La reciente tensión diplomática entre ambos gobiernos empieza a reflejarse en el panorama comercial. Aunque aún no se han tomado medidas drásticas, el ambiente de incertidumbre preocupa a distintos sectores productivos del país, especialmente al agropecuario y ganadero, que ven en el mercado estadounidense un destino clave para sus exportaciones.
Desde hace más de una década, Colombia y Estados Unidos mantienen un Tratado de Libre Comercio (TLC) que entró en vigor en mayo de 2012 y que ha sido fundamental para impulsar las exportaciones nacionales. Sin embargo, la relación política y diplomática atraviesa uno de sus momentos más tensos.
En las últimas semanas, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con imponer nuevos aranceles a los productos colombianos, mientras que el gobierno del presidente Gustavo Petro respondió llamando a consultas a su embajador en Washington. La situación se agravó tras declaraciones cruzadas y la suspensión de algunos acuerdos de cooperación, lo que ha puesto en riesgo la estabilidad del comercio bilateral.
Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de Colombia. Solo en 2024, según la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán, el país exportó hacia ese destino productos por más de 15.000 millones de dólares, encabezados por petroquímicos, petróleo y combustibles. (Lea en CONtexto ganadero: Crisis diplomática: Trump acusa a Petro de liderar el narcotráfico y anuncia el fin de la ayuda a Colombia)
 Riesgos para la competitividad colombiana
 Óscar Cubillos, jefe de la Oficina de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán, explicó que una nueva escalada arancelaria podría tener graves repercusiones.
“El año pasado Colombia exportó cerca de 15.000 millones de dólares a Estados Unidos. Si al arancel del 10 % que nos impusieron en abril se le suma un 5 % más, estaríamos frente a una pérdida competitiva importante”, señaló Cubillos.
Para el analista, el problema no se limita al impacto inmediato de los aranceles. “Más allá de pensar si nos colocan o no un arancel adicional, lo que necesitamos es una política comercial y diplomática seria y responsable que garantice estabilidad. Lo ideal sería trabajar para que ese 10 % impuesto en abril sea retirado, no aumentado”, enfatizó.
El experto recordó que esta tensión también afecta a productos con potencial de ingreso al mercado estadounidense, como la carne colombiana, que venía avanzando en los procesos de certificación y trazabilidad animal.
“El tema de la carne colombiana venía con una dinámica importante, pero con el deterioro de las relaciones diplomáticas el proceso quedó congelado. Eso ha generado una afectación directa a los productores del sector”, agregó Cubillos.
 Efectos que trascienden
 El estancamiento de las relaciones diplomáticas no solo impacta al sector agropecuario, sino también a otros rubros que dependen del comercio exterior. (Lea en CONtexto ganadero: Petro declara “suspensión de facto” del TLC con EE. UU. y anuncia decretos tras arancel del 10 %)
Cubillos advirtió que el deterioro actual podría extenderse si no se logra una recomposición de relaciones que permita volver a la senda del diálogo.
“Veo un difícil escenario de recomposición de relaciones. Para lograrlo, Estados Unidos seguramente exigirá compromisos en otras áreas, como el control de cultivos ilícitos y la seguridad. Es posible que este estancamiento se mantenga hasta que haya claridad con un nuevo gobierno, bien sea en mayo o en junio del próximo año”, explicó.
Ante este panorama, el llamado de Fedegán es a fortalecer la diplomacia económica y diversificar mercados. “El tema es estructural. No se trata solo de aranceles, sino de construir una relación seria entre dos aliados comerciales. También debemos mirar hacia nuevos destinos que nos den estabilidad y oportunidades de crecimiento”, dijo.
 Mirar más allá de Estados Unidos
 Para el gremio ganadero y otros sectores productivos, la coyuntura actual es una oportunidad para replantear la estrategia exportadora. Si bien Estados Unidos seguirá siendo un socio clave, depender exclusivamente de ese mercado representa un riesgo frente a escenarios políticos volátiles.
Por eso, desde Fedegán se insiste en que Colombia debe abrir y fortalecer nuevos espacios comerciales en Asia, Medio Oriente y Europa, al tiempo que trabaja en la consolidación de su reputación internacional como proveedor confiable y sostenible.
En palabras de Cubillos, “la solución no está solo en esperar a que se recompongan las relaciones, sino en construir una política comercial más sólida que permita que nuestros productos sigan saliendo al mundo, sin depender de una sola puerta”.



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