chavista que poco a poco le fue metiendo la mano a su Carta Magna, haciéndola según ellos más progresista, restringiendo sutilmente libertades, “engordando” tanto al Estado para garantizar todos los “derechos” que el populismo del régimen promocionó, hasta que lo llevó a la ruina. Los resultados ya los conocemos.
Por supuesto que las sociedades son dinámicas, y se requieren nuevas normativas. Hay situaciones sociales que requieren implementarse en la modernidad. Lo que debemos entender es que la función estatal no es la de mantener a la sociedad, más sí la de brindar condiciones para que ella misma se desarrolle.
En un lustro veremos qué pasó con Chile. Si las finanzas del Estado fueron suficientes para garantizar cuanta ocurrencia, en el marco de los “derechos”, hayan surgido. En el caso de nuestro país ya ustedes han percibido cómo el discurso populista se ha concentrado en los que prometen casa, carro y beca para todos.
“De eso tan bueno no tan tanto” les dijeron a los venezolanos en su momento, no les importó, eligieron a Chávez, y ahora viven en la precariedad. Pilas colombianos, que se nos metieron los populistas.