Max Naucus, presidente del Comité de Finanzas del Senado de EE.UU., en entrevista con Caracol Radio se mostró exultante y no ahorró elogios para el TLC con Colombia, al que considera “una historia de éxito” para ellos, claro!. Y no es para menos, ya que según el Departamento de Comercio de EEUU “al celebrar un año de la ampliación del comercio entre EEUU y Colombia, las empresas, agricultores, ganaderos y trabajadores norteamericanos ya están teniendo tremendos beneficios, gracias a la baja de aranceles logrados con el TLC”. Según sus propios registros, “entre mayo del 2012 y mayo del 2013 las exportaciones de bienes norteamericanos a Colombia llegaron a US $15.900 millones, con un crecimiento del 20% respecto del mismo período del año anterior”.
Tal vez el sector que ha llevado la peor parte, como era de prever, es el agropecuario, dada la avalancha importadora. Si nos atenemos a las cifras del Departamento de Agricultura de EEUU, en el período comprendido entre junio de 2011 y marzo de 2012, cuando el TLC no estaba todavía vigente, las importaciones agrícolas desde los EEUU sumaron 1´042.914 toneladas, entre tanto entre junio de 2012 y marzo de 2013, con el TLC vigente, las importaciones se elevaron hasta las 1´770.970 toneladas, lo que significa que con el Tratado las importaciones agrícolas aumentaron el 70%. De acuerdo con las cifras del USTR, encargado del comercio exterior de los EEUU, que trae a colación el analista Mauricio Cabrera, “las exportaciones de soya ascendieron 467% hasta US $118.6 millones, productos lácteos crecieron 214% hasta US $24.7 millones, productos de cerdo 66% hasta US $45.2 millones”. Para concluir que “el potencial del comercio entre EEUU y Colombia es emocionante…El futuro de nuestra relación económica, construido sobre el TLC, es brillante” para ellos, logicamente.
El Ministro de agricultura Juan Camilo Restrepo solicitó recientemente a las autoridades norteamericanas, no imponer “talanqueras injustificadas” a las exportaciones nacionales de carne y lácteos. Le faltó rogar también por las frutas, hortalizas y pescados. Es bien sabido que ad portas de la firma del TLC, ante la renuencia de los gremios del sector agropecuario a acogerse a los términos de la negociación del mismo por considerar que era lesivo para el mismo, el Gobierno se comprometió en unas ayudas tendientes a apoyar a agricultores y ganaderos. Así nació el programa Agro Ingreso Seguro (AIS), el cual se tornó en el hijo bastardo del TLC merced a los escándolos que rodearon la asignación de sus recursos.
Recientemente la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU, la FDA, anunció dos nuevas regulaciones que entraron en vigencia en lo relativo a la aplicación de la Ley de Modernización de la Inocuidad de Alimentos (FSMA), la cual condiciona las importaciones a los EEUU. A través de la misma se imponen unos estándares de inocuidad supremamente exigentes a los productos agrícolas que ingresan a su territorio y extrema los controles preventivos para los alimentos de consumo humano. Además, se prevé que dicha Ley tendrá unas 50 regulaciones, de las cuales hasta el momento sólo se han expedido 4, las cuales están en proceso de consulta. Es bien sabido que estas restricciones sanitarias y fitosanitarias al comercio se convierten en la práctica en trabas para-arancelaria que obstruyen el libre acceso a sus mercados. Esta es la otra pata que le nace al cojo.
Se trataba dizque de contrarrestar los enormes subsidios y ayudas de los cuales gozan las exportaciones agrícolas de los EEUU, los cuales se negaron a desmontar y que ahora buscan reforzar. Mientras tanto, los negociadores colombianos del TLC, de culiprontos, se apresuraron a desmontar las salvaguardas del sector agrícola y pecuario, tales como la el Sistema Andino de Franjas de Precios, una normativa de la Comunidad Andina de Naciones con efecto vinculante para el país.


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