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Una democracia de ciudadanos

Por CONtexto ganadero - 05 de Noviembre 2015

Con las excepciones afortunadas, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Valledupar, Santa Marta…, varios columnistas han descrito patéticamente el mercado persa en el que se han convertido las elecciones en Colombia.

Con las excepciones afortunadas, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Valledupar, Santa Marta…, varios columnistas han descrito patéticamente el mercado persa en el que se han convertido las elecciones en Colombia.   El dinero de todos los orígenes se ha constituido en el factor que determina la adhesión de los electores a las jefaturas políticas y a las candidaturas. El fenómeno es de tanta gravedad que ya la “compra y venta” se hace descaradamente y se comunica públicamente: “Yo soy el que tengo la tula llena”, es la expresión socorrida y el argumento principal de los mercaderes políticos. Al perverso espectáculo se le suma la tolerancia y la permisividad de las autoridades, muchas de las cuales han obtenido el poder utilizando los mismos métodos. No es excesivo reiterar los peligros en que se haya nuestro sistema democrático cuando cada día va perdiendo legitimidad. “¿Sabrá la democracia enfrentar la Democracia?”, es el interrogante que planteó hace años Norberto Bobbio.   Muchas veces hemos dicho en esta columna que la perversión electoral se incrementó con la Circunscripción Nacional para Senado, que no solo deja sin voceros en la Cámara Alta a muchos departamentos (hoy son 13), sino que falsea la representación popular y la razón de ser del Senado. Asimismo, la elección popular de los alcaldes municipales ha sido escenario propicio para tales tropelías, puesto que el Estado Central no ajustó las normas de vigilancia a la novedosa democracia municipal. “El poder del pueblo es contraproducente mientras no aumente el saber del pueblo”, es esta otra afirmación de Bobbio.   El exministro Perry Rubio propone una medida drástica: suprimir la financiación privada de las elecciones. Suscribo la idea con entusiasmo. Así se le daría fin a la influencia de los dineros ilícitos en la política. Sería devolverle a la actividad pública su dignidad y su misión de servicio a la Nación.   Una de las sorpresas positivas ocurrió en Sucre. Luego de votar en Sincelejo, hice mi particular “exit pool”. Puedo resumir las opiniones de los interrogados en una sola: “Yo no me dejo comprar”. Era evidente la reacción ante el exhibicionismo grosero del dinero y el abuso de poder.  También, el recuerdo de la buena gestión anterior del hoy electo Gobernador Edgar Martínez Romero contribuyó a su victoria.   El departamento de Sucre, inesperadamente, nos permite soñar en una Democracia de ciudadanos, no de simples electores. Hay “posibilidad de hacer una política limpia”, por la que clamó Álvaro Gómez Hurtado, en cuyo homenaje protestamos ante la deliberada impunidad que ha protegido, durante 20 años, a sus asesinos.