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Una nueva visión

Por - 29 de Julio 2013

Se le ha dicho al Gobierno en todos los tonos, que una cosa son las oportunidades que ofrecen los TLC y otra cosa muy distinta es que el país esté preparado para aprovecharlos.

Se le ha dicho al Gobierno en todos los tonos, que una cosa son las oportunidades que ofrecen los TLC y otra cosa muy distinta es que el país esté preparado para aprovecharlos.

Varios gremios empresariales, especialmente los de la pequeña y mediana empresa, tanto industrial como agropecuaria, han venido clamando la necesidad de hacer un alto en el camino y reflexionar sobre la necesidad de poner más atención en la preparación que en la alocada carrera, firmando a troche y moche más y más TLC. Pero al alto Gobierno tales admoniciones le entraban por un oído y le salían por el otro, en un alarde de arrogancia muy propio de los dómines del modelo económico imperante, que se creen infalibles. (Columna: El costo fiscal de los TLC)

Más recientemente, el exministro Ocampo les llamó la atención sobre “la indigestión de Tratados de Libre Comercio (TLC) que tiene el país y que va a terminar de destruir el aparato productivo colombiano”. Y él no lo decía a humo de paja, lo dijo a propósito del sinnúmero de empresas que va dejando a la vera del camino la avasalladora marcha de los TLC, que se han convertido para el Gobierno en un fin en sí mismo.

Por fin, el país se entera, con sorpresa, por boca del ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, que el presidente Santos en un relámpago de sensatez “ha esbozado una nueva visión, un nuevo paradigma, que se resume en que durante los últimos 20 años el enfoque del país ha sido la negociación de tratados de libre comercio, pero se debe cerrar ese ciclo de los TLC pues ya está completa la primera fase que nos permite ampliar mercados con más consumidores y más competencia, tenemos que concentrarnos en la política industrial…Debemos empezar a digerir esos acuerdos y empezar a ofrecer más señales de los sectores con los cuales se pueden aprovechar las ventajas arancelarias”.

Ahora, dijo Santos en la Instalación del último período de sesiones del Congreso de la República, “debemos enfocarnos más en potenciar la competitividad de nuestra industria y nuestro agro, para seguir creando empleo”. Enfatiza el ministro Cárdenas que “durante los últimos 20 años el enfoque del país ha sido la negociación del TLC, pero se debe cerrar ese ciclo, pues ya está completa la primera fase que nos permite ampliar mercados con más consumidores y más competencia, tenemos que concentrarnos en la política industrial”. (Lea: “EL TLC entre Colombia y Corea no lo es todo”: Rafael Mejía)

Pero, este es el Gobierno de las incoherencias, tan pronto trascendieron las declaraciones del propio presidente de la República y del ministro de Hacienda, salió al quite el titular del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo Sergio Díaz - Granados y manifestó que “no hay cambio de visión en ningún caso, porque no nos estamos arrepintiendo de lo que estamos haciendo; un cambio de visión me suena como que esto que hice no estaba bien y ahora hago esto que es mejor”.

Como dice la canción, en qué quedamos por fin, hay o no hay un cambio de visión, porque el ministro Díaz-Granados, como aquel brillante escritor y orador Carlista Vásquez De Mella, podrá “estar en el error, pero, eso sí firme”. Hace hincapié el ministro Díaz - Granados en que “no es que estén cerradas nuevas negociaciones, eso sería un mensaje demasiado extremo, porque estamos hablando del cuatrienio (del presidente Juan Manuel Santos) y de que la mayoría de las metas trazadas en 2010 se han venido cumpliendo”. (Lea: El TLC con la Unión Europea entrará en vigencia el 1 de agosto)

Ya entendemos el por qué, con gran dosis de sindéresis, anotó el profesor Ocampo que “No puede ser que el ministro encargado de la liberación del comercio sea el mismo encargado de la industria, la industria es una agenda secundaria en esa cartera”. No se puede servir bien a dos señores a la vez, reza el adagio popular, así el presidente le haya impartido la orden perentoria en el sentido que “en adelante, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo debe ser ahora más de Industria que de Comercio”. Qué tal?

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