default

Vísteme despacio que tengo prisa

Por - 28 de Enero 2021

En las clases de economía nos enseñaron acerca de las fallas de mercado. Una de ellas, la restringida oferta de bienes públicos, que, en el deber ser de la teoría económica, debe ser cubierto por el Estado para disminuir dicha falencia.

Un claro ejemplo es lo que ocurre en nuestro sector rural y que limita la eficiencia del mercado: problemas con las vías terciarias, demoras en los puertos, carencias en acueductos y redes eléctricas, así como ausencia de distritos de riego, y ni que hablar de la infraestructura de educación y de salud.

Como el mercado no llena esos espacios, es deber estatal proveer la oferta necesaria, para facilitar la mencionada eficiencia, pero además promover equidad.

Hoy el mundo vive una clara falla de mercado en lo que tiene que ver con la salida de la crisis sanitaria y específicamente en la vacunación y sus procesos de logística, transporte y distribución.

Es evidente que la carrera por desarrollar la vacuna contra la covid19 daría una inmensa ventaja financiera y de reputación al laboratorio que tuviera éxito. Por supuesto, un mercado de 7.300 millones de habitantes para cubrir en el corto plazo es el mayor deseo de cualquier productor.

Como es evidente la labor altruista de salvar al mundo de esta pandemia, que inició en 2019 y ya yendo en 2021 se ha agudizado, parece haberse diluido en la competencia por la rentabilidad de los laboratorios. Por supuesto, para eso son las empresas, para generar utilidades.

Sin embargo, ante tremenda emergencia que ya suma dos millones de fallecidos, debería existir un mecanismo que piense en abastecer más rápido a los países sin perder la rentabilidad, y evitar incluso los señalamientos de reventa que por ejemplo la Unión Europea ha hecho a determinado laboratorio.

Por supuesto no hay autoridad supranacional que obligue a hacerlo, y de allí que los Estados hayan debido negociar bilateralmente. Lo más parecido que tenemos, hablando de instituciones, es la Organización Mundial de la Salud, que como bien dijo el hoy expresidente Trump, ha brillado por su ausencia e inoperancia en esta crisis.

Pero volviendo al punto de vacunar con eficiencia sin perder la rentabilidad, los demás laboratorios existentes en el mundo deberían tener la posibilidad de usar la patente de quienes han tenido éxito, con las participaciones de ganancia correspondientes. Claro hoy en general las normas dan una protección de usufructo en el mediano plazo a los dueños de la patente, pero recordemos que estamos en la mayor emergencia de la época moderna.

Hay que tener en cuenta que la vacuna tendremos que aplicarla anual o bianualmente, lo que indica que negocio hay para largo rato. Además, quienes lograron desarrollar la vacuna ya tienen una reputación superada, que aún podría ser mayor al compartir sus derechos en un esfuerzo por abastecer de forma rápida y eficiente al mundo.

Como diría Fernando VII en otras épocas, vísteme despacio que tengo prisa. Si bien requerimos mesura para hacer las cosas adecuadamente, también sabemos que hay instrumentos para agilizar la cadena logística: echémosle mano para hacerlo. Todo depende de los dueños del balón: los dueños de la patente.

@ojcubillosp