En la ganadería moderna, la inteligencia artificial comienza a ganar terreno, pero lejos de sustituir al médico veterinario, se convierte en una herramienta para potenciar su labor. Gabriel Ávila, asesor técnico de campo, reveló cómo integrar esta tecnología para aprovechar eventos sanitarios y reproductivos. Sin un juicio profesional detrás, los errores pueden costar caro.
En las zonas rurales del país, la inteligencia artificial (IA) comienza a transformar la forma en que los médicos veterinarios organizan, planifican y toman decisiones sobre la productividad y salud del ganado. (Lea en CONtexto ganadero: Aprenda sobre inteligencia artificial, el futuro de la agricultura en Colombia)
Gabriel Ávila, médico veterinario y asesor senior en reproducción y sanidad bovina, aseguró que la inteligencia artificial es parte del día a día, pero no reemplaza a nadie. Su función es completar, no sustituir.
“La IA está permeando todo el sector productivo empresarial a nivel mundial. Tiene tanto de largo como de ancho. Se puede usar para proyecciones, análisis, consultas básicas, pero para que te dé una respuesta acertada, necesita un prompt bien construido, con contexto profesional. Y eso solo lo puede dar un experto”, explicó Ávila.
El académico no se refiere a la teoría. En su labor como asesor técnico de campo, emplea herramientas de inteligencia artificial para proyectar calendarios sanitarios, prever eventos reproductivos y planificar labores productivas.
Ingresando datos como fechas de partos, ciclos reproductivos, estados sanitarios y características de cada animal, la IA le devuelve proyecciones que luego afina con su experiencia.
En sus palabras, “la IA me ayuda a organizar la agenda sanitaria, las fechas de vacunación, el control de parásitos. Pero soy yo quien decide qué hacer con esa información”.
Saber diagnosticar, un riesgo
Y es que, como en la medicina humana, el diagnóstico depende del contexto. “Muchas enfermedades se parecen en síntomas, pero varían según la raza, el sexo, las características fisiológicas. Cualquiera puede hacer una consulta a la IA, pero si no sabe qué preguntar o no le da los datos correctos, puede equivocarse muy fácil”, sostuvo el profesional.
Eso significa que no basta con tener acceso a herramientas tecnológicas, hay que saber utilizarlas. Y ahí, el papel del veterinario es más crucial que nunca.
De acuerdo con Ávila, él no rechaza la tecnología, la abraza, pero desde un enfoque realista, “es como en medicina humana, tiene equipos, sensores, exámenes, pero la interpretación la hace el profesional. La IA ayuda, pero no reemplaza”.
Por eso insistió en la formación técnica y el juicio clínico. Un buen resultado de IA depende de qué tan bien se estructure la pregunta y, para eso se necesita experiencia, conocimiento y contexto.
Consultas clínicas
Además de las proyecciones sanitarias y reproductivas, Ávila también utiliza la IA para consultas sobre fármacos. “Me permite revisar dosis, efectos secundarios, sobre todo con medicamentos poco comunes. A veces, uno necesita confirmar algo rápido y la IA facilita esa interconsulta, pero siempre reviso y confirmo. Es apoyo, no verdad absoluta”, dijo el profesional.
En ese sentido, el médico veterinario se convierte en el traductor entre los datos y las decisiones. La tecnología proporciona velocidad y volumen de análisis, pero el criterio humano sigue siendo insustituible para garantizar bienestar animal y rentabilidad. (Lea en CONtexto ganadero: Aprenda a dominar la IA para potenciar su ganadería en este primer encuentro)
Esto quiere decir que la IA puede ser una gran aliada, pero mal usada, puede volverse en contra. El costo de error por un diagnóstico equivocado o una mala proyección puede ser alto.
Por eso, Ávila defendió el rol del profesional: “El seguimiento en el predio, el diagnóstico presencial, siguen siendo fundamentales. Por más que queramos, eso no se puede reemplazar”.