Muchos mitos han puesto en duda el valor de ambos alimentos, pero la evidencia científica los desmiente. Consumidos de manera consciente y equilibrada, contribuyen significativamente a una dieta saludable.
A pesar de los mitos que circulan sobre la carne y la leche, expertos en nutrición y organismos internacionales destacan su importancia como fuentes insustituibles de nutrientes esenciales.
Uno de los mitos más extendidos es que la leche contiene pus y sangre debido al proceso de ordeño mecánico. Sin embargo, los controles de calidad en la producción láctea garantizan la pureza del producto, y la presencia de tales contaminantes es inaceptable en la industria alimentaria.
Otro mito común es que la carne roja es intrínsecamente perjudicial para la salud. La realidad es que el consumo moderado de carne magra puede ser parte de una dieta equilibrada y saludable.
También se ha afirmado que los productos lácteos son innecesarios en la dieta y que pueden ser reemplazados fácilmente. No obstante, la leche y sus derivados aportan nutrientes difíciles de obtener en cantidades adecuadas solo a través de fuentes vegetales.
Nutrientes esenciales
La carne es una fuente rica en proteínas de alta calidad, hierro, zinc y vitamina B12, nutrientes esenciales para funciones corporales como la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento del sistema nervioso.
Lucy Acevedo, médica internista residente en España consultada por este medio, resalta que “la carne aporta proteínas de alto valor biológico como el hierro, que se absorbe con mayor facilidad que el de origen vegetal, vitamina B12, zinc, entre otros micronutrientes esenciales”.
Por su parte, la leche y sus derivados aportan calcio, vitamina D y proteínas completas, fundamentales para el desarrollo óseo, muscular y el buen funcionamiento metabólico. “Son una fuente fundamental de calcio, proteínas completas y vitamina D”, afirma Acevedo. Además, contienen aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede sintetizar por sí mismo.
La especialista advierte que eliminar completamente estos alimentos puede ser posible, pero con riesgos: “La deficiencia de vitamina B12 es una de las más frecuentes en dietas veganas cuando no es suplementada, llegando a ocasionar anemia megaloblástica o trastornos neurológicos. También puede haber riesgo de déficit de calcio, hierro y proteínas si no se reemplazan con fuentes vegetales adecuadas o con suplementos”.
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Consumo responsable
Desde la perspectiva médica, el consumo de carne y productos lácteos debe hacerse de forma moderada y consciente. “En el caso de la carne, lo ideal es priorizar las carnes magras como el pollo, el pavo o cortes magros de res y cerdo, limitando las carnes procesadas”, recomienda Acevedo.
En cuanto a los lácteos, sugiere optar por versiones bajas en grasa, especialmente en personas con factores de riesgo cardiovascular. “Tanto la carne como los productos lácteos pueden formar parte de una alimentación saludable si se consumen con equilibrio, variedad y en el contexto de un estilo de vida activo”, concluye.
Dieta equilibrada
Adoptar un enfoque equilibrado implica consumir carne y productos lácteos con moderación, eligiendo opciones magras y bajas en grasa. Se recomienda incluir 2 a 3 porciones de lácteos al día y limitar el consumo de carnes grasas a ocasiones especiales.
Es importante considerar las necesidades individuales, como la edad, el nivel de actividad física y condiciones de salud específicas, al planificar la dieta. Consultar con profesionales de la salud o nutricionistas puede ayudar a diseñar un plan alimentario adecuado que incluya estos alimentos de manera beneficiosa.
Lejos de ser perjudiciales, la carne y la leche son componentes valiosos de una dieta equilibrada, siempre que se consuman de manera responsable y consciente.
Desmitificar creencias infundadas y reconocer su aporte nutricional es esencial para promover hábitos alimentarios saludables y sostenibles.