Aunque a simple vista el lodo parece un inconveniente menor, su presencia constante en los corrales o potreros de pastoreo puede traducirse en enfermedades de los animales, pérdidas económicas y baja rentabilidad. Veterinarios advirtieron que si no se controla, su presencia afecta desde el consumo de alimento hasta la producción de leche y carne.
Un fenómeno tan común como las lluvias en temporada invernal puede complicar la vida de miles de ganaderos del país. El barro no solo dificulta las labores diarias, sino que está afectando directamente la salud y desempeño de los animales.
Muchos ganaderos subestiman el impacto del lodo en sus fincas, pues lo ven como un problema de limpieza o incomodidad temporal. Pero según expertos en salud animal y manejo productivo, la acumulación de barro puede traducirse en importantes pérdidas crónicas en el hato.
Detrás del aspecto inofensivo del suelo húmedo se esconde una mezcla de bacterias, parásitos y agentes físicos con consecuencias económicas y sanitarias para el ganado. (Lea en CONtexto ganadero: Por qué el barro/lodo es un enemigo oculto en su finca)
Miguel Sánchez Flórez, médico veterinario, sostuvo que “el lodo en el ganado es más peligroso de lo que parece. Muchos piensan que el lodo es solo un problema de suciedad, pero en realidad afecta la ganancia de peso, la salud de las patas y hasta el consumo de alimento”.
El profesional añadió: “Cuando el ganado camina en lodo profundo gasta más energía, come menos y sufre estrés. Además, el exceso de humedad también favorece enfermedades en las pezuñas y problemas respiratorios. Si quiere un ganado sano y realmente productivo, hay que controlar el lodo en los corrales”.
Pero el problema no es exclusivo de las explotaciones estabuladas o de los corrales. Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario especialista y experto en producción y calidad de leche, añadió que este fenómeno está presente en todo tipo de sistemas.
“Este problema no solo se presenta en ganaderías que estén estabuladas o en corrales de manejo. En Colombia, con las épocas de lluvias el barro se produce en los bajos y alrededor de saladeros y bebederos o en ganaderías que tengan caminos de pisos en mal estado por donde van las vacas todos los días una o dos veces al ordeño, y la humedad en la tierra unida al pisoteo de tantas patas diariamente, produce ese lodo que genera muchos problemas al acumularse entre las dos pezuñas”, afirmó.
La anatomía del bovino, explicó Arenas Ovalle, es especialmente vulnerable. “El bovino tiene una pezuña hendida, es decir, que tiene dos dedos, y en la mitad, con el barro, se puede producir una cojera que aquí llamamos sabañón, que es la sumatoria de varios problemas, entre esos infecciosos por una bacteria del género Fusobacterium, que genera inflamación y dolor, lo cual hace que baje la producción de carne y de leche. Los animales bajan el consumo de alimento y aumentan el gasto energético para sus funciones vitales y de movilidad por el peso que tienen que soportar en solo tres patas”.
La situación se agrava cuando el barro es constante. Para Arenas Ovalle, “si el barro es permanente pierden más energía caminando y comen menos. Si es un barrizal en medio del potrero, ese potrero no tiene buena oferta forrajera. Y si es en leche, las cojeras hacen que coman menos, que produzcan menos, y haya tratamientos con antibióticos y antiinflamatorios. Entonces hay que retirar la leche de esa vaca, y eso se traduce en pérdidas para el ganadero”.
Adicionalmente el barro y la humedad en el ordeño ocasionan pérdidas de leche por problemas de higiene y contaminación del líquido, así como se incrementa la tasa de mastitis en el hato. (Lea en CONtexto ganadero: Aprenda a controlar la presencia de barro en los establos)
Finalmente, la clave está en la prevención, el manejo del terreno, el drenaje adecuado y el cuidado de las pezuñas, que deben ser prioridades, especialmente durante la temporada de lluvias, porque como bien lo alertaron los expertos, el barro no solo ensucia, también enferma, estresa y cuesta dinero.